Dahlia de la Cerda

literatura que suena a corridos

Para la autora de Perras de reserva y Medea me cantó un corrido escribir desde las propias heridas es un ejercicio de catarsis colectiva, en que muchas mujeres puedan reflejarse. Pero también es terapéutico, una manera para sacar la rabia y exorcizar su dolor por este país

Desde Aguascalientes, Dahlia de la Cerda envió su manuscrito engargolado de 120 cuartillas de Perras de reserva para concursar en el Premio Nacional de Cuento Joven Comala 2019. Eran tiempos difíciles para ella y su esposo, por lo que, tras pagar el costo del envío de paquetería por Flecha Amarilla, regresaron a su casa caminando. 

Hoy la realidad es otra. La obra, además de haber ganado el concurso y haber sido traducida a distintos idiomas, es finalista también del Premio Internacional Booker, una prestigiosa bienal dirigida a escritores con obras de ficción publicadas en inglés y en la que sólo otras tres latinoamericanas habían llegado a la etapa final: Guadalupe Nettel, Fernanda Melchor y Gabriela Cabezón Cámara. El ganador será anunciado el 20 de mayo.

Pero sobre todo, la escritura le ha ayudado a lograr cosas que ni siquiera había imaginado poder conseguir. Por ejemplo, tener una casa propia, o viajar. Simplemente, dice, para ella era un lujo hasta el tema de la comida, “o sea, comer en ciertos lugares, para mí eso ya era el sueño”. 

La literatura ayuda en muchos casos, no sé si a atrapar los sueños, pero sí a visibilizarlos. No solamente los que tienes como escritora, sino también los sueños colectivos, de otras personas, de personajes”.

Perras de reserva (2022) son historias interconectadas de mujeres, marcadas por la violencia, los abortos, problemas familiares y de pareja. Temáticas y narrativas en red que retoma en su tercera publicación, Medea me cantó un corrido (2024), nominada al Premio Ribera del Duero. Entre estas dos publicó Desde los zulos (2023), una obra muy personal que nos adentra a la vida de la autora, a su filosofía, a su trabajo de acompañamiento en abortos, a su activismo en colectivos feministas y de proyectos como Morras help Morras.

Su intención, confiesa, no era publicar tres libros. Tardó casi seis años en escribir Perras de reserva y “los otros dos ya han sido porque la maldita industria editorial me lo ha exigido y presionado para que escriba. Hubiera preferido tener una vida mucho más suavecita que ser una escritora reconocida”, dice, pero la escritura le ha significado una herramienta para muchas cosas, y hasta ha sido terapéutica

“Si escribo con tanta furia es porque muchas veces estoy así. Entonces, en lugar de salir a pegarle a la gente, como me recomendó mi psiquiatra descargo mi rabia con la escritura”.

¿Dahlia habla, piensa y escribe desde las heridas? ¿Ha logrado cicatrizarlas? Las heridas no están, que tú digas, sanadas. Las cicatrices son difíciles de sanar y los procesos no son lineales, pero al menos tengo esta tranquilidad de que en lugar de regresar el daño que yo recibí, escribí textos narrativos. Convertí esa miseria en arte, ese dolor en arte y también en un ejercicio colectivo donde otras personas pueden encontrar alivio, consuelo, reflexiones. Haber transformado mis heridas personales en un ejercicio de catarsis colectiva, es con lo que yo me quedo. Si no hubiera atravesado por las tragedias que pasé, no estaría aquí. Pero si me preguntas si he llegado a un nivel que yo diga: las tragedias por las que pasé, ¿valieron la pena para estar sentada aquí?, la verdad es que no. Pero me tocó una vida complicada y había que hacer algo con eso y yo decidí hacer literatura.

