Cuento para rato

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encuentro de cuentistas durante la feria internacional del libro de gdl, en la foto Rubem Fonseca y Sergio Pitol foto giorgio viera.

Tomé su mano, la puse sobre mi corazón y dije, mi corazón es tuyo, después la coloqué sobre mi cabeza y dije, mis pensamientos son tuyos; moléculas de mi cuerpo que están impregnadas de moléculas del tuyo. Después puse su mano en mi verga, que estaba dura, y le dije, esa verga es tuya…”
Con un cuento pornográfico llamado “Ella”, leído por su autor, el brasileño Rubem Fonseca, quien citó una frase del novelista irlandés Óscar Wilde, al aseverar que “no existen libros pornográficos, morales o inmorales. Existen libros bien escritos o mal escritos”, arrancó el Encuentro internacional de cuentistas, que reunió además, a los escritores Sergio Pitol, Ednodio Quintero y Luisa Valenzuela.
Uno a uno, de acuerdo a la mecánica anunciada por el moderador Enrique Serna, fueron guiando a los asistentes, con sus narraciones, a mundos de ficción, como el que mostró el mexicano Sergio Pitol, que leyó un fragmento del relato titulado “ícaro”. Le siguió el venezolano Ednodio Quintero, quien se mostró emocionado de conocer “a un grande de la lengua portuguesa, Rubem Fonseca”, y luego dio lectura a “Caza”. Para finalizar la ronda, tocó el turno a la narradora argentina Luisa Valenzuela, que leyó un par de miniseries.
Antes, Enrique Serna había comentado que la finalidad del encuentro era ofrecer un panorama de lo mejor del cuento contemporáneo y contrarrestar uno de los efectos más nocivos de la mercadotecnia editorial: la exclusión de este género de los grandes escaparates de difusión literaria. Una exclusión que ha contribuido a empobrecer los horizontes culturales de muchos lectores.
Así fue como los narradores comenzaron a emitir sus opiniones sobre el futuro del cuento. Las preguntas por parte del moderador resultaron contundentes: ¿creen que se convertirá en un género minoritario, como la poesía? y ¿cómo podemos recuperar la popularidad del cuento?
Rubem Fonseca decidió contar una pequeña historia. Relató que en 1803, un novelista francés declaró la muerte de la literatura de ficción. “Prácticamente el cuento había muerto. Recordó que a principios del siglo XX se dijo que con el cine, el cuento iba a morir. Lo mismo cuando surgió la televisión. Después vino el internet y afirmaron otra vez, que moriría. Pero no ha muerto. Tal vez están disminuyendo los lectores, pero eso no significa que el cuento vaya a morir. Lo que importa es que nosotros permaneceremos, nosotros escribiremos. ¿Qué más querías saber?”, preguntó, a lo que el público reaccionó con aplausos.
Ednodio Quintero aseguró que el cuento perdurará, como la novela o la poesía, aunque tal vez llegue a cambiar de forma. “Quizá no haya que escribir cuentos perfectos, según la receta de Allan Poe, sino con más libertad. Es un género que seguirá vivo. Seguramente con los cambios de forma podemos decir que ¡viva el cuento!”
Luisa Valenzuela se sumó a lo expresado por Quintero. Aseveró que es el género más rico y el que inicia la literatura de alguna manera. “Yo no entiendo porqué los editores no lo quieren, porque en este mundo rápido, leer un cuento es entrar en un universo absoluto y quedar enriquecido en pocas páginas. Tampoco podemos pensar que el cuento ha desaparecido tanto. Hay muchas editoriales que lo aceptan, pero la culpa la tiene el público y los editores. El editor no debe dar al público lo que éste quiere: debe enseñarle a leer”.
Al hablar sobre cuánto ha cambiado el cuento, Rubem Fonseca citó a Bocaccio, Chéjov, Kafka, ítalo Calvino y Borges, entre otros. “Estos escritores modificaron la faz del cuento, pero el cuento se continúa modificando. Todos los cuentistas están dando una nueva contribución. Entonces el cuento continuará”.
Ednodio Quintero se refirió a la innovación más importante que ha reformado el cuento, y dijo que habría que quitarse el sombrero ante Borges. “El cuento es un género que requiere de lectores jóvenes con capacidad de sorprenderse. A partir de ahí, creo que el cuento seguirá acompañando a los escritores”.
Lo que se busca en el cuento es la condensación. El cuento que se extiende, pierde mucho. Es de cambio constante, detalló Luisa Valenzuela, tras recordar que Rulfo siempre dijo que a Pedro Páramo le sobraban 30 páginas y que si le hubieran dejado quitarlas, las hubiera sacado. Agregó que el cuento presenta una exigencia mayor, ya que no es cuestión de tener un molde para hacerlo. Se ajusta a una dinámica y un ritmo especial. Incluso exige su propio final desde antes de haber nacido, pero hay que encontrar las palabras precisas.
De acuerdo a lo expresado por los cuentistas, un buen cuento puede cambiar la vida de alguien. Valenzuela citó a Julio Cortázar: “la novela gana por puntos y el cuento por nocaut”.
Rubem Fonseca, a pregunta expresa de una chica, rechazó ser misógino. Subrayó que desde su punto de vista “las mujeres son más inteligentes, generosas y bonitas que los hombres”.
Al ser interrogado respecto a “¿cómo afronta el tema de la muerte, porque se le considera un escritor despiadado?”, contestó: “yo no creo en Dios”, y cuando Luisa Valenzuela intervino para pedirle que expusiera los ejes de su obra, y qué tanto humor negro emplea, respondió que “no es una cosa deliberada. Tengo esa visión del mundo. Mi literatura es violenta”.
“… En la cama no se habla de filosofía”, concluye el cuento de Rubem Fonseca.

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