En la búsqueda de la igualdad de género se ha recorrido un largo camino de luchas para alcanzar el reconocimiento de derechos, responsabilidades y oportunidades para las mujeres en la misma proporción que los hombres.
Aunque se ha avanzado en crear las condiciones normativas e institucionales para cumplir con los acuerdos internacionales, prevalecen circunstancias que muestran la persistencia de patrones de desigualdad.
En México, la mayoría de las mujeres siguen enfrentando condiciones laborales distintas a las de los hombres, principalmente en cuanto a la inserción laboral, la remuneración económica y las oportunidades para acceder a un puesto directivo dentro de cualquier organización.
En el campo de la ciencia y tecnología es de reconocer que, si bien se han tenido importantes avances en la incorporación de las mujeres a la educación superior, al revisar los indicadores de la investigación las cifras se modifican con mucha lentitud. El Informe General 2017 del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACyT), menciona que el total del acervo de recursos humanos en ciencia y tecnología en México fue de 16.3 millones y de éstos 8.3 millones son mujeres. Respecto a los recursos humanos educados y ocupados en ciencia y tecnología, el 48 por ciento de 6.3 millones que se ubican en esta categoría, son mujeres.
Por otra parte, las mujeres egresan en mayor proporción que los hombres en licenciatura y especialidad, y en el nivel de doctorado alcanzan el 50 por ciento. Esto es congruente con los resultados de la última encuesta sobre la Percepción Pública de la Ciencia y la Tecnología elaborada por el INEGI (2017), donde se destaca que el 49.9 por ciento de las mujeres con 18 años y más tenía interés en desarrollos científicos y tecnológicos e incluso leía más artículos científicos que los hombres.
Estos resultados no se ven reflejados cuando se observan los datos de las mujeres que pertenecen al Sistema Nacional de Investigadores (SNI), ya que en 1984 estaban inscritos mil 143 hombres (81.9 por ciento) y 253 mujeres (18.1 por ciento), y en 2019 las científicas representaban el 37 por ciento, 10 mil 683 del total de 28 mil 630 integrantes del padrón. Una situación similar se presenta en las cifras de la Academia Mexicana de Ciencias (AMC), pues en esta organización únicamente 30 por ciento de la membresía de casi 2 mil 800 científicos son investigadoras.
En cuanto a la propiedad industrial las cifras son todavía más dramáticas: entre 2015 y 2016 se otorgaron 44 patentes a invenciones realizadas solamente por mujeres, mientras que las invenciones de solamente hombres fueron 547 para el mismo periodo. Esto es una muestra del liderazgo que tienen los hombres en materia de investigación y la falta de condiciones adecuadas para un mayor desarrollo del género femenino.
En el futuro cercano las mujeres en la ciencia y la tecnología continuarán avanzando con lentitud, en particular si consideramos que la matrícula en las disciplinas STEM (Science, Technology, Engineering and Mathematics) sigue siendo baja, solamente un 35 por ciento de las mujeres en el mundo están matriculadas en estos campos de conocimiento, según datos de la UNESCO.
En el caso de la Universidad de Guadalajara, el 23.5 por ciento de la población escolar de pregrado está en una carrera STEM y del total de mujeres matriculadas, un 13.6 por ciento lo son en estas disciplinas.
Para incrementar estas cifras es indispensable modificar los estereotipos de las profesiones que se consideran femeninas y que pesan mucho en el ánimo de las familias para estar en contra de que sus hijas estudien una “carrera para hombres”, como es el caso de las ingenierías. Muy importante será también el estímulo a las niñas para que elijan estudiar una carrera STEM, y la orientación vocacional en los niveles educativos básico y media superior puede cambiar el escenario.