El confinamiento que vivieron la mayoría de los países durante el mes de marzo de 2020, debido a la pandemia del COVID-19, generó una disminución de los gases de efecto invernadero que producen el cambio climático, dio a conocer Arturo Curiel Ballesteros, académico del Instituto de Medio Ambiente y Comunidades Humanas, del Centro Universitario de Ciencias Biológicas y Agropecuarias (CUCBA).
“Los cambios que vimos a finales de marzo, en el que la gente en casi todo el mundo se quedó en casa, tuvo un efecto de entre 4 y 7 por ciento menos en las emisiones globales de los gases de efecto invernadero a la atmósfera; eso se tiene que reconocer como algo importante, porque desde 1992 se procura que las naciones disminuyan este tipo de gases”, explicó.
Sin embargo, de acuerdo con análisis de especialistas internacionales, este decremento de los gases de efecto invernadero no tuvo una influencia significativa en la variabilidad natural de la temperatura, es decir, que no hubo una disminución en éstas respecto a las anomalías que se han presentado en los últimos años.
“Fue muy semejante a lo que se tuvo en 2016 y 2018. En ese sentido, se puede decir que aún cuando fue una disminución importante de gases contaminantes, el año 2020 se ubica entre los cinco años más calientes desde 1880. Se tuvo una disminución sí, pero no tuvo efecto diferente a lo que se ha tenido en la última década de este siglo en cuanto a las anomalías de grados centígrados de temperatura máxima”, detalló el especialista en cambio climático.
Dijo que en Jalisco los gases de efecto invernadero son generados por el consumo de energía eléctrica que provienen de las termoeléctricas, los medios de transporte y los residuos. Durante el confinamiento hubo una reducción importante de este tipo de emisiones, pese a que la población tuvo estancias más prolongadas en casa realizando las actividades que suelen hacer en sus centros de trabajo.
El confinamiento y las medidas sanitarias de prevención de contagios modificaron el comportamiento del fenómeno del ruido, en parte por el cierre temporal de empresas, el trabajo desde casa, además de la falta de clases presenciales, declaró Martha Georgina Orozco Medina, investigadora del CUCBA.
“La Secretaría de Transporte estima que 334 mil 600 viajes en automóvil son utilizados para traslados escolares todos los días, y ante la suspensión de clases estos viajes dejaron de realizarse, por lo que la emisión de ruido disminuyó radicalmente en las calles, además de tener un impacto saludable para las contingencias atmosféricas”, explicó.
Agregó que el confinamiento trajo prácticas comunitarias poco comunes y generó un aumento en lo que se conoce como el “ruido vecinal”; es decir, el que se genera por la permanencia de las familias en sus domicilios con el uso de aparatos electrodomésticos, música a alto volumen, presencia de mascotas y niños que juegan, así como las clases en línea o las videoconferencias que realizan los miembros de una casa.
María Guadalupe Garibay Chávez, también académica del Instituto de Medio Ambiente y Comunidades Humanas, señaló que parte de la mitigación de los contagios del COVID-19 está relacionada con el acceso a un medio ambiente saludable que incluye no sólo una alimentación adecuada, sino el acceso a servicios básicos y la salud física y emocional.
Recordó que el confinamiento total o parcial desde hace diez meses ha generado problemas psicológicos como ansiedad, depresión, estrés y desesperanza, un aspecto relacionado con la desigualdad y el lugar donde las personas viven, pues no toda la población tiene acceso a espacios verdes o actividades lúdicas.
Recomendó a la población acudir a parques, bosques urbanos o áreas verdes donde pueda tener contacto con la naturaleza y desarrolle actividades físicas, aunque sea caminar, ya que esto ayuda a reducir los niveles de ansiedad y produce una sensación de bienestar.
Este tipo de actividades deben de realizarse de manera responsable, portando una mascarilla o cubrebocas, respetando la sana distancia y acudiendo sólo cuando las personas no presentan ningún síntoma de enfermedad que pueda poner en riesgo a los demás.