Dióxido de cloro puede ser tóxico y no es útil para curar COVID-19

En redes sociales circulan recomendaciones falsas sobre productos que pudieran curar la enfermedad ocasionada por el coronavirus. Médicos de la UdeG instan a la población a seguir las indicaciones de los organismos de salud y no usar remedios caseros para automedicarse

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A pesar de las advertencias tanto de las autoridades de Salud de Estados Unidos como de México, muchas personas continúan ingiriendo productos contra el COVID-19 que podrían ser perjudiciales para la salud, como el dióxido de cloro u otros que no tendrían ningún efecto contra la misma enfermedad.

La falsa información que circula en redes sociales y en sitios web comerciales como el de Amazon, reporta no tener dióxido de cloro en existencia y en donde se pueden leer recomendaciones de usuarios como la siguiente: “Cuando empezó la pandemia COVID-19, mi cuñado empezó con una tos media rara. Inmediatamente le hice tomar el dióxido de cloro. Al día siguiente, ya no tenía la tos”.

Algunas personas, sin credenciales científicas, aseguran que cura también el Parkinson, el autismo y la diabetes. Las “recetas” informales se extienden de boca en boca y en las redes sociales hay personas que se atreven, incluso, a contradecir las recomendaciones de los organismos oficiales, argumentando teorías conspiratorias por parte de las compañías farmacéuticas.

Ante esta situación, miembros de la comunidad científica y médica de la Universidad de Guadalajara (UdeG) reiteran una vez más el peligro de la automedicación y de ingerir dióxido de cloro para supuestamente curar el COVID-19.

La Organización Panamericana de la Salud recomienda no consumir productos con dióxido de cloro o clorito de sodio por los graves efectos adversos que podría ocasionar su ingesta o inhalación, y porque no hay evidencia de su eficacia, afirmó María Refugio Torres Vitela, jefa del Departamento de Farmacobiología, del Centro Universitario de Ciencias Exactas e Ingenierías (CUCEI).

Foto: Twitter @OPSOMSBolivia

Resaltó la importancia de que la autoridad sanitaria vigile la promoción de productos con supuestas propiedades terapéuticas contra el COVID-19, “un problema de salud que afecta a la sociedad y duele. En consecuencia hay gente que está abierta a las recomendaciones mágicas, y basta con que alguien cuente que dicho “remedio” le sirvió al amigo de un amigo, para que otros hagan caso, aunque no sea cierto”.

Agregó que cuando una persona se expone a la inhalación de dióxido de cloro durante mucho tiempo, éste puede irritar vías respiratorias, afectar los pulmones, causar tos, falta de aire y, en estados de afectación más avanzados, provocar acumulación de líquido en el pulmón y poner al afectado en una situación de emergencia médica que implique hospitalización.

“Obviamente, la ingesta no está recomendada. La gente está consumiendo pequeñas dosis del producto, y es posible que aparezcan efectos a largo plazo”.

El dióxido de cloro es un gas de color amarillo o con tonalidades amarillo-rojizo, es soluble en agua y tiene aplicaciones industriales, pero no es una cura milagrosa para el COVID-19, Síndrome de Inmunodeficiencia Humana (SIDA), autismo o mal de Parkinson, enfatizó la especialista en Infectología, Vida Verónica Ruiz Herrera, integrante de la Sala Situacional en Salud ante la pandemia por COVID-19, del Centro Universitario de Ciencias de la Salud (CUCS).

El término clorito se usa para referirse al ión de clorito. De acuerdo con la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (COFEPRIS), cuando el dióxido de cloro reacciona en el agua forma iones de clorito, y ambas sustancias al ser ingeridas podrían provocar irritación de la boca, el esófago y el estómago.

El dióxido de cloro es utilizado como blanqueador en la fabricación de papel y en el proceso de tratamiento de agua. Puede, además, ocasionar náuseas, vómitos, dolor abdominal, diarrea, y en casos más severos se han reportado daño al miocardio, daño renal agudo y anemias hemolíticas (conteo bajo de células sanguíneas debido a la rápida destrucción de los glóbulos rojos. Por lo que podría ser necesario una transfusión de sangre), detalló Ruiz Herrera.

Explicó que el dióxido de cloro cambia en el organismo humano. Se puede disociar, formando partes de hipoclorito y clorito, y añadió que se ha esparcido el mito de que el dióxido de cloro oxigena, pero la realidad es que oxida, contribuyendo a la formación de radicales libres, los cuales son tóxicos.

