La violencia ha escalado y diversificado, pero gobiernos como el de Jalisco, encabezado por Enrique Alfaro Ramírez, ha impulsado una narrativa en el sentido de que ésta ha disminuido.
Para desmentir la realidad montada por parte de su administración, este jueves por la mañana, afuera de Casa Jalisco, en la master class número 17, se habló sobre la violencia que se vive en la entidad, pero también en México.
Esta conferencia fue impartida por Jorge Ramírez Plascencia, investigador y Jefe del Departamento de Sociología del Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades (CUCSH), ante estudiantes y personal del Centro Universitario de Arte, Arquitectura y Diseño (CUAAD).
El académico mencionó que el maquillaje de la situación que se vive parte de la cuantificación de manifestaciones violentas, que se pueden medir mediante indicadores, pero que existe una violencia estructural que la autoridad no mide.
Una de ésas es la violencia de género; detalló: “De las agresiones que reciben las mujeres en la vía pública en el Área Metropolitana de Guadalajara (AMG), 35 por ciento de ellas dicen que han sido objeto de miradas lascivas, 33 por ciento recibieron comentario de índole sexual”, refirió datos de un reciente estudio de percepción.
Si se parte de ahí, dijo, se puede entender que la violencia es más profunda de lo que miden, pero que incluso la que sí se mide también arroja datos preocupantes.
“A nivel nacional, en 15 años, contabilizamos más de 350 mil asesinatos y tenemos estancada una cifra de 35 mil homicidios cada año; estamos en un río de sangre”, subrayó.
“En Jalisco tenemos 2 mil 250 homicidios cada año. Y tenemos entre 14 mil y 100 mil desapariciones de personas, una cifra que crece cada vez”.
Recordó que, además, hay tres factores que promueven que la violencia se dé de forma sencilla; la primera tiene que ver con la gobernanza criminalizada.
“Que es cuando un Estado paralelo, que no es el formal, se apropia del ejercicio de la coerción y determina las formas que se organiza una comunidad; entonces, muchas zonas del país están tomadas por el crimen organizado y hay incluso un pacto con el gobierno del Estado”.
La segunda tiene que ver con la militarización, pues los elementos de dichas corporaciones “generan mucha violencia, contrario a lo que se piensa”.
“Desde el año 2006 para acá se ha demostrado que donde los militares actúan la violencia crece”, hizo hincapié el especialista.
Por otra parte está la concentración del poder en un solo individuo, que también genera problemas con los indicadores de violencia, pues hay un desbalance, dado que los poderes se sujetan a una sola persona.
Recordó que pactar con los criminales, para supuestamente calmar la violencia, también es un error, ya que sólo pretende que no se visualicen ni se puedan medir los delitos. Sin mencionar que esto se sustenta mediante la corrupción.
“Es un acuerdo perverso que mantiene la criminalidad y no busca solución a largo plazo, porque la violencia ahí está, no suben los homicidios pero sí las desapariciones”.
Lamentó que en todo el país y Jalisco se vive una espiral de violencia que no decrece, y que no existe una verdadera estrategia efectiva para acabar con ella.
“Esta violencia que experimentamos significa que la paz no se está logrando; lograr una paz verdadera implica mucho y no hay una estrategia para llegar a ella. Pues eso significaría desactivar todas las violencias, no sólo la visible, que mide la seguridad pública, sino la estructural, que debe desactivarse”, recalcó.