¿Consideras que tu misión es contar todas esas historias, hacerlas visibles, dejarlas correr a donde tengan que llegar? No sé si sea mi misión, porque se escucha como muy mesiánico. Varias veces he estado al borde de la muerte, pero a veces sí pienso y digo: es que si me he salvado tantas veces de la muerte, es que soy así como protegida. Tengo una misión en esta vida, pero no logro decidirme si mi misión es la escritura o el acompañamiento de abortos que también hago. El trabajo que elegí de escribir, las historias que elegí contar, me tienen muy satisfecha, sobre todo que estas historias lleguen a tantas librerías del mundo, a tantos lectores y que puedan tener una visión distinta de lo que significa ser mujer en un contexto como el mexicano, y que se visibilice que aún en espacios tan conflictivos, tan violentos como México, hay lugar para la risa, para la resistencia, para la cumbia.

Puedo pasar acostada en mi cama: ¿Todo esto para qué?, ¿para qué estudiar tanto?, ¿para qué trabajar tanto? ¿para qué todo lo que hago si quizás mañana me toque estar en un fuego cruzado y valga verga?  Fragmento de Medea me cantó un corrido.

Si la vida es un fuego cruzado, ¿la única manera de sobrevivir es dándole un sentido?, ¿dónde y cómo encontrarlo? Es una de las preguntas claves, no solamente de la vida, sino de la filosofía. En la mañana me levanto y digo, ok, ya soy una escritora reconocida, tengo básicamente todo lo que un escritor quiere, publicaciones en una editorial, lectores, premios, reconocimiento, el Booker que es tan ambicionado, ¿qué sentido tiene todo esto? A mí lo que me da sentido, aunque pueda parecer algo muy absurdo, son mis mascotas. Digo “güey, imagínate, me muero, ellos no van a entender qué me pasó, simplemente se van a quedar: pues cómo nos abandonó, se van a entristecer”. Al final a todas, a todos y a todes, más allá de las metas, de la búsqueda de éxito, de trascendencia, lo que verdaderamente nos ata a la vida o lo que le da sentido a nuestra vida, no es otra cosa más que anclarse a ella, porque si tú llegas a la conclusión de que la vida es absurda pues para qué tanto pedo.

“México es un país que odia a las mujeres”, “es un desierto hecho de polvo de huesos”, ¿cómo describirías tu dolor por este país que en tu obra llamas con el nombre de Aztlán?  Si tuviera que describir de una forma Aztlán es que sería un hombre empobrecido, racializado. Es un estado de emergencia. Aztlán es una tierra que odia a sus hombres jóvenes, porque es brutal ver tantos hombres desaparecidos y muy probablemente la mayoría fue de un reclutamiento forzoso para el crimen organizado, y muchos de ellos probablemente ya no estén vivos, han sido asesinados en el fuego cruzado. Cuando escribí Perras de Reserva era un momento en que la violencia hacia las mujeres era algo que se necesitaba visibilizar, pero ahora tenemos que visibilizar también la violencia hacia los hombres jóvenes, sobre todo de contextos de alta marginación o de alta vulnerabilidad.

“Perras de reserva será mi bestseller”

Son ya 12 reimpresiones de Perras de reserva, y va por más. Con dos años en circulación, el libro se ha posicionado entre los cuatro más vendidos en Amazon y ha competido contra gigantes como El principito y Hábitos atómicos. En España no le ha ido tan bien, pero en Polonia y Francia ha sido una locura. 

Dahlia considera que esta publicación será su bestseller, mientras que Medea me cantó un corrido, su más reciente libro, le ve más posibilidades para hacerse de premios literarios y menos posibilidades de vender. “Todavía no sé cómo le ha ido en ventas, pero no creo que vaya a superar a Perras de reserva”, la cual, además será serie de Amazon. 

Originalmente el título de Medea me cantó un corrido era Medea me ayudó a abortar, ¿por qué el cambio del título?  No fue decisión de los editores. Ellos respetan mucho mis decisiones. Los títulos de los cuentos de Medea me ayudó a abortar se llamaban como los personajes, Paulina, Perla, Jordan, Reina, Medea, pero en el proceso editorial decidimos poner el foco en Medea, porque iba a estar en todos los cuentos. Por lo tanto, se decidió que los títulos llevaran ese nombre: “Medea me ayudó a abortar”, “Medea se tomó una kittychela”. A la hora que puse el de “Medea me cantó un corrido”, me gustó más ese título y me pareció más estratégico editorialmente, porque Medea ayudó a abortar de entrada pone un sesgo para mucha gente, que va a decir no quiero leer eso porque habla de aborto. Además, los corridos están de moda, han sido muy polémicos. Medea me cantó un corrido me parecía más simbólico en muchos sentidos. Además, ver a una hechicera griega cantar un corrido en lugar de cantar una epopeya, me pareció interesante. 

