Samantha Rodríguez, nacida en Lancaster, California, y criada en México desde los tres años, es una estudiante de último semestre de Artes Visuales para la Expresión Plástica, del Centro Universitario de la Costa.
«Desde que tengo memoria tengo plumas, lápices y pinceles en la mano«, dice al al recordar cómo su madre dibujaba con ella. Pero es en Preparatoria donde descubre su vocación, al conocer el trabajo de grandes artistas como Roberto Montenegro, particularmente un autorretrato en un espejo esférico, que la cautivó. Gracias a esto, Samantha se adentra en la corriente surrealista, inspirada por artistas como Leonora Carrington y Remedios Varo; además de admirar a artistas contemporáneos como Yayoi Kusama, por su uso del puntillismo y el color, y Jean-Michel Basquiat, por su estilo libre y visceral.
“Siempre fui autodidacta”, dice y aunque sí le interesaba inscribirse a cursos para ampliar sus conocimientos nunca tomó clases particulares.
Una mentora influyente para ella fue Ireri Topete, profesora de grabado del CUCosta, quien le dio la libertad para explorar materiales y técnicas.
Samantha describe su estilo artístico como surrealista, al utilizar colores vivos y contrastantes, prestándole especial atención a las texturas. Además, su técnica favorita es el óleo, pues le permite mantener colores exactos, además de hacer cambios de última hora.
Ha participado en ocho exposiciones y entre sus obras más importantes están: «La desobediencia de la razón», que habla sobre el morbo hacia «lo malo, lo negativo y lo inaceptable. Fue un proyecto en el que trabajé cuatro meses desde la producción de la obra”, explica.
Otra es «Autorretrato», presentado en la colectiva Equinoccio y la más grande que ha creado hasta la fecha, que mide 1.50 x 1 metro, “Tejidos», presentada en el marco de concurso sobre la biodiversidad en México, en la biblioteca Los Mangos, en Puerto Vallarta, una obra de la cual “me enorgullezco mucho y la cual me hizo salir de mi zona de confort”.
Ella equilibra su vida académica, personal y artística gracias a su pasión por el arte. Refiere que cuando no está creando, busca referencias e ideas en todo lo que ve, especialmente en películas, y enfatiza la importancia de la práctica diaria y de mantener la mente llena de nuevas ideas.
Entre sus metas a futuro sueña con tener su propio estudio y formar un colectivo con otros artistas para visibilizar el arte en Puerto Vallarta, además de impartir clases y talleres para niños y adolescentes.
A las nuevas generaciones que se dedican a las artes plásticas aconseja: «Aprender de los compañeros todo lo posible sobre sus métodos y maneras de expresión es crucial». Pero también resalta la importancia de tomar descansos significativos para no forzar la creatividad, asegurando que una mente relajada y enfocada produce mejores resultados.