Blas Antonio Castañeda Aguilera aprendió a jugar ajedrez a los cuatro años, de la mano de su padre Abel Castañeda. Su primer torneo lo jugó a los 11 años y a los 12 ya era campeón nacional infantil.
Fue siete veces campeón nacional, recibió seis veces la Medalla al Mérito Deportivo, participó en los Juegos Olímpicos de ajedrez, en Dubái 1986 y Tesalónica 1988, y fue el primer jalisciense en tener un título internacional como maestro de la Federación Internacional de Ajedrez.
Castañeda Aguilera, además de ingeniero en Comunicaciones y Electrónica, tiene el grado de doctor en Ciencias de la Educación, titulado por excelencia académica. También ha sido catedrático en el CUCEI por más de 28 años, plantel donde coordina el taller de ajedrez. Como ingeniero laboró 25 años para Teléfonos de México.
El universitario fue condecorado en diciembre pasado con su ingreso al Salón de la Fama del deporte de Jalisco, que rinde tributo a los atletas más sobresalientes del estado.
¿Cómo nace el gusto por el ajedrez?
Mi papá tenía una peluquería y yo iba a llevarle de comer. Tenía cuatro años y veía a mi hermano jugar con él. Le pregunté cómo se jugaba y me enseñó. Siempre me inquietó, me llamó la atención el movimiento de la fichas. Me entusiasmé mucho y empecé a jugar y a practicarlo.
¿Cómo surgieron los primeros resultados?
Había esperado la oportunidad de jugar en torneos y fue hasta los 11 años que participé y fui campeón estatal infantil. Voy al nacional, pierdo y termino en quinto lugar. Mi padre me dijo que tenía que estudiar para sobresalir. Estudiamos todo un año, llego a otro torneo y en la primera ronda pierdo, pero después gané las siete últimas y me coroné campeón nacional infantil a los 12 años.
¿Cuándo decide retirarse competitivamente del ajedrez?
Terminé mi carrera en ingeniería en Comunicaciones y Electrónica, en la UdeG, a los 23 años. La decisión más difícil fue si entraba a trabajar o me dedicaba al ajedrez. Elegí dedicarme a la ingeniería. No fue una decisión fácil, porque en el ajedrez era alguien y en ingeniería tenía que empezar, pero entendí que en México y los países latinoamericanos era difícil vivir del ajedrez y opté por hacer una familia y dedicarme a mi profesión, pero siempre cerca de este deporte, aunque torneos no juego desde 1988.
¿Qué representa el ajedrez para usted?
El ajedrez me ha dejado muchas satisfacciones para mí y para mi familia, y además notaba en el trabajo que cuando había problemas era más fácil para mí, porque encontraba más caminos para solucionarlas. Era más sencillo, porque aprendí a analizar y valorar situaciones y con base en eso elegir la mejor solución. Para mí el ajedrez ha representado todo.
¿Qué significa ser parte del Salón de la Fama?
Es un gran honor. Se lo dedico a mis padres, que siempre me apoyaron y me incentivaron a que jugara cada vez mejor. Es resultado de su apoyo. Todavía me llevan a las exhibiciones. También a mis hijos, a mi esposa, que es el amor de mi vida y es una gran ajedrecista, y a mis hermanos.
¿Cuáles son los planes a futuro?
Los planes son seguir como entrenador. Jalisco ha sido un semillero de grandes ajedrecistas y siempre me he quedado con la inquietud de que se fueron sin dejar escuela. Yo sí quisiera apoyar a las nuevas generaciones con mis conocimientos y hacerlos, no sé si campeones, pero sí buenos ciudadanos.