El tapatío Jorge Alberto Busto Ruiz aún no se considera un artista. En su formación ha transitado por diversas disciplinas como el diseño, la arquitectura, la ilustración y la pintura, pero al final decidió inclinarse a las artes plásticas.
Fue en su trabajo de investigación etnográfica y artístico Invisibles del paisaje, impulsado por Claudia Barbejo, profesora que le daba clases en el Centro Universitario de Arte, Arquitectura y Diseño (CUAAD), y realizado en Uruguay, que encontró en el tema de la migración forzada algo de qué hablar por medio del arte y las historias humanas en busca de superación.
Cuando se encontraba en Sudamérica, formándose y colaborando en proyectos sobre la migración forzada en la capital Montevideo, fue que en un día lluvioso aprovechó el único museo abierto para ingresar y refugiarse, y aprovechó para mirar lo que tenían expuesto. Allí se topó con la obra del artista Joaquín Torres García, quien fue una de las inspiraciones para darle forma a su libro de artista Del centro al norte, cuyo enfoque etnográfico y artístico busca resaltar y concientizar sobre el proceso migratorio desde Centroamérica hacia los Estados Unidos, y que al mismo tiempo se convirtió para él en la puerta abierta para querer seguir con este tema.
“Visibilizar la otra cara de la migración forzada, el rostro real de la migración forzada, un rostro con el que realmente nos podemos sentir identificados y empáticos, a través del arte”, es la idea central del trabajo de Jorge Bustos, por lo que luego de haber publicado su libro de artista, y de haber sido expuesto en el Museo de las Artes de la Universidad de Guadalajara (MUSA), planea continuar con el trabajo desde otros lugares del mundo, particularmente con la migración de Corea del Norte hacia Corea del Sur.
Con una perspectiva más enfocada en otros medios de expresión, Jorge Bustos quiere dar el siguiente paso en el tema migratorio al expandir su historial artístico con este abordaje en las dos Coreas. Su intención es llegar al campo digital, pues aunque le gustaría que su producto fuera impreso para “que se vea como el arte objeto del museo, lo que le da mucha sustancia”, contempla que este proyecto vaya más allá, a lo experimental, que incluya sonido y video, y donde esta idea encaje en el formato criptográfico “NFT art” y, de ser posible, llevarlo a tecnología blockchain.
Pero hablar de migración implica que en el camino que Jorge Bustos busca dar, vaya dando trompicones, pues el trabajar sobre este fenómeno social no solo puede representar conflictos en la práctica, sino también en las emociones. Y lo experimentó en el proceso de Del entro al norte :
“Te tocan fibras muy sensibles en el alma, en el corazón, y quieres estar ayudándolos más más más, pero también tienes que enfocarte en el trabajo y hacerlo artístico”
Se cuestiona qué tanto ayuda a estas personas su labor, qué tanto esto puede intervenir en el aspecto social, por lo que es consciente de que es por el hecho de ser sensible a estas temáticas que quiere volver a hacer un nuevo proyecto con la misma intención en un futuro, hablar sobre la migración y mostrar este fenómeno social de la manera más pura.
“Caminar tiene poder” para Jorge Bustos, por lo que reflexiona ante las implicaciones de ofrecer algo desde el arte, y desde una visión general como sociedad, ante las barreras que las personas migrantes tienen que cruzar, pintadas con las palabras racismo, exclusión, estigmatización, en aras de concientizar a aquellos que no aceptan el tránsito migrante.
“Con seguridad sí les podría decir, o compartirles mi libro, y el proyecto artístico que hemos logrado, se los compartiría y les diría pues, léelo y después dime tu respuesta, dime lo que opinas una vez ya que lo leas”.
TEXTO: Efraín Quintero (CUCiénega)