Durante más de cinco décadas, Joseph Bode Mountjoy Harris, académico del Centro Universitario de la Costa (CUCosta), se ha dedicado a descubrir e investigar vestigios arqueológicos en la región Costa Sierra Occidental de Jalisco.
En lo que va de su trayectoria ha participado en el hallazgo de 600 sitios arqueológicos en el Municipio de Tomatlán, 72 en San Sebastián del Oeste y 555 piedras con más de 4 mil glifos grabados en el Valle de Mascota.
Su vida ha sido una odisea por desenterrar el pasado mesoamericano del Occidente de México, pero también lo mueve ayudar a las comunidades a que se reencuentren con su patrimonio cultural y su historia.
Dichos descubrimientos se pueden conocer a detalle en varios libros que ha editado el CUCosta, como Arqueología del municipio de San Sebastián del Oeste (2021) –en coautoría con Otto Schöndube y Jill A. Rhodes–, Los petroglifos del Valle de Mascota (2019) y Proyecto Tomatlán de salvamento arqueológico (2018).
“Vine a México como estudiante en 1964, tengo más de 50 años haciendo la lucha. Creo que he aprendido algo, pero sigo aprendiendo”.
Originario de Illinois, Estados Unidos, el investigador aseguró que lo que más le gusta es investigar desde lo más sencillo hasta lo más complejo. Desde hace 13 años labora en la Universidad de Guadalajara, donde da clases en la licenciatura en Turismo.
“En CUCosta no hay Arqueología ni Antropología, pero sí Turismo, y con mucha razón (es importante la materia), porque si visitas sitios arqueológicos representa un gran flujo de dinero al país”, compartió.
La sorpresa de San Sebastián del Oeste
Enclavado en la Sierra Occidental, San Sebastián del Oeste es uno de los municipios que ha aportado importantes hallazgos arqueológicos en Jalisco; tanto así, que el propio Mountjoy Harris reconoce que ha sido muy saqueado.
“El proyecto que hicimos fue con el fin de identificar petroglifos y tumbas de tiro en San Sebastián del Oeste. A través de los años hemos encontrado 72 sitios arqueológicos. El sitio más antiguo data del 1000 a.C., y tiene que ver con el material que encontramos en el Valle de Mascota”, compartió.
Cada hallazgo se reporta en el libro Arqueología del municipio de San Sebastián del Oeste, mediante mapas y contextos.
“En San Sebastián fue una sorpresa localizar un sitio del tipo de estructura de Guachimontón (con plataformas circulares, características de la tradición Teuchitlán)”, compartió en entrevista; dicho espacio se llama La Mesa de Oxtoticpac.
“Cuando visitamos este sitio, en junio de 1997, habían desmontado menos de la cuarta parte suroeste de la mesa para cultivarla. Vimos restos de muchas casas destruidas, metates, manos de metate, cachiporras, horcones y tiestos”, se detalla en el libro.
En 2012 el equipo de investigación regresó al sitio, que ya era más accesible, e identificaron 74 fragmentos de metates, 21 martillos, tres lajas, dos manos de metate y una cachiporra. Pero también se registraron ocho plataformas arquitectónicas alrededor de una plaza al centro, tal como el famoso sitio de Teuchitlán.
En San Sebastián del Oeste también se han encontrado vestigios que datan del 200 al 400 d.C., como restos habitacionales y tumbas de tiro y cámara. En esta zona, una de las culturas que floreció fue la de Aztatlán.
La riqueza del Valle de Mascota
La mitología, religión y los ritos de las culturas indígenas en el Municipio de Mascota fueron el motivo que llevó al académico del CUCosta a analizar los símbolos de los petrograbados de esta zona.
Esto derivó en el registro de 4 mil 42 glifos individuales encontrados en la superficie de 555 piedras en 31 lugares. Por ello se vio la necesidad de editar el libro Los petroglifos del Valle de Mascota.
“Algo sobresaliente de esto fue el sitio que tiene el nombre de El Bordo II (al noroeste del valle), donde encontramos 117 piedras y 573 glifos. Pero otra cosa impresionante fue hallar cerámica de la habitación relacionada con los petrograbados, que es del 1 al 200 d.C.”, explicó Mountjoy Harris.
El arqueólogo destacó que, además de ser el punto con más piedras grabadas en Mascota, también es el que tiene glifos con diseños que no se encuentran en otros puntos del municipio y que se pueden interpretar con el simbolismo wixárika (cultura más focalizada en el Norte de Jalisco).
Glifos de alacranes, venados y perros son algunos de los que se hallan en El Bordo II. Estos hallazgos son tan importantes que, próximamente, el INAH retomará los resultados de Mountjoy Harris en un capítulo de libro a publicarse.
“El registro de los petroglifos fue una parte de la razón arqueológica de proponer y recibir el nombramiento de Pueblo Mágico para Mascota, entonces eso ha traído un aumento del turismo”, indicó.
Busca recuperar la memoria histórica en Tomatlán
A finales de los años 70, Mountjoy Harris emprendió un proyecto de salvamento a lo largo del Municipio de Tomatlán, que en 1982 derivó en un libro donde se explica la documentación etnohistórica.
Ante la necesidad de los habitantes de conocer más sobre su patrimonio arqueológico y darle difusión, el investigador del CUCosta creó una nueva edición con datos actualizados: Proyecto Tomatlán de salvamento arqueológico.
“Todo esto es muy relevante, sobre todo en el Occidente de México; aquí encontramos más de 600 sitios arqueológicos. Agregué información de 10 a 12 sitios más, con respecto al proyecto de 1977”, informó.
“Cuando termina el trabajo de campo no termina el trabajo del arqueólogo, porque la parte más importante de la arqueología es revisar el material, lavarlo, preservarlo y tratar de sacar una publicación de lo que se hizo”, añadió.
En este libro se muestran mapas de los hallazgos y los principales petrograbados que se encuentran en la línea de costa y en la ribera del Río Tomatlán, como Las Peñitas y La Peña Pintada.
Desde adoratorios hasta mapas, los petrograbados dan cuenta de la identidad de los pueblos antiguos.
“Los petroglifos son patrimonio cultural prehispánico, técnicamente bajo la protección legal del INAH. En Jalisco se han registrado más de mil piedras, sí es muy poco en relación con lo que existe realmente, hay tantas que es imposible protegerlas a todas”, externó Mountjoy Harris.
Ante esto, el académico dijo que la obligación del arqueólogo es trabajar con la gente para que proteja, difunda y no dañe el patrimonio cultural histórico de sus pueblos.