Durante una expedición de buceo en las costas de Colima, el maestro Cristian Galván Villa se encontró con un peculiar espécimen: un coral nativo del otro lado del mundo, pero que poco a poco se ha establecido en la zona representando un potencial riesgo para las especies endémicas de la región.
Se trata del coral “copo de nieve”, una especie oriunda de la región del Indo-Pacífico, pero que ya se ha detectado en el Puerto de Manzanillo, en Colima y también en zonas de Jalisco como Puerto Vallarta y Barra de Navidad.
Galván Villa, profesor investigador del Departamento de Ecología Aplicada, del Centro Universitario de Ciencias Biológicas y Agropecuarias (CUCBA), ha participado en el registro de este coral invasor y actualmente trabaja en la búsqueda de nuevos procedimientos para controlar el avance de las colonias de este animal.
“Nos encontramos unas colonias de un coral blando al que comúnmente le dicen ‘copo de nieve’, su nombre científico es Carijoa riisei, y nos llamó la atención para empezar a indagar sobre esta especie; resulta que es nativa del Indo-Pacífico, de la región de Australia y el Sureste de China”, mencionó.
Galván Villa explicó que desde la década de 1960 se documentó la presencia de este coral en Hawaii, lo que prendió la alarma de los científicos debido a que invadió arrecifes representativos de la región.
El investigador detalló que a este coral le gusta desarrollarse y crecer en zonas duras como rocas, pero prefiere aquellos espacios artificiales como bloques de concreto, cascos de barcos hundidos o en los pilares de los muelles.
“Como especie invasora tiene ciertas características que le dan ventaja sobre el desarrollo de especies locales: tiene un crecimiento acelerado, y parte de los estudios que estamos haciendo es evaluar su tasa de crecimiento”, resaltó.
En Manzanillo, el coral “copo de nieve” registra una tasa de crecimiento de entre uno y dos centímetros por mes, mientras que se estima que otras especies de corales blandos tienen un crecimiento de apenas 0.34 centímetros por mes.
“Coloniza rápidamente ese sustrato y va desplazando a otras especies. Es uno de los principales problemas que genera”, aseveró.
“La biodiversidad de especies disminuye cuando está presente, es una de las consecuencias, además de colonizar el fondo de mar, por eso influye principalmente en invertebrados como moluscos, crustáceos, anélidos, entre otros”, añadió.
Problemas difíciles de controlar
Frenar el avance de este coral representa una dificultad para los especialistas; sin embargo, Galván Villa mencionó que ya se trabaja en el diseño de estrategias para detectar, manejar y extraer las colonias.
“El manejo de especies invasoras en la parte marina es muy difícil porque estamos en un ambiente ajeno a nosotros. Podemos estar en el agua por tiempos limitados y necesitamos mucho equipo y dispositivos para las incursiones; entonces, entrar al mar y encontrar un organismo a veces resulta como encontrar una aguja en un pajar”, aseveró.
Sin embargo, existen colonias a poca profundidad, como una localizada en la Playa La Boquita, en Manzanillo; en estos casos es posible establecer una estrategia de extracción para evitar romper el coral, debido a que esto puede estimularlo para que libere gametos y se reproduzca con mayor intensidad.
El investigador estima que este coral pudo haber llegado a esta región a través del agua de lastre que usan los barcos para estabilizarse en el océano.
Se cree que los barcos oriundos del Indo-Pacífico, e incluso del Atlántico, pudieron haber liberado agua de lastre con larvas de coral, y las corrientes marinas ayudaron a acercarlas a las costas, donde encontraron las condiciones adecuadas para asentarse.
“Estamos haciendo un estudio a nivel molecular con ADN para poder determinar si estas poblaciones de aquí provienen del Atlántico, porque también ya se distribuyó ahí, pero también hay reportes de invasión a través del Canal de Panamá hacia la zona de Colombia, Ecuador, Panamá y Costa Rica”, externó.
Galván Villa resaltó que continuarán indagando la presencia de otras especies invasoras; por el momento se han detectado animales como una estrella de mar oriunda de Hawaii o un pepino de mar originario del Caribe.
“La situación del puerto de Manzanillo lo hace un punto vulnerable en la introducción de especies; hemos estado dirigiendo los esfuerzos en monitorear esa zona para hacer la detección temprana de especies y evitar que se vuelvan invasoras”, declaró.
“La introducción de especies exóticas puede contribuir a traer enfermedades u otros microorganismos que no estaban aquí originalmente y causar enfermedades a otras especies, y así empieza a dispersarse el problema”, finalizó.