Cristina Rivera Garza es muchas Cristinas: son dos diferentes las ganadoras del Premio Sor Juana Inés de la Cruz, en 2001, por Nadie me verá llorar y este año por La muerte me da; otra la protagonista que encuentra un cadáver castrado en un callejón y se ve envuelta en las averiguaciones del caso, y la serie de casos que aparecen después; una más es la que ahora pide un café, “pero de grano, sin azúcar, sin nada”, mientras las preguntas van y vienen sobre un cactus que adorna la mesa de cristal, mientras algunos lectores le piden fotos y firmas en la ajetreada mañana de la Feria; y muchas otras Cristinas son la que da clases en la Universidad de California en San Diego, por ejemplo, o la que alimenta un blog desde hace cinco años, la que escribe divertimentos en su lengua madrastra —el inglés—, la que escribe poesía, la que se licenció en sociología, la que se doctoró en historia, la que hace una columna cada semana en Milenio, o la que se va de farra al bar el Gato Verde “hasta las tempranas horas del alba”.
“Yo”
La protagonista se llama Cristina Rivera Garza, ya que uso el “yo” como máscara, en el sentido más falso, porque ¿quién nos dice que el “yo” es un sitio de intimidad, o de verdad? Los libros menos que nadie. Esto es parte del guiño constante de que esto es artificial, un trabajo con el lenguaje.
Correr
Corrí mucho tiempo… pero lo he dejado. Correr es como escribir. Llega un momento en que sientes que no puedes más; entonces entran las endorfinas y de repente ya no estás pensando, ya no estás corriendo: vas flotando. Lo mismo al escribir: llega un momento en el que la escritura sigue un flujo, el texto colabora contigo y sigues adelante sin esfuerzo. Espero volver a empezar pronto, ya verás.
Olivetti
Me dan mucha envidia las personas que pueden hacer cosas con sus manos, a pesar de que el arte postconceptual sostenga que ya no es necesario usar las propias manos. Así que mi Olivetti lettera 32 ha regresado. Es una sensación muy padre, y no es una nostalgia: es lo de hoy
Materia/forma
Cada materia, cada tema con el que uno trabaja va guiando la búsqueda de la forma, o el texto perdería vida propia. El tema aquí incluye la fragmentación, por eso el libro es un proceso de despedazamiento en sí mismo: hay un ensayo completo hacia el final de libro, un libro de poesía completo y un capítulo basado en cartas.
Uno de mis retos personales en este libro era trabajar de cerca con el corte de la oración y la zona intermedia entre verso y párrafo, las relaciones entre la poesía y la prosa, el fenómeno de la violencia contemporánea especialmente en su versión invertida en el cuerpo masculino, y el thriller para jugar con él y subvertir el formato. Es un libro atípico.
En tierra ajena
Hay un cierto número de escritores mexicanos que escriben en español y viven en Estados Unidos, que no tienen foros suficientes aunque hay una comunidad latina muy importante. Había muchas esperanzas sobre una mayor posibilidad de publicar en español dentro de Estados Unidos con el censo de hace algunos años, pero se ha visto poco. El problema es que no hay lectores… pero es un problema que hemos exportado.
Escribir
Escribo mucho, pero muy despacio. Porque tu responsabilidad es escribir cada vez tu mejor libro, el más arriesgado y, no porque estás echando los demonios del yo, sino porque pones en cuestión todas las herramientas a tu alcance para hacerlo. Si estás escribiendo un libro en el que pones la carne al asador no puedes estar haciendo copias, en ese sentido todos los libros deben ser rompedores, vanguardistas.