El consumo de productos de origen animal contribuye a la pérdida de biodiversidad, por lo que alternativas como las dietas basadas en vegetales podrían ayudar a disminuir la emisión de gases de efecto invernadero, la acidificación de océanos y el uso de agua dulce en la industria cárnica.
Así lo detalló Marta Tafalla, filósofa y profesora de la Universidad Autónoma de Barcelona, durante la conferencia magistral “Por un sistema más justo y ecológico: el papel de las dietas vegetales”, que forma parte del Seminario Permanente de Agronomía y Justicia 2024, en el Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades (CUCSH).
“Si nos pasamos a una dieta vegana se reduciría el uso de la tierra para producir alimentos en 76 por ciento; las emisiones de gases de efecto invernadero del sector alimentario se reducirían más o menos a la mitad, la acidificación también a la mitad y el uso de agua dulce en 19 por ciento”, enfatizó.
Resaltó que existen estudios que señalan que el consumo de alimentos de origen animal es la principal causa de pérdida de biodiversidad, además de que la ganadería y la agricultura industrial consumen grandes cantidades de agua y energía para poder generar productos.
“La actividad humana que ocupa más extensión de territorio es la ganadería. Cuando sumamos el espacio que ocupa el ganado y el que necesitamos para cultivar alimentos para el ganado, tenemos que ocupa 27 por ciento de la superficie terrestre”, explicó.
La producción de alimentos de origen animal contribuye con poco más de la mitad de emisiones de gases de efecto invernadero del sector alimenticio, informó la académica.
Consideró que la disminución de espacios para la industria ganadera no sólo generaría menos daños a la biodiversidad, sino que también podría ser la oportunidad de devolver esas tierras liberadas para que vuelvan a sus funciones como ecosistemas.
Aunque se han propuesto alternativas como renunciar a la ganadería y pesca industrial, la especialista consideró que no se trata de una opción realista para alimentar a toda la población mundial, por lo que es necesario fortalecer una alimentación basada en vegetales en conjunto con una agricultura y ganadería sustentables.
“El problema ahora es que tenemos una población humana muy elevada: ocho mil millones de personas, y sigue subiendo; esto es una población propia de un animal herbívoro, pero la mayor parte de la población humana tiene una dieta de animal carnívoro”, aseguró.
Ante la magnitud de la necesidad de carne en la población mundial, cada día se sacrifican 900 mil reses, 1.4 millones de cabras, 1.7 millones de borregos, 3.8 millones de cerdos, 11.8 millones de patos y alrededor de 202 millones de pollos, según la organización Our World in Data.
Alimentación que vulnera la naturaleza
Tafalla detalló que el crecimiento de la población humana ha requerido alternativas para alimentarse; sin embargo, consideró que optar por productos de origen animal no sólo vulnera la libertad de las demás especies, sino que provoca daños significativos al medio ambiente.
“Hay que recordar que todas las especies de animales, hongos y plantas tienen el mismo derecho a existir que los seres humanos; pero, además, todas esas especies también realizan funciones ecológicas que mantienen el funcionamiento de los ecosistemas”, dijo.
Indicó que según el Informe Planeta Vivo, de la organización WWF, entre 1970 y 2018 las poblaciones de animales salvajes vertebrados disminuyeron una media de 69 por ciento, y de acuerdo al estudio State of the World’s plants and fungi, las plantas se están extinguiendo 500 veces más rápido que antes de la existencia de los seres humanos.
Como ejemplo, señaló la domesticación de especies como el caballo o los bovinos y cómo estos animales dejaron de llevar a cabo sus funciones en el medio ambiente, y en su lugar se convirtieron en herramientas para el desarrollo y alimentación de los seres humanos.
“Seres que eran beneficiosos acaban al servicio del ser humano realizando tareas que en realidad dañan a otros seres vivos”, mencionó.