El confinamiento obligatorio por la pandemia de COVID-19 modificó los hábitos alimenticios entre los mexicanos, aunque aún no existe ningún estudio realizado por autoridades sanitarias o instituciones de educación superior donde se midan los indicadores de este tema en nuestro país.
Así lo señaló Martha Betzaida Altamirano Martínez, coordinadora de la licenciatura en Nutrición del Centro Universitario de Ciencias de la Salud en entrevista.
“Definitivamente este confinamiento ha hecho que cambien hábitos de alimentación, algunos para bien y otros para mal. Esto nos debe preocupar porque puede llevar a aumento de peso. Algunos pacientes reportan que han aumentado 3 o 4 kilos, algunos incluso han aumentado más y debemos tomarlo en cuenta, porque dentro de las situaciones que causan más complicaciones en COVID-19 son precisamente la diabetes, hipertensión y obesidad, con 30% mayor riesgo de complicaciones. Incluso algunos estudios hablan del doble de riesgo”, indicó Altamarino Martínez.
“En México no hay información de cuestiones en cambios de hábitos alimenticios ni reportes oficiales. Tampoco información suficiente para saber si aumentó el número de personas con sobrepeso u obesidad”.
Explicó que no todo entra en un escenario terrible. También hay personas que han mejorado su calidad de vida, pues con el confinamiento tienen tiempo de cocinar más sano y de hacer ejercicio, lo cual antes era imposible por salir temprano al trabajo y regresar casi de noche a casa en una urbe metropolitana que devora el tiempo de las personas entre el tráfico y la contaminación.
“En relación a alimentación y actividad física hay personas que tienen más tiempo para preparar alimentos más saludables, más agradables y tienen tiempo de hacer ejercicio gracias a los tutoriales disponibles en internet, pero por otro lado hay personas que por situaciones emocionales han alterado sus rutinas y consumen más alimentos procesados y menos actividad física. Así que el confinamiento ha apoyado las dos vertientes en la población”, explicó la especialista, que además de nutrióloga también cuenta con una maestría en Psicología de la Salud
De forma ilustrativa, compartió que en España aumentó el 21% el consumo de alcohol, el 41.5% ha aumentado el consumo de alimentos altos en calorías, como papas fritas, pastelillos o alimentos ricos en azúcar, sodio o grasa y el 41.6% de la población disminuyó la actividad física.
En contraste, cifras en Reino Unido muestran que la población hoy tiene un mayor consumo de frutas y verduras, es decir, el 48% de la población come más de estos alimentos. Pero hay 39% que ingiere más alimentos dulces, caramelos, chocolates y pasteles o snacks o refrigerios salados. Eso es negativo.
“Estos datos nos ayudan más o menos a dimensionar el problema. Creo que es momento de adquirir hábitos más sanos, organizar mejor nuestra vida, pues quienes comen mal tienen situaciones de estrés relacionados con la pandemia y se sienten abrumadas. La comida se vuelve el único goce o disfrute que llegan a tener. Si bien comer es un placer, si comemos más tenemos complicaciones a largo plazo, como afectaciones al sistema inmunológico y proceso inflamatorio constante”, recomendó.