«En una visita que tuvo Zuno con el pintor Gerardo Murillo ‘Dr. Atl’ reformulan el proyecto y es el ingeniero Arnulfo Villaseñor quien lo construye, con un estilo neorregionalista».
Uno de los elementos que remiten a las culturas prehispánicas es el uso de las piedras de tezontle, utilizadas desde la antigüedad, y que en el caso de esta finca fue traído de las faldas del Volcán de Tequila, mientras que la cantera para la edificación es originaria de la Barranca de Huentitán y de Zapotlanejo.
«Hay una fuente en el patio, donde hay elementos prehispánicos: el Sol, el maíz y algunos especialistas dicen que la caída de la escalera hace referencia al dios Quetzalcóatl».
En el pórtico se encuentran los arcos levantados en columnas barrocas, con figuras fitomorfas (apariencia de plantas) que son uvas, y que evocan a los edificios virreinales mexicanos, como el emblemático templo de Santa Mónica, en el Centro de Guadalajara.
La puerta principal cuenta con figuras en relieve que aluden a los ideales socialistas de la primera mitad del Siglo XX, se trata de una verdadera obra de arte creada por los pintores Xavier Guerrero, David Alfaro Siqueiros y Amado de la Cueva. De hecho, es muy parecida a la puerta de la hoy Biblioteca Iberoamericana Octavio Paz. Y no es casualidad, pues Siqueros y de la Cueva también participaron en esa obra.
«Se ve la mujer burguesa con un dólar y la mujer proletaria abrazando a su hijo, después se muestran los elementos que hacen referencia a la parte mecánica, el trabajo, la hoz, el martillo; toda la estética socialista que se trae de la Revolución Rusa y se adapta al contexto mexicano», explica Ortega.