La Administración de Alimentos y Medicamentos de los Estados Unidos (FDA, por sus siglas en inglés), advierte que ha recibido denuncias de personas que consumieron productos con base en dióxido de cloro, y sufrieron vómito intenso, diarrea severa, una presión arterial baja causada por deshidratación, además de fallos hepáticos fulminantes.

La COFEPRIS, por su parte, no ha autorizado ningún registro sanitario de medicamentos que contenga en su formulación la sustancia denominada dióxido de cloro, Clorito de sodio o sus derivados, así como la presentación denominada “Solución Mineral Milagrosa (SMM, MMS o CDS)”, y el mismo organismo advierte que su uso representa un riesgo a la salud, al desconocer la calidad de los insumos, las condiciones de fabricación, almacenamiento y distribución.

Asimismo, COFEPRIS invita a la ciudadanía a levantar una denuncia sanitaria contra los establecimientos que vendan u ofrezcan dióxido de cloro, clorito de sodio o sus derivados como alternativas de tratamiento contra el COVID-19 u otras enfermedades, e invita a visitar la página https://www.gob.mx/cofepris/acciones-y-programas/denuncias-sanitarias.

La aspirina y la vitamina C tienen beneficios para la salud si tomadas de la manera correcta, pero no son remedios contra el COVID-19. Foto: Internet

Tampoco funciona el té de aspirina

El ácido acetilsalicílico (aspirina) es un antiinflamatorio analgésico que también puede tener efectos secundarios. Hay pacientes a los que les puede generar, en exceso, úlcera gástrica y sangrado. Por lo tanto es muy importante consultar al médico antes de consumir este medicamento, agregó Ruiz Herrera.

La aspirina no puede utilizarse de manera indiscriminada, además de que no hay evidencia de que sea una cura para COVID-19, ya sea sola o en té con miel de abeja y limón, señaló la académica.

En cuanto a la vitamina C, explicó que tiene un efecto antioxidante transitorio, y baja los radicales libres. No es un tratamiento médico con efecto antiviral, pero sí es un suplemento alimenticio. “No es la panacea contra el coronavirus”.

Invitó a la población a informarse de manera adecuada, con bases científicas, ya que “un testimonio en redes sociales no tiene bases médicas. Hay que tomar en cuenta que el 80 por ciento de la población se va a curar por la evolución misma de la enfermedad, hayan o no consumido, por ejemplo, dióxido de cloro. Esta población debe tomar en cuenta que se hubieran curado igual si hubieran tomado sólo agua”.

Advirtió contra los medicamentos que se venden como milagrosos y que al mismo tiempo curan COVID 19, cáncer, autismo y SIDA. “Las sustancias que se recomiendan para todas las enfermedades por lo general, no sirven para nada”.

Hasta el momento no hay cura para el COVID-19

No hay, hasta el momento, ningún medicamento basado en evidencia con el cual puedan ser tratados los pacientes con COVID-19. Hay un fármaco que puede, por un lado, ayudar a disminuir la mortalidad y otro para tratar de evitar coágulos en la pierna o el pulmón, afirmó Luis Miguel Román Pintos, quien es médico internista e investigador en el Centro Universitario de Tonalá (CUTonalá), en el Departamento de Ciencias de la Salud-Enfermedad como Proceso Individual, y médico adscrito al área COVID-19, de la unidad Juan I Menchaca, del Hospital Civil de Guadalajara (HCG).

Señaló que hasta el momento no hay evidencia científica de la eficacia de remedios homeopáticos u otros medicamentos derivados de plantas, y por lo tanto no se puede dar una recomendación médica hasta que no haya un documento oficial académico, publicado en alguna revista indexada. “No se trata de una publicación de Facebook o cualquier revista, sino una aprobada por un comité editorial y científico, que revisa la información antes de darla a conocer”.

Las publicaciones a favor o en contra de cierto remedio, sustancia o medicamento, sin evidencia científica, lo único que ocasiona es incrementar la incertidumbre de la gente. “Desgraciadamente, la mayoría del personal médico estamos limitados. Es decir, tratamos de buscar un medicamento, pero no lo comparamos contra alguien que no lo tomó, y multiplicar eso por tres mil o cuatro mil personas, en eso consiste el ensayo clínico. No valen los resultados de sólo una o diez personas”.

 

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