Si este ensayo tuviera olor, olería a jabón Zote y Pinol. Si tuviera sabor, sabría a jitomate y cebolla y chile de árbol y nopales asados. Si tuviera sonido sonaría el chaca-chacha-chaca de la lavadora y Los Acosta de fondo. Desde los zulos (Introducción)

Frente al éxito que tienes hoy en el mundo editorial, si tuviera un olor, un sabor, un sonido, ¿cuál sería? ¡Ay, qué locura! Si tuviera un sonido, sería un corrido, de esos que vienen en las listas de reproducción que se llaman para envidiosos y traicioneros, así como de la banda MS, de verme brillar. Un corrido que hable del éxito, de la fama, de callar bocas. Si fuera un olor sería como a lavanda. Tengo un humidificador en mi casa de lavanda, entonces cuando regreso de viajar y huelo ese olor, digo, ¡qué paz! ¡Por fin en casa! ¿Y qué más era? ¿Un sabor? Si tuviera un sabor sería a Coca-Cola, porque es mi favorito, soy adicta a la Coca-Cola, no me importa no tener riñones.

La vida es una perra. Por eso hay que patearle la jaula, aunque sea brava la hija de la chingada. (Fragmento de Medea me ayudó a abortar)

¿La industria editorial es perra? La industria editorial no es tan perra, es como cualquier industria o como cualquier espacio donde hay en juego intereses económicos. Crecí en una familia de comerciantes, vender me la sé bien. Cuando en mi primer contrato que firmé con Sexto Piso, vi que solo iba a acceder al 10% de todo lo que vendiera, dije, tengo que vender y hacer lo que tenga que hacer. En el tianguis tenía que poner la cartulina verde, promocionar el producto de novedad, gritar, y entre más ingeniosa era para gritar, pues más compras. Lo que no se entiende mucho de la industria editorial es porque se romantiza. Se ve como arte, como una productora y distribuidora de arte, o como mecenas de arte, no sé, se ve muy romántica. Pero cuando la ves como una empresa, dices, aquí es business, aquí es “billuyo”, hay que saber chingarle, saber colaborar, saber que aquí vienes a hacer dinero. Cuando lo desromantizas, cuando lo empiezas a ver como un trabajo, es muy fácil de navegar acá. 

¿Dios hace paro en el mundo editorial?  Yo siento que sí. El otro día estaba escuchando un podcast que hablaba que parte del síndrome del impostor también es creer que lo que te pasa es por suerte. He dicho que tengo buen karma, soy bien suertuda, estoy en el Booker porque tuve suerte, cuando en realidad la cuestión es que también son decisiones estratégicas. Si yo hubiera publicado Perras de reserva con Penguin Random House no tendría el éxito que tiene en este momento, porque ellos hubieran apostado por otras autoras que tienen más prestigio. A mí me benefició que era una editorial independiente australiana que solo me tenía a mí de latinoamericana y fui la única que publicó el año pasado. Pero en la parte en que me hizo el paro fue cuando mi agente me descubrió, porque eso sí fue muy azaroso o sea, mi agente estaba leyendo una antología del Fonca, ¿quién lee una antología del Fonca? Leyó un cuento mío, le gustó, me buscó en Instagram, me encontró y mandó un mensaje. Entonces creo que ahí es donde Dios sí me hizo el paro, ponerme en el caminito para que alguien me encontrara y ya todo lo demás lo hemos hecho ella y yo en equipo tomando buenas decisiones.

MÁS NOTAS

Post Views: 170