El Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades (CUCSH) celebró el Día Mundial del Medio Ambiente (que tiene lugar el 5 de junio de cada año) con la plantación de cien árboles nativos de Jalisco y México, en el Parque Laboratorio “Cañada Enrique Estrada Faudón”, con la participación de profesores del Departamento de Geografía y alumnos de las carreras de Criminología y Filosofía.
El profesor investigador del CUCSH, Luis Felipe Cabrales Barajas, informó que desde el año 2021 que inició el proyecto se convocó a la comunidad del Departamento de Geografía y Ordenación Territorial para la elaboración de un diagnóstico sobre el territorio que sería el Parque Laboratorio en honor al naturalista Enrique Estrada Faudón.
“Es un parque porque cumple con las funciones típicas de un parque, es decir, es regulador ambiental, un espacio lúdico para la convivencia y un laboratorio donde alumnos de algunos programas de licenciatura hacen prácticas como planos del territorio, de clasificación taxonómica, entre otras actividades”, relató.
El planteamiento científico en el diseño del espacio se hizo de la mano de biólogos para el proyecto arquitectónico. “Fue un intercambio abierto e interdisciplinario en el análisis del diagnóstico territorial con geógrafos y biólogos del departamento, luego transmitido a los arquitectos, quienes diseñaron las rutas, los itinerarios, es decir, es una suma de saberes y experiencias en la construcción de este parque laboratorio”, explicó.
El parque laboratorio tiene una extensión de 50 hectáreas, equivalente a la dimensión del Parque Morelos y atravesado con un cordón verde que corresponde a la cañada. En el extremo noreste se encuentra un asentamiento irregular que es foco de atención de estudios sociales.
“Es una oportunidad para hacer análisis social del territorio, es decir, no pretendemos quedarnos con un planteamiento meramente biologista, sino comprender el contexto social en el que se inserta el parque”, abundó Cabrales Barajas.
En el parque hay fauna: patos, cardenales, pájaros carpinteros y otras especies migratorias. Además, durante la planeación se conservaron vestigios arqueológicos del rancho Los Belenes, como caballerizas, establos, una piscifactoría y una caseta de vigilancia, y la generación de espacios accesibles sin la presencia de elementos constructivos para mantener la esencia de un parque.
“La regla de oro que seguimos es ‘ni un kilo de cemento’, porque siempre está la tentación de construir una cafetería, una cancha; esto es un parque, y eso lo debemos de respetar, y para lograrlo debemos reforestar y apropiarnos del territorio.
El profesor investigador del Departamento de Geografía y Ordenación Territorial, Pedro Méndez Guardado, detalló que hace tres años se encontró un terreno con escombro y basura hasta la primera reforestación con una grevilia, un manzano verde que representa la solidaridad con el pueblo alemán, gardenias y, recientemente, una parota en memoria del licenciado Raúl Padilla, y otras especies que continúan su adaptación en el parque.
“Aunque a veces no se logra la sobrevivencia de todos los árboles plantados, la comunidad genera lazos y sentido de pertenencia, y eso ya es muy válido”, subrayó el biólogo.
La representante de Reforestamos México, Laura Santamaría, explicó que la reforestación de los cien árboles donados se hizo con el método del botánico japonés Akira Miyawaki.
“Es una reforestación de manera acelerada, donde, en un pequeño espacio o territorio, se plantan especies nativas que competirán por los nutrientes y acelerarán su crecimiento”.
Frida Murillo, miembro de Reforestamos México, invitó a la comunidad del CUCSH a apropiarse del territorio, a sembrar y conocer su biodiversidad, y los alentó a formular guías botánicas para propios y externos al plantel.
“Invitarles a que se apropien del lugar; no hay muchos lugares donde se haga esto y muchas veces no se cuenta con la participación de los propios dueños del territorio. También los invito a generar guías, información e inventarios de biodiversidad para los demás”, dijo.
Los 50 estudiantes y profesores sembraron, en un área de 400 metros cuadrados, árboles con propiedades para atraer a la fauna local como encino, guaje, guamúchil, guayaba, arrayán, granada, palo dulce y nanche, que producen néctar, semillas y fruta que pueden aprovechar aves y mamíferos.