“Difícilmente encuentras un trabajo como este”: Ernesto Aceves

Después de 32 años y cinco meses, el trabajador universitario se despidió de la comunidad del CUCiénega

Bajo la sombra del edificio administrativo del CUCiénega se reunieron maestros, alumnos y trabajadores con un mismo objetivo: despedir a Ernesto.

El último día de trabajo después de 32 años y cinco meses ha llegado, y con él, abrazos, aplausos, palabras de agradecimiento y por supuesto, un último convivio con las personas que hicieron más llevadera su jornada laboral. Pero, ¿quién es Ernesto y qué ha hecho para provocar tal alboroto?

La travesía de Luis Ernesto Aceves Vazquez por la Universidad de Guadalajara comenzó en 1989 en la cafetería de la entonces Facultad de Filosofía y Letras. “Ahí vendía lonches, sandwiches, quesadillas, burritas, café, té, jugos, yogurt, papitas, refrescos, entre otras cosas”, comentó.

En enero de 1992 inició su labor en la Universidad de Guadalajara. Se encargaba de mantener limpias las aulas del Proulex, el área de becas y la Facultad de Filosofía y Letras.

“Me pedían llevar comida a las oficinas, y fue entonces cuando les comenté que me gustaría trabajar en la universidad. Gracias a Dios, Carlos Fregoso Gennis y Rigoberto Hernández Gómez me apoyaron para ingresar a la UdeG». Con el tiempo, Ernesto se ganó la confianza de Fregoso y en 1994 se convirtió en su asistente. 

“Fregoso fue director de Filosofía y Letras, después administrador en la Biblioteca Iberoamericana Octavio Paz, regresamos a la División Históricos y Humanos, luego lo nombraron rector del CUCSH, de ahí fue director de la Biblioteca Pública Juan José Arreola, y finalmente fue jefe en el Departamento de Historia donde yo fui el encargado de Inventario y Patrimonio. Estuve con él durante casi 15 años, antes de trabajar en los jardines”, recordó Ernesto. 

“Lo que más disfruté de esos años fue conocer a muchas personas. Conocí a Raul Padilla, Trino Padilla, Tonatiuh Bravo, Ruth Padilla. Trabajé en la casa de Fernando del Paso, fui chofer de Carlos Fuentes, Gabriel García Márquez. Recuerdo a Ricardo Villanueva cuando era estudiante pues Fregoso Gennis era su asesor de tesis. 

«También, una vez me tocó trasladar al tianguis de Tonalá a 20 coreanos que venían a la UdeG”, confesó. 

En el año 2011, Luis Ernesto decidió cambiar los jardines del CUCSH por los del CUCiénega. “Como aquí estaban mis hijos y sólo los veía los fines de semana, decidí hacer el cambio”. En Ocotlán, desempeñó su trabajo siempre de manera concreta, “a lo que iba”; pero creó una buena relación y comunidad por su venta de comida. 

“La administración me otorgó un permiso para vender. Lo que más se movía era la fruta y nieve raspada, pero también tenía dorilocos, refrescos, hielitos y duritos”, mencionó. 

“La vida se llega a complicar sin estudios, así que como estudiantes les aconsejo que le echen ganas y que aprovechen. Hay que ser constantes y buscar la manera de salir adelante. Yo estoy muy agradecido, pues dificilmente encuentras un trabajo como este. Gracias a la UdeG conocí a mi esposa Elida López Saldaña y formé una familia; mi hijo creció en la universidad donde su madre y yo trabajamos». 

Como agradecimiento por las amistades cosechadas, Ernesto al despedirse regaló una pequeña planta, que él mismo cuidó, a las personas que lo acompañaron en su último día como trabajador de la Universidad de Guadalajara.

 

Este contenido es resultado del Programa Corresponsal Gaceta UdeG que tiene como objetivo potenciar la cobertura de las actividades de la Red Universitaria, con la participación del alumnado de esta Casa de Estudio como principal promotor de La gaceta de la Universidad de Guadalajara.

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