Bernardo Esquinca

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“Desde niño fue natural relacionarme con el mundo de las letras, la razón fue que mi padre era poeta y que mi hermano Jorge también lo es. Escribí mi primer cuento a los ocho años y todas las noches llegaba con mi papá para leerle. Estudié en el ITESO ciencias de la comunicación; trabajé por seis años en Radio UdeG. Me fui metiendo al periodismo…”, cuenta Bernardo Esquinca (Guadalajara, 1972), quien ha trabajado en publicaciones como Crónica, Día Siete, El Financiero, La Jornada Semanal, Letras Libres, Nexos y Tierra Adentro. En 1994 obtuvo el Premio Nacional de Periodismo Cultural Fernando Benítez. Ha escrito libros de cuentos, novelas y fábulas, entre ellos La mirada encendida; Fábulas obscuras, Carretera perdida. Un paseo por las últimas fronteras de la civilización y Belleza roja. Este año presentará Los niños de paja, con la editorial Almadía, un libro de cuentos de terror. Para el próximo año se publicará Los escritores invisibles, editado por el Fondo de Cultura Económica.

literatura

Es una forma de vida. Escribir es lo que más me gusta hacer, es lo que más disfruto. No creo en el concepto del escritor atormentado que sufre y suda. Cuando escribo soy muy feliz, lo veo con mucha seriedad y creo en la disciplina, no en las musas o que la inspiración cae como maná de cielo. Hay que dedicarle tiempo a la literatura aunque en este país no se vive de ella, desgraciadamente. Por eso hago periodismo, edición y trabajo en el Museo Nacional de Arte en la Ciudad de México.

miedo

Lo más interesante son los miedos atávicos, que son heredados de nuestros ancestros, que tenemos marcados en el código genético y que son los que me parecen más perturbadores, por ejemplo el miedo a la oscuridad. Cada quien tiene sus miedos particulares, otros los compartimos. El miedo cuando eres niño es más poético y romántico. Cuando te haces adulto ves que los monstruos no existen y se vuelven más vulgares, como el miedo a que te maten en la esquina de tu casa.

signos

Soy capricornio, paciente, trabajador y paranoico. Si estoy en el metro esperando en el andén nunca me acerco a la orilla porque siento que alguien me va empujar. La paranoia ha sido el motor que me hace escribir. Me caigo bien.

virtud

Son ciertas cualidades que podemos aprender o heredar, pero es necesario trasgredirlas y mancillarlas para conocernos mejor; si nos quedamos en el lado de la santidad puede ser aburrido y hay que conocer el lado oscuro del alma humana.

belleza

Es un concepto personal e individual; lo que a uno le gusta otro lo puede rechazar, para cada quien es muy relativo y personal. La belleza es como un traje que te haces a tu medida. Lo interesante es que en gustos se rompen perversiones.

pasiones

Las pasiones humanas nos mueven, nos llevan a los estados más elevados o a los sótanos más profundos y creo que es necesario conocer ambos estados.

noche

La noche es peculiar e inspiradora. En el lado más obvio conoces la fiesta, conoces la ciudad en su lado oscuro. Si estás en casa y duermes, puedes soñar cosas extrañas. En el día somos más automáticos porque hay que ir a trabajar. La noche te trasporta a estados oníricos aunque no estés durmiendo.

calle

La calle es vivificante. Cuando salgo a las calles del DF —donde habito desde hace cinco años— tengo los ojos y oídos atentos, curiosos para tomar notas y escribir las cosas que se ven.

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