Radar

Si alguna vez has visto alguna película de Studio Ghibli, podrás recordar el tipo de música que Hayao Miyazaki suele utilizar para contar sus historias. Canciones naturalistas que se caracterizan por mantener un ambiente lleno de consuelo, que anhela y traslada a mundos fantásticos.

Criaturas luminiscentes es el material adecuado para pensar en el clásico Totoro o en aquellos famosos “sin rostro” que ya son mundialmente reconocidos en el mundo de Miyazaki.

Pero Aoba va más allá, sus canciones son relevantes al hacer mucho con lo que en apariencia parece ser poco. No cae en la ternura empalagosa de hacer música dulce y digerible, utiliza la fuerza y textura de su voz para crear atmosferas dignas de un viaje en tren a mundos imaginarios.

Formar parte de las composiciones de Ichiko es sencillo, la suavidad en la instrumentación es fácil al oído y la sensación de calma es instantánea al escucharla por primera vez.

Destaca la guitarra en la mayor parte del disco, como parte de la vulnerabilidad y sensibilización que hay en la propuesta de un material que refleja desde la portada lo que busca traducir a través su obra: serenidad.

Sin duda, la melancolía rodea la obra de Aoba, pero no te sumerge completamente en la tristeza. La multinstrumentista te hace meditar, suena a una tarde en la alberca mientras te mantienes por un tiempo flotando boca arriba, mirando al cielo y escuchando el vacío del agua.