Entre pasto bien cortado, coníferas nativas, jardines salvajes y un par de esculturas impresionantes, Daniel Martínez trabaja de día en un edificio del Centro Universitario de Ciencias Biológico y Agropecuarias. Pero cuando el sol empieza a descender, su cabeza es sólo para Shock Bukara, la banda de música electrónica que desde hace una década lo posee, y con la cual se presenta este sábado 10 de septiembre en avenida Chapultepec, como parte del festival 212 que organizan Radio UdeG, la secretaría de Cultura del ayuntamiento de Guadalajara y la estación de radio RMX.
Bukara
Cuando se volvió indispensable que tuviéramos un nombre, nos sentamos un día a viajar y apuntar las palabras que se nos ocurrieran en un cuaderno. “Shock” y “bukara” se fueron salvando de las tachaduras. Nos gustaron juntas por su sonido como de percusión y como Manuel es diseñador, también por la cuestión de las formas de las letras, que se conjugan en nuestro logo. Eso es todo. Fue después que la gente empezó a decir “Qué onda, señor Bukara”, y así se me quedó como de nombre artístico, digamos. Mas luego nos enteramos de que hay una ciudad en Uzbekistán que así se llama [en castellano, “Bujará”], que de ahí es la leyenda de las alfombras mágicas. Y las coincidencias siguen, porque hace poco me contactó por Facebook un serbio que así se apellida, tal cual: “Bukara”. Estaba muy emocionado por hallar familia tan lejana. Pero mejor que no sea así; parece ser un tipo muy raro, metido en cuestiones de armas y milicia, muy raro…
Cucba radio
En este centro universitario la cultura no sucede tan a menudo. Y se necesita. No es que no exista una sensibilidad en “el ranchito”: recuerdo muy claramente la carta que escribió un estudiante al cardenal, para decirle lo terrible que es construir en el Cerro del Tesoro el Santuario de los mártires, porque rompe un pequeño ecosistema; y cómo esto a su vez es un sacrilegio, porque según la propia ideología católica no hay mayor templo de Dios que la naturaleza. Esta carta se publicó en La gaceta, pero como éste hay muchos otros ejemplos de los que nadie se entera: un profesor que posee una colección de música maravillosa, otro más que organiza un cineclub en el auditorio y regala palomitas a los asistentes, un conferencista de Greenpeace casi sin oyentes… Además, ya existe un espacio auditivo desperdiciado aquí, pues lo que suena en esas bocinas es una programación que viene de quién sabe dónde y es idéntica a la música de los elevadores de hace décadas. Pero CUCBA radio va a sustituir eso en un alrededor de un mes, y también podrá escucharse por internet, o descargarse como podcast.
Años
Entre Corporama y -+ hay cinco años de diferencia. En ese lapso, todos los integrantes de la banda llegamos al momento en que te das cuenta de que ya no eres un chavo. La propuesta se volvió más seria al mismo tiempo que regresamos a nuestras raíces, a lo que escuchábamos en los ochentas y noventas: new wave, industrial, post punk… el sonido con el que crecimos. Pero es que no llevamos prisa. Tan sólo montar el en vivo de -+ nos tomó un año entero, tras los tres que nos llevó crear el disco, pues es más rico en composición. Así, con sus pausas, Shock Bukara ya lleva diez años, porque es un proyecto que trabaja con emociones y hay periodos de la vida en que no pasa nada. Ha cambiado muchísimo, claro; ya no nos reconocen los que se quedaron en la época en que éramos dos laptops, ni las canciones de Corporama son ya las mismas sobre el escenario.
Raspones
Soy un tipo de convicción. De decisiones fuertes. Cuando vi que la escuela no me servía, la dejé. Cuando decidí que no me iba a quedar sin certificados académicos nomás por eso, los obtuve. Cuando quise vivir de la música, lo hice. Cuando supe que ya era demasiada fiesta, me rehabilité. He llevado una vida algo raspadita, pero fue por eso que entré a la Universidad, necesitaba ocuparme en algo durante el día. Y en estos once años efectivamente me he mantenido activo, proponiendo proyectos. Pero todos aquí saben que me dedico a la música por las tardes y en las noches. Es un gran trabajo, con mucha flexibilidad cuando tengo que pedir licencias hasta por seis meses para salir de gira o componer un disco.