Pandemia aumentó el número de pobres en México

“Se podrán multiplicar los programas sociales y gastar más dinero, pero el problema de fondo, de raíz no se va a solucionar, sobre todo en una realidad marcada por una inflación que ya está llegando a los dos dígitos”: Vaca Medina

La pandemia por COVID-19 ha marcado un antes y un después en torno a la pobreza y la desigualdad. Anterior a ésta había alrededor de cincuenta millones de personas en condición de pobreza, después de la pandemia se sumaron entre cuatro y cinco millones más a las filas de la pobreza, indicó Jesús Vaca Medina, adscrito al departamento de Administración, del Centro Universitario de Ciencias Económico Administrativas (CUCEA), quien trabaja la línea de investigación “Política fiscal y desigualdad, un impuesto al capital para reducir o erradicar la desigualdad”.

En entrevista, comentó que este empobrecimiento se debió a la pérdida de empleos, tanto formales e informales, y por el cierre de empresas, por la crisis que se generó en éstas después del confinamiento. Las más afectadas fueron las micro y pequeñas empresas, que viven al día y no tienen la liquidez o los ingresos suficientes como para poder soportar varios días de cierre, y ante la necesidad de mantener costos fijos como pago de renta y salarios.

El empobrecimiento afectó a personas de clase media, y si de por sí esta clase social era muy estrecha, actualmente lo es más en México, señaló el también doctor en Estudios Fiscales.

Las personas de menores ingresos se calcula que tardarían aproximadamente una década en recuperar los niveles de vida anteriores a la pandemia, y en México se espera que sea más de una década. Mientras que las fortunas más prominentes o importantes a nivel mundial recuperaron su nivel de riqueza o ingreso previo a la pandemia en menos de un año, nueve meses aproximadamente.

Para que la gente alcance los niveles de bienestar económico anteriores a la pandemia, México podría tardar más de lo que se espera en otros países, derivado de las políticas económicas impulsadas por el Gobierno Federal.

Países como Alemania o Francia implementaron políticas fiscales de endeudamiento para poder reactivar la economía, y tuvieron recuperaciones muy rápidas, incluso, en Estados Unidos la crisis duró menos de tres a cuatro meses, y en México van dos años de pandemia, y todavía no se alcanza el nivel de la economía que había antes por falta de apoyos.

Destacó la necesidad de una política fiscal en México más orientada hacia la redistribución. Un instrumento que se está abordando en Francia y Estados Unidos es un impuesto al capital, que trata de reducir un poco el rendimiento de la riqueza, ya que hay evidencia de que los capitales se están incrementando o multiplicando más rápido que la misma economía, lo que provoca que haya personas ricas que se estén haciendo más ricas.

El Gobierno Federal está apostando por una política redistributiva de gasto, a través de becas u otorgamiento de recursos a la población de escasos recursos para tratar de equiparar los niveles de ingreso y de consumo, pero el problema es que la naturaleza de la desigualdad tiene que ver más con la multiplicación de la riqueza que con el gasto.

“Se podrán multiplicar los programas sociales y gastar más dinero, pero el problema de fondo, de raíz no se va a solucionar, sobre todo en una realidad marcada por una inflación que ya está llegando a los dos dígitos”.

Hay una parte de la política fiscal que ha sido dejada de lado, que es la tributaria, y puede orientarse a tener efectos redistributivos. Por ejemplo, el pago de ISR, con tasas progresivas, se supone que es un instrumento fiscal redistributivo, pero por problemas que hay, como los de fiscalización de ingresos y lavado de dinero, es muy complicado que por sí solo el ISR pueda cumplir con el proceso redistributivo, y en ese contexto hay una nueva propuesta vinculada con los impuestos al capital.

El impuesto al capital no es muy alto en otros países, es menos del 1 al 2 por ciento. Se trata de tasas bajas, pero impuestas a fortunas o patrimonios importantes pueden tener una repercusión en la distribución, y podría ser una fuente de captación de recursos para el gobierno federal, y que después esos recursos puedan impulsar programas de inversión pública, más que de gasto social, para poder brindar más y mejores oportunidades de acceso al empleo para la población.

“Se podría genera un círculo virtuoso en el que los mismos recursos que se obtienen a través de esos impuestos, empiecen a generar oportunidades para dinamizar la economía y generar más y mejores oportunidades para la población”.

Habría que trabajar, además, estrategias para paliar la fuga de capitales ante un impuesto sobre la riqueza. Hay que considerar que, dado los rendimientos generados y la presión inflacionaria, se podrían implementar estrategias para no provocar la fuga de capitales, y es el punto de la investigación que se analiza para determinar qué se puede proponer o hacer para evitar esa desventaja.

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