Citizen Kane: el cine como narrativa

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Title: CITIZEN KANE ¥ Pers: WELLES, ORSON ¥ Year: 1941 ¥ Dir: WELLES, ORSON ¥ Ref: CIT003BK ¥ Credit: [ RKO / THE KOBAL COLLECTION ]

No guardo, por cierto, ningún recuerdo “romántico” sucedido en alguna oscura sala de cine. Por más que busco en la memoria, nada hay: si alguna vez ocurrió la he olvidado o nunca existió. Desde siempre he ido al cine en busca de buenas historias. En todo caso, lo que exijo al cinematógrafo es que cuente. En no pocas ocasiones he podido aprovechar recursos narrativos cinematográficos para utilidad de mi propia ficción.
Decisivamente hijo del invento de los hermanos Lumií¨re, cuando llegué a Guadalajara (el 2 de octubre de 1986), pude ver durante cuatro años seguidos, sobre todo en la Casa de la Cultura de Jalisco, una cantidad industrial de películas de todo el mundo. Ese año vi, por vez primera —y en pantalla grande (después la he visto en DVD)—, la obra maestra de Orson Welles: Citizen Kane.
Formado por el teatro clásico y la literatura moderna, Welles nos trajo desde el comienzo de su carrera la extravagancia de sus trabajos. En 1938 sorprendió al mundo con su adaptación radiofónica de la Guerra de los mundos, de H. G. Wells y, después, Los miserables, de Victor Hugo, para en 1941 traer a la pantalla El ciudadano Kane, cuando apenas contaba con 24 años, la misma edad a la que había llegado yo a la ciudad y el tiempo que ha trascurrido desde que pude ver su filme. Alguna vez —dato extraordinario para mí— recibí un gran regalo: una caja repleta de libros de la ya desaparecida Colección voz e imagen, en la que estaban (casi) todos los argumentos de las mejores cintas de todos los tiempos, y donde se publicó el texto de Citizen Kane; pero curiosamente en esa caja era el único libro que faltaba de la serie; no obstante encontré El proceso, que Welles nos entregó en 1962, al que acudo con cierta frecuencia y guardo con celo entre mis libros favoritos.
Eterno aprendiz de todas las cosas de este mundo, voy cuando tengo dificultades en la escritura hacia entornos muy distintos a la teoría literaria. He encontrado, felizmente, formas tangenciales, líneas de provecho en libros de análisis sobre pintura y, es claro, en ciertas obras fílmicas.
Citizen Kane más que un filme, es una novela. De hecho ha influido en gran parte de la literatura posterior a éste, al menos en el sentido de la estructura. Advierte Guillermo Cabrera Infante en su Cine o sardina: “A pesar de sus orígenes como invención visual el cine aspiró al prestigio de la literatura”. Luego declara que a partir de la obra de Welles “… el cine no estaba hecho de literatura sino que hacía literatura por otros medios, excepcionalmente visuales”.
Basado en la historia del periodista y empresario norteamericano William Randolph Hearst, recordado con extraña fruición recientemente en todo el mundo por las escuchas ilegales del tabloide amarillista News of The World y seguido en la actualidad por muchos diarios, Orson Welles se vale de todos los recursos posibles para lograr una polifonía narrativa hasta ahora no superada pero sí imitada por su genialidad. Lauro Zavala, en un análisis de la cinta puntualiza que la modernidad de Citizen Kane radica en que “organiza la diversidad de voces narrativas”. En su modalidad fragmentaria, agrega Zavala, el cineasta acude a la “multiplicación de modalidades genéricas”, condensando, en todo momento, “el recuento preliminar y de lo que será narrado enseguida”.
La técnica narrativa utilizada por Welles nos recuerda a Manhattan transfer, de John Dos Passos, repetida en toda su trilogía USA, publicada a partir de 1925, y sostenida en una base multiforme que hace, en todo caso, un mosaico que retrata a Nueva York en su totalidad. Lo cual no demerita cualquier elogio a Orson Welles ni hace de éste un ser poco creativo; ocurre todo lo contrario: hace del cineasta un autor muy competente y enterado de todas las artes de las que se vale para lograr una magnífica pieza cinematográfica que ofrece elementos ricos hasta llevarnos a considerarlo un puntual novelista que logra su influencia en algunos escritores y continúa lográndolo en la actualidad.
De algún modo Citizen Kane me indicó una forma de ver el mundo y de narrarlo, y me ayudó a construir la hasta ahora única novela publicada, que no escrita. Quizás sin Orson Welles Cazadores de gallinas —buena o mala— nunca hubiera existido.

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