Convertirse en algún personaje de manga, anime, película de live action, videojuego, televisión, cine y más es una de las aficiones que pueden resultar sorprendentes.
Son las, los o les artistas de cosplay que se ya no sólo se les ve en convenciones de cómics, también en estrenos de películas y hasta combates organizados que simulan las realidades mágicas o distópicas de donde salen dichos personajes.
El investigador Francisco Javier Cortázar Rodríguez, académico del Departamento de Estudios de la Comunicación Social, del Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades (CUCHS), ha estudiado esta práctica cultural que ha tomado fuerza en la última década.
Él es autor del artículo Cultura y género en el cosplay y el crossplay, integrado en el texto Género y su impacto para los estudios en la era digital, coordinado por Lázaro Marcos Chávez Aceves.
En entrevista, Cortázar Rodríguez compartió que la práctica ha ido evolucionando en términos de performidad, un ejemplo es que las personas ya no sólo se disfrazan, sino que interpretan al personaje, conocen sus textos, ademanes, gestos; es decir, le dan vida al personaje.
«Cada vez es más sofisticado en los concursos especializados de cosplay. En algunos campeonatos internacionales podemos ver cómo la gente hace todo una coreografía, por ejemplo si son dos personajes de un videojuego, en minuto y medio representan las patadas«.
«Representan los movimientos, además hay música de fondo y una proyección en una pantalla que está detrás de ellos donde vemos las explosiones las ondas expansivas, cómo se destruyen edificios o árboles y demás».
Esto hace pensar al académico que pronto se involucrará tecnología como la realidad aumentada, la realidad virtual, pero también la inteligencia artificial (IA).
«No es extrañar que la gente pronto lo encuentre en un solo lúdico a la IA para acompañar la práctica del cosplay».
Otro de los aspectos que explora en el artículo académico es el crossplay, que es cuando una persona decide performar mediante el cosplay a un personaje de un género distinto al que se asume.
Esta práctica es común y, por supuesto, no determina en lo absoluto la orientación sexual, identidad de género ni expresión de género de la persona en cuestión.
Trasciende a la escena geek
Tradicionalmente el cosplay se había asociado a «entornos» geek, donde se reúnen fanáticos de series, películas o historietas provenientes de Asia o historias de ciencia ficción americanas como Star Wars, X Files, Star Trek, etcétera.
Sin embargo, el afán de disfrazarse o hacerse notar como fanático de algún producto cultural audiovisual está trascendiendo a otros ámbitos.
Tal es el caso de la película de Barbie, que glamurizó la idea de vestirse de rosa al ir a verla al cine.
Lo mismo de vestir un atuendo rosado lo hicieron quienes acudieron a las funciones de la obra de teatro musical de Mean Girls, cuyo elenco de Broadway se presentó recientemente en el Conjunto Santander de Artes Escénicas.
«Se ha vuelto ya una práctica más común ir disfrazados de personajes de películas cuando hay estrenos de películas».
«Por ejemplo, ahora con el estreno en cine de Intensamente 2, donde la gente se disfraza de alguno de los personajes: de color azul, de color verde, para representar los sentimientos», contó el académico.
Disfraces y vestimentas permiten generar comunidad
A decir de Cortázar Rodríguez, usar ropa que remita a algo que se ama no es nuevo, pues esto ocurre desde los años 60 con fanáticos de artistas musicales, convirtiendo la práctica en una tradición.
«Tiene que ver con la larga trayectoria que tienen las juventudes con las manifestaciones culturales que tienen una fuerte identidad social».
«Los jóvenes en los años 60, en los años 70, vestíamos como nuestros ídolos que eran grupos de rock: el cabello largo, pantalones acampanados».
«Cuando uno va a un concierto de música muchas veces se lleva una playera con el logo del grupo que se va a escuchar y ver su representación«.
«Y, por supuesto, la gente adorna en sus habitaciones con pósters de los ídolos de cine, de música, de fútbol».
El manifestar el gusto, dijo el académico del CUCSH, es externar lo uno vive y buscar contactar con otras personas que comparten el gusto.
«Ya no queda encerrado en la casa, sino que a través de las redes sociales nos podemos fotografiar representando a los objetos con los que nos interesa identificarnos colectivamente».
«Es el primer contacto que vas creando con otras personas, que tienen aficiones como tú».
Es así como se aprovecha el momento de las convenciones, conciertos, teatro musical, «para encontrar una hermandad, a través de la expresión de su disfraz».
A diferencia de las manifestaciones culturales que emanan de los ritos religiosos, el investigador dijo que en el caso del cosplay o vestirse sobre algún producto cultural es una actividad para nada solemne y lo que se busca es la diversión.