Confiados en el retorno y en una escuela nueva
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Se pensaba que sería cosa de un par de semanas; sin embargo, después de más de un año, las aulas siguen vacías, las educación en línea se volvió "norma" para profesores y alumnos, muchos de los cuales, no obstante, han abandonado los estudios

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¿Edad, diabetes, obesidad o presión alta?, estas fueron algunos de los factores que se tomaron en cuenta en la encuesta que determinó la ausencia de maestros en la escuela un lunes de marzo de 2020, previa suspensión de la asistencia de los alumnos, mientras se resolvía la manera formal de comunicarse con ellos.

La sorpresa de las clases a distancia permitió a los maestros, en ese momento de urgente continuidad, la libre elección del medio para desarrollar sus clases al tiempo que se capacitaba en la institución a quienes estaban fuera del rango de riesgo y a quienes se decidían a asistir durante una mañana y provistos de un manual de casi 150 páginas.

Maestros y alumnos nos vimos repentinamente incomunicados y en el vacío, pero alentados porque serían sólo dos semanas en esa situación inédita y, pasadas las siguientes dos semanas de vacaciones, todo volvería a la normalidad; pero no fue así, la pandemia ocasionada por el SARS-CoV-2 creció en el mundo.

La circunstancia pasó a ser una realidad preocupante, plagada de información de todo tipo y, especialmente, en aquellos medios que los alumnos acostumbran visitar para orientarse. La realidad y necesidad de lograr el aprendizaje de los alumnos, cercana a una evaluación que no podía quedar en el ámbito personal y sin un transparente registro de los esfuerzos docentes, condujo a la capacitación exhaustiva en las plataformas más didácticas, al desarrollo de clases virtuales y del material educativo adecuado y diverso.

Capacitación, desarrollo de materiales, clases sincrónicas, revisión y registro de calificaciones, pasó a ser la rutina del maestro; capacitación, tareas y ausencia de un espacio de convivencia juvenil, sin abrazos y cercanía entre ellos, aislados en su hogar, sofocados por un bombardeo de tareas que exigían conexión para el buen desarrollo de las mismas, pasó a ser la rutina de los alumnos abatidos por dudas.

Al principio del tercer parcial, su participación y asistencia a clase guardaba cierta emoción por el encuentro y convivencia, había aceptación y confianza de que pronto retornarían al aula, y la pregunta: ¿Usted cree que volveremos?, permanece hasta la fecha, pero diluyéndose, después de más de un año yen su tercer semestre en esta modalidad.

La deserción de alumnos se presentó en hogares donde los padres perdieron sus trabajos y los jóvenes debieron trabajar; también fue notorio que algunos alumnos perdieron la conectividad y, aún en esas condiciones, con trabajos en hojas, salvaron su semestre.

Compañeros maestros y familiares de ellos enfermaron, y algunos murieron. Situaciones similares abrazaron a los alumnos.

Pero esta es la realidad, más conscientes y organizados al carecer de tecnologías suficientes para los estudiantes del hogar, armados de sus celulares y sus habilidades, de su capacidad de adaptación y sus ganas de avizorar el retorno.

El maestro debe ahora ser más humano y flexible, sin decir en esto que no lo fuera antes; destaco sólo que ante la distancia debe construir una cercanía y un ambiente más cálido y motivador, que mitigue un poco la pérdida de un ambiente que, a esa edad de los alumnos, no lo sustituye la formación virtual forzada, inesperada y obligada.

Sin embargo, permanecen e ingresan nuevos estudiantes (aunque en menor cantidad, porque algunos padres han declinado ante esta oferta de educación a distancia y prefieren esperar, por diversos motivos, a que los tiempos presenciales vuelvan) con entusiasmo y aceptación.

Por su parte, el maestro, aunque cuenta ya con la experiencia técnica de este año, extraña también ver el rostros de sus alumnos, sus ojos inquietos y, especialmente, sus sonrisas; esas luminosas lámparas que le nutren el espíritu de una vocación nada ajena al porvenir, pues saben que el objetivo real de encontrarse, sea a distancia o no, con sus alumnos es formar, sumar mejores seres humanos a la sociedad. 

Pero ingeniosos, los alumnos en su sensibilidad, se las arreglan para mantenernos vivos: mantener viva una escuela nueva, confiados en el retorno.

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