La relación que el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) ha tenido un comportamiento autoritario en su tratamiento con el Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE), afirmó el académico experto en educación Gilberto Guevara Niebla, durante el webinar “Por qué defender al CIDE”, transmitido en las redes del Centro Universitario de Ciencias Económico Administrativas (CUCEA) de la UdeG.
El también Director del Instituto de Investigación Educativa, del CUCEA, recalcó la importancia de analizar los hechos recientes contra esta institución académica y reflexionar sobre cuál es la relación más saludable entre un centro de docencia de alto nivel que no tiene formalmente atribuida la autonomía y el Estado, que ayude a crear una atmósfera de convivencia que fomente la creatividad y el pensamiento.
El CIDE y sus investigadores han sido blanco de ataques por parte del Ejecutivo federal tras la destitución de algunos de sus directivos, además de la desaparición de fideicomisos para financiar sus actividades y el recorte presupuestal.
El Director del Instituto de Investigación en Rendición de Cuentas y Combate a la Corrupción, Mauricio Merino, señaló que el ataque al CIDE vulneró la ley y alteró los procedimientos estatutarios para imponer a un director y sus colaboradores cercanos.
“No estamos frente a reglas no escritas, formas políticas o consideraciones de esta índole, sino ante la vulneración flagrante, evidente de la ley, de los estatutos; y eso no debe aceptarse en ningún caso. Hay que subrayar que la razón por la que se ha levantado esta ofensiva ilegal contra el CIDE es el prejuicio”, expresó.
El investigador del Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM, Roberto Rodríguez Gómez, recalcó que aunque se ha atacado a las universidades y centros de investigación por sus estudios e investigaciones, por parte del gobierno federal no ha habido “ningún impulso a la investigación científica, ni en términos económicos ni en el fomento y promoción desde las instituciones”, pues el gasto en investigación y desarrollo es inferior a 0.3 por ciento, una cifra que no es cercana a la meta legal que es de 1 por ciento, y muy inferior a la inversión de cualquier país en este rubro.
“No importa si se dice que se está tratando o se ha buscado mejorar; la realidad, con los datos duros, es evidente, es sumamente preocupante. No se está impulsando a la ciencia y la tecnología, se está interviniendo en las instituciones y salimos perdiendo los académicos que participamos en este sistema; pero también, y de manera muy preocupante, los estudiantes y su futuro profesional y académico”, indicó.
Ximena Millán Cruz, estudiante del CIDE, aseguró que mientras para unos esta institución es una escuela o una oportunidad laboral, para otros pareciera ser un campo político o un adversario gubernamental.
“Mientras unos esperamos que el CIDE sea el espacio más crítico que existe para que nos enseñe a ser igual de críticos, que sea muy plural, para otras personas eso es incómodo y por lo tanto las expectativas que le estamos poniendo a esta pequeña escuela difieren mucho, incluso entre profesores y estudiantes”, expresó.
Afirmó que en un país en el que cursar estudios superiores es un privilegio para pocos, el CIDE está dedicado a darle a las nuevas generaciones las herramientas para generar un cambio, “con la esperanza de que lo que hoy para unos fue un privilegio, mañana sea un derecho”; y puso en duda que el acceso a las oportunidades educativas sea eliminando espacios como esta institución.
El investigador y Exdirector del CIDE, Sergio López Ayllón, dijo que esta afrenta responde a la narrativa de los populismos frente a las instituciones académicas, y tiene que ver con la idea de que la élite académica se convirtió en “una mafia que se apoderó de universidades” como la Universidad Autónoma Metropolitana, la UdeG y los centros de investigación como el CIDE.
“Por ello, el cambio implica eliminar de las posiciones directivas y perseguirlas por actos de corrupción; por eso, la persecución de los 31 científicos, de los que diez fueron o eran directivos o personal académico del CIDE; por eso también la desaparición de los fideicomisos, las restricciones presupuestales, el corte de los vínculos financieros que permitían la subsistencia de instituciones y otras más; no es un accidente, sino un plan deliberado, y el CIDE era la institución más visible, más pequeña y más vulnerable”, subrayó.