El hombre que hizo volar sus sueños

Después de mudarse de Vallarta para estudiar en CUValles, Jose Jaime Gascon entendió que a veces dejar atrás cosas te permite conseguir tus metas, como crecer en el mundo académico y también intentar volar

El mar de Puerto Vallarta guarda los recuerdos de los primeros días de Jose Jaime Gascón Avalos, quien creció a escasos minutos de la costa, en un pequeño rincón donde las montañas parecen abrazar la bahía y el aire es tan denso y fresco como los amaneceres en una ciudad costera. Allí, en una casa en la pendiente, Jose creció casi tocando el cielo, con los paisajes y sonidos del océano como su más fiel compañía.

Ahora, a sus 25 años, dejó atrás la brisa salada para sumergirse en un nuevo entorno, muy distinto: el pueblo de El Quelite, Jalisco; un lugar donde, a diferencia de la arena costera, el lodo se acumula en las calles cada vez que llueve.

Es ahí, en unos departamentos compartidos con otros estudiantes del CUValles, donde ha encontrado una segunda familia. “Fue muy difícil acostumbrarme a este lugar», confiesa. “Pasé de ver la playa y las montañas a vivir en un pueblito de tres calles”. 

Pero en El Quelite ha aprendido que, aunque a veces se dejen atrás muchas cosas, siempre se puede construir un espacio propio.

Jose nunca imaginó que terminaría trabajando en el diseño de drones. Su pasión por la ciencia, especialmente la física y la matemática, fue una constante en su vida desde los primeros años. En la preparatoria, ya asistía a competencias de física y soñaba con estudiar en una gran universidad.

Fue casi por casualidad que descubrió CUValles, la sede de la Universidad de Guadalajara en el municipio de Ameca, Jalisco, donde entró a la carrera de Ingeniería en Mecatrónica. “La subdirectora de mi prepa me lo recomendó”, recuerda. “No sabía nada de la existencia de este lugar, pero terminé aquí y encontré una oportunidad”. 

Esta oportunidad se materializó a finales del 2021 en forma de un grupo de estudiantes y doctores apasionados: el IEEE (Institute of Electrical and Electronics Engineers), donde Jose reforzó su interés por la tecnología y la ciencia aplicada. Pero no fue hasta el 2022 que, en una reunión con el grupo, nació el proyecto de construir un dron. «¿Por qué no lo hacemos aquí en CUValles?» se preguntaron, con ese entusiasmo y nerviosismo de quien se lanza a lo desconocido.

Así comenzó la aventura del equipo, que finalmente adoptó el nombre de “C11 Drone Team”, en honor al laboratorio del CUValles donde solían trabajar. Con el tiempo, el grupo se redujo, quedando solo Jose y su compañero Manuel Alonso Zurita Gil, junto con los doctores Jesse Rumbo Morales, Gerardo Ortiz Torres, Felipe de Jesus Sorcia Vazquez, Alan Perez Vidal, Himer Avila-George, Antonio Márquez Rosales y Erasmo Rentería Vargas.

“Estoy fascinado con la dinámica del equipo de trabajo; un día nos encontramos defendiendo solicitudes de propiedad intelectual, al siguiente estamos escribiendo artículos científicos, otro día visitando empresas de otros estados para hacer transferencia tecnológica, presentando en congresos nacionales o participando en proyectos en una variedad de campos”.

Para el 2023, Jose y el equipo ya tenían su primer dron, un prototipo de casi tres metros que bautizaron como «Mark 1» en honor a la película de Iron Man (2008). Este era una mezcla de innovación, ingeniería, precisión y, sobre todo, esfuerzo. El Mark 1 fue diseñado para ayudar en la agricultura, facilitando el riego y la aplicación de fertilizantes en los campos y minimizando el riesgo a la salud que los químicos y el trabajo duro representaban para los trabajadores. “Los drones pueden hacer el trabajo más seguro y eficiente, y eso es lo que queremos ofrecer”, explica José.

La construcción implicó una precisión absoluta, un entendimiento detallado de física, matemáticas y materiales, que se aprendieron en tiempo real. Con cada prototipo que no volaba, el equipo C11 regresaba al inicio, repasando cada detalle hasta encontrar el error.

A la fecha el dron está casi listo para su lanzamiento al mercado, especialmente para aquellas empresas que han mostrado interés en adquirirlo.

Para Jose, el esfuerzo invertido en el proyecto ha sido un viaje lleno de descubrimientos, tanto técnicos como personales. Crecer en una familia que valoraba la educación y el trabajo duro le dio las bases para enfrentar las dificultades que vendrían. Su madre, quien le enseñó la importancia de la empatía, y su padre, quien le inculcó el valor del esfuerzo, fueron sus primeras influencias. 

