Carrocería cósmica

El "Vochol" va tomando forma bajo las expertas manos de sus creadores. Después de su conclusión podría ser subastado en internet

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Foto: Jorge Alberto Mendoza

Nierika es arte. Pero no solo, y no propiamente. Nierika es un concepto en que se inscriben las representaciones cosmogónicas y la simbología ancestral de los huicholes. Es un término que significa “ver”, “estar vivo”; es el espejo en que se reflejan las deidades. Nierika indica los objetos ceremoniales en que los wixáritari plasman las imágenes de su vivencia sobrenatural. Es la puerta entre dos mundos. Nierika, también, es un vocho.
Pues pese a que suene extraño, si los bordados y las tablas de estambre y de chaquira modernas son extensiones artísticas del símbolo religioso original aun sin desprenderse totalmente de él hasta un mítico Volkswagen Sedán se pudo convertir en el receptáculo de la cosmogonía de esta antigua etnia, cuyos descendientes actualmente viven dispersos en comunidades ubicadas en la sierra Madre Occidental, donde colindan los estados de Jalisco, Nayarit y Durango.
Este mestizaje entre un emblema de la modernidad, o por lo menos de subculturas creadas por ésta, y los símbolos engendrados por una tradición, se hizo posible gracias al trabajo de un grupo de seis artesanos huicholes que están decorando con motivos tradicionales en chaquira la carrocería de un vocho, la que se está convirtiendo en el mapa conceptual y figurado de la creación del mundo propia de la cosmovisión wixárika.
“Es algo nuevo, único, algo para decir que las artesanías se vuelven arte, y ya se pueden apreciar a escala mundial con una expresión diferente”, explicó Francisco Bautista Carrillo, artesano oriundo de la comunidad huichol de Tateike San Andrés Cohamiata, en el municipio de Mezquitic.
En cuanto al proyecto, comentó que “ideé el diseño basándome en la forma que tiene el auto, para que represente los cuatro puntos cardinales, y que también tenga que ver con los elementos fundamentales, el abuelo fuego, nuestro padre sol, etcétera; cada punto va a tener un significado”.
Así que la parte delantera del “escarabajo”, decorada con símbolos como la serpiente, “la guía del agua”, y el águila, rodeados por cactus sagrados, constituye el haramara, “el mar”, el oeste desde donde viene la vida. En cambio la trasera, el este, representa wirikuta, “el lugar donde se reúnen los dioses” y meta de la peregrinación más importante de los huicholes, simbolizado con hikuri, “el peyote”, el venado azul y otros animales sagrados, encarnaciones de las deidades. “En cambio un flanco es el sur, xapawiyeme, el lago de Chapala, y el otro el norte, Cerro Gordo, hauaxamanaka, decorados con motivos que figuran los elementos fundamentales: la tierra, el viento, el agua y el fuego”, agregó Bautista Carrillo.
Finalmente, el centro del universo huichol, el nierika, “donde todos los elementos renacen” –según comenta el artesano– que se encuentra en el corazón de la tierra, es decir en los centros ceremoniales de las comunidades wixárika, se ubica en este caso en medio del capot del auto, “simbolizado por la piedra sacra donde se encuentra tatewari, ‘el abuelo fuego’, junto con motivos que representan animales sagrados y diferentes ofrendas”.
Todos los motivos se están realizando con perlitas de chaquira, “algunas ensartadas con hilo y luego aplicadas al coche”. Añadió que para que la decoración sea duradera, en lugar de la tradicional cera de Campeche, están utilizando un nuevo tipo de pegamento, resistente a las intemperies y al deterioro del tiempo.
Bautista mencionó que el “Vochol”, como se denomina la obra, se pretende que esté terminado el 15 de septiembre, y se quedará en exposición en el Cabañas, donde se está elaborando, solamente por otros quince días. Luego los artistas se trasladarán para continuar su trabajo a Tequila y después en Tepic, Nayarit, para finalmente concluirlo en el Museo Popular de México en el D.F., institución que ideó el proyecto, mismo que financian también las secretarías de cultura de Jalisco y Nayarit.
Sin embargo, el “Vochol” no está destinado necesariamente a anquilosarse en la sala de algún museo, ya que una vez terminado se subastará por internet, así que cabe la posibilidad de que alguien pueda pasear milenios de tradición sobre ruedas, por las bulliciosas avenidas de alguna ciudad o las tranquilas calles pueblerinas. Seguramente, en cualquier lugar, el “vocho sicodélico” no pasará inadvertido.

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