La poeta Coral Bracho, Premio FIL de Literaturas en Lenguas Romances 2023, dialogó con estudiantes en una amena charla que giró alrededor de la escritura, sus vicisitudes, sus retos y lo que significa la poesía dentro del programa “Mil jóvenes con…”, en el marco de la 37 edición de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara (FIL).

Bracho declaró que su amor por las letras llegó con la fascinación por aprender a leer y que más grande se reforzó gracias al contacto directo con la métrica de los versos, gracias a una maestra que tuvo en una escuela en Francia, a la que asistió tras la muerte de su padre.

Contó que después de leer a autores como T. S. Eliot y José Lezama Lima, escribir comenzó a ser una realidad, junto con su incursión en el coro de la escuela que la hizo olvidar su idea de dedicarse a estudiar ciencias. La joven lograba revivir la fuerza del coro cuando descubrió las posibilidades que le daban las palabras, que ya no dejó nunca.

Reveló a las y los asistentes que su rutina para escribir carece de disciplina, pero le sobra intensidad, pues cuando tiene una idea para escribir no la deja hasta que sienta que quedó lista, incluso si las palabras la llevan a donde no sabía que llegaría.

A pregunta de un joven, Bracho recomendó a las y los autores noveles que se animen a escribir sin miedo al qué dirán y que lo hagan desde lo que su propia voz les dice.

“No piensen si le va a gustar a nadie, piensen en decir lo que quieren decir, lo que sienten, pero no tengan miedo a que no guste o piensen que no es poesía, háganlo. Lo que sí recomiendo es que lean mucha poesía. No se detengan, vayan hacia adelante”, les dijo.

Contó la experiencia de cuidar a su madre enferma de Alzheimer, las enseñanzas que le dejó su enfermedad y la manera en cómo armó su libro Debe ser un malentendido.

Bracho fue presentada por el poeta y ensayista mexicano Jorge Ortega, quien aseguró que la escritora convierte la lectura en una experiencia del ahora mismo y cuyos versos tienen “la calidad de la mirada, el radar del oído” y son “puerta de acceso a lo intacto y lo primigenio”.

Ortega afirmó que la escritora ha desarrollado “una obra poética impar, cuya calidad es indisociable de la consistencia” sin renunciar a “una escritura de tintes catárticos, que ha servido como una tabla de salvación, despistando a la muerte y exorcizando la violencia”.