“Mis papás siempre intentaron darme lo mejor, incluso cuando hubo momentos difíciles en casa», comentó.

No obstante, el proyecto lo ha alejado de su familia. Sus visitas a Puerto Vallarta son esporádicas y se han vuelto un lujo. Aunque extraña su hogar, entiende que éste es el precio por dedicarse a un proyecto de esta magnitud. 

“A veces tenemos que dejar cosas atrás, aunque duela”, asegura. 

El arte, por ejemplo, específicamente el culinario y la danza folclórica, son otras de esas pasiones que tuvo que dejar de lado.

Jose encuentra inspiración en muchos aspectos de la vida y también en figuras históricas como Nikola Tesla, el excéntrico inventor cuyos logros transformaron la tecnología moderna, pero que, a pesar de su ingenio, vivió una vida solitaria y llena de sacrificios. Este es un referente para él, una especie de recordatorio de que el verdadero avance suele venir acompañado de cierta soledad.

“A veces pienso en la historia de Tesla y en lo que implica renunciar a la vida social, a una familia, por una idea, por algo que consideras importante. No sé si estaría dispuesto a sacrificar tanto, pero entiendo esa necesidad de dejar un legado.”

Hoy, él continúa ampliando sus conocimientos, preparándose para lo que podría ser un futuro en el extranjero, o incluso, en un doctorado; para ello, primero está haciendo su maestría en Ciencias Físico-Matemáticas y ha tenido que viajar al Norte de México, donde actualmente trabaja en su tesis, un proyecto enfocado en el diseño de estructuras y análisis de fluidos mediante simulaciones computacionales. 

Esta es una especialidad a la que se quiere dedicar y que ve como esencial para cualquier diseño de alta eficiencia, aunque es la aerodinámica lo que más le entusiasma.

“Ser mecatrónico en general implica meterse en muchas cosas, aprender muchas cosas, pero, llega el momento en el que tienes que especializarte” ​

Con este conocimiento, busca que dispositivos y maquinarias puedan desarrollarse de manera local, pues menciona que “hay una empresa de origen chino que predomina completamente en el mercado de drones. Queremos ofrecer una alternativa con valor agregado que no dependa de piezas o diseños importados”.

Por ende, esta tesis no solo es un reto técnico, sino que representa una visión estratégica para que México pueda competir en el ámbito de la innovación tecnológica.

Además, a medida que Jose avanza, ayuda a empresas locales a mejorar sus productos, ajustando sus diseños, ofreciendo recomendaciones técnicas y estructurales que vuelven los modelos más eficientes. «Es increíble poder prever cómo va a comportarse una máquina sin tener que construirla físicamente», comentó con una sonrisa.

Su interés por mejorar la tecnología no se detiene en el ámbito comercial, pues también colabora activamente en un proyecto con estudiantes de medicina del CUValles para desarrollar prótesis funcionales y accesibles, una iniciativa que le permite unir su formación en ingeniería con su deseo de crear soluciones significativas para las personas.

Por ello, Jose mantiene una vida académica muy activa, junto con otra de sus muchas pasiones, que es enseñar y compartir lo que sabe, asesorando a otros estudiantes tanto de CUValles como de otros países, en temas de física y matemáticas. 

“Me gustaría prepararme como educador, yo creo que formar gente es algo muy bonito, entonces, ese sería como otro objetivo profesional”.

El ritmo de vida de Jose requiere de mucha disciplina y muchas horas de trabajo, pero su una vez que llega a casa busca la manera de tener una rutina. “Ya en las noches, yo y los que vivimos en el departamento nos vamos caminando desde la universidad –un poco peligroso ¿no?–, pero es tranquilo caminar en la oscuridad, te desestresas”.

Así, al final de cada jornada, cuando se dirige a su departamento caminando bajo el cielo estrellado, es difícil para él no pensar en Puerto Vallarta, en las noches despejadas de su infancia y en las largas caminatas con su familia cuando iban a Talpa de Allende, Jalisco.

Aunque ahora vive lejos de la costa, esas mismas estrellas le recuerdan sus raíces, su hogar y el mar que lo vio crecer. Esto le da una paz extraña, una especie de calma que solo puede encontrar después de un largo día de trabajo. Sus sacrificios y amor por el conocimiento lo han llevado lejos de su hogar, pero su visión sigue firme: demostrar que la ciencia es una herramienta de cambio y que, con trabajo y dedicación, los sueños que alguna vez parecieron imposibles, algún día pueden volar.

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Este contenido es resultado del Programa Corresponsal Gaceta UdeG que tiene como objetivo potenciar la cobertura de las actividades de la Red Universitaria, con la participación del alumnado de esta Casa de Estudio como principal promotor del medio oficial de comunicación de la Universidad de Guadalajara.

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