La distribución de competencias y la coordinación ante situaciones de emergencia nacional como la pandemia del COVID-19 son lados flacos del federalismo mexicano. A pesar de la creación de sistemas nacionales, todavía no queda clara la distribución de competencias entre federación, estados y municipios, y la coordinación brilla por su ausencia.
Así lo reflexionaron los especialistas que participaron en el primer seminario virtual del foro «Hacia un federalismo más equitativo para el desarrollo nacional: ¿dónde estamos y a dónde ir?», organizado por el Centro Universitario de Ciencias Económico Administrativas (CUCEA). Esta primera sesión, transmitida por Canal 44, se denominó “Coordinación y equilibrios: claves para entender la gobernanza entre los Estados y la federación”.
El profesor investigador del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE), Guillermo Cejudo Ramírez, apuntó que hoy nadie se atrevería a defender el arreglo federal, y tampoco hay suficientes estímulos o incentivos para empezar a reconstituir el federalismo.
«Es como un coche con el chasis chueco. No importa que tengas el mejor conductor, que lo pintes de rojo Ferrari, o le cargues la mejor gasolina. Si el chasis está chueco el vehículo no va a ir en la dirección correcta, y esa es la situación que tenemos con nuestro federalismo. Eso hace que en algunos momentos el federalismo cruja, que se noten los resortes que empiezan a moverse por estímulos, pero también cuando tratamos de dirigirlos en una crisis nacional, como la que estamos teniendo ahora por la pandemia y sus consecuencias, las cosas rechinan y no se activan cómo deberían funcionar», declaró.
Añadió que es normal que en el federalismo haya conflicto político y competencia entre actores que tienen preferencias distintas, pero lo realmente preocupante es que el esquema no sirva para resolver los problemas públicos. Consideró que algunos modelos de descentralización, como el Ramo 33, ya no corresponden a la realidad actual.
«También están los parches que hemos generado para responder a eso. Cuando vimos que eso no funcionaba muy bien, comenzamos a hacer leyes y sistemas nacionales, mecanismos de coordinación que deberían funcionar, pero no funcionan y sólo agregan complejidad. Siempre hay distribución de competencias, pero si éstas no son claras y los mecanismos de coordinación no sirven para tomar decisiones de manera integral, sólo para presentar discursos en Power Point y tomarse la foto, pero no hay distribución de competencias claramente diferenciadas, entonces enfrentamos un problema», subrayó Cejudo Ramírez.
El Ministro en retiro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), José Ramón Cossío Díaz, explicó que no existe una visión clara sobre cómo debe realizarse la división de competencias entre federación, estado y municipios.
«Las leyes generales, que son el mecanismo que actualmente están realizando para darle más facultades de la federación, en detrimento de las facultades de los estados, tampoco tienen racionalidad jurídica. Hay un tema particularmente delicado que es esta idea de llamarle a todo ‘Sistema nacional’, de seguridad, de salud, de archivos, de anticorrupción; de lo que sea. Los sistemas nacionales no existen«, denunció Cossío Díaz.
«Ese es uno de los problemas centrales del federalismo —abundó—, que los sistemas nacionales tienen una serie de competencias poco ajustadas, elementos de responsabilidad poco claros, y que al final, por su denominación así de pomposa como sistemas nacionales, generan la sensación de que hay algo que funciona y opera; pero cuando analizan el sistema que se crea para darle continuidad y marcha al federalismo, se dan cuenta de que la mayor parte de ellos son cascarones vacíos».
La profesora de El Colegio de México, Laura Flamand Gómez, dijo que los federalismos en Europa reducen la desigualdad de ingreso en forma sustancial; desde ejemplos moderados como Suiza, en 25 por ciento, hasta 47 por ciento en Bélgica. En Canadá son de 32 por ciento, y de 26 por ciento en Estados Unidos. En América Latina las disminuciones son modestas: Brasil, con 16 por ciento, o Venezuela con 2 por ciento.
«¿Dónde se encuentra México? ¿Más cerca de Brasil o de Venezuela? Argentina y México reducen la desigualdad en poco menos de 3 por ciento. El federalismo en México confirma este esquema general: no nos está funcionando para la rendición de cuentas, ni está empoderando a las regiones, a los estados y municipios para proveer servicios públicos efectivos, para las necesidades de sus poblaciones, que para eso queremos el sistema federal», sentenció.
«Tampoco ha logrado abatir las desigualdades de forma efectiva».
Se debe de transitar hacia un modelo que genere mejores condiciones para los ciudadanos, dijo, porque el federalismo por ahora no está dando esas respuestas.
La investigadora del CIDE, María del Carmen Pardo, consideró que a pesar de todas las críticas al federalismo, es muy útil para un país como México, considerando su extensión territorial y una población que crece de manera dramática todos los días; además de una situación heterogénea social y culturalmente.
«Con todos esos muchos defectos, es un diseño que podría ser muy útil para un país como el nuestro. Lo que ha registrado este arreglo original son unos grandes desarreglos de profundidad. Y eso ha sido un problema que impide lograr un desarrollo sostenido y equitativo», reflexionó.
Entre esos desarreglos están los procesos descentralizadores, que en un inicio emocionaron en un afán de modernizar el arreglo original; sin embargo, esta descentralización fue utilizada con fines políticos y el resultado fue negativo.
«Hay, por un lado, un vaciamiento de la administración federal al emprender estos esfuerzos descentralizadores sin acompañarse del fortalecimiento de las capacidades institucionales en los estados, ni recursos; además de agendas cortoplacistas marcadas por el impulso político, en lugar de utilizar los procesos descentralizadores como una punta de lanza para un proyecto de largo plazo», denunció Pardo.
«Todo se convirtió en negociación y arreglos coyunturales sin pensar en un proyecto de largo plazo».
Calificó a los sistemas nacionales como «entelequias» y como una «falsa salida» que no resuelven los problemas del federalismo.
El investigador del Centro Universitario Ciencias Sociales y Humanidades (CUCSH), Carlos Ramiro Ruiz Moreno, recordó que el federalismo mexicano nació en 1824, cuando las provincias se convirtieron en estados y se integraron como constituyente federal.
«El Pacto federal lo encontrarán en el artículo 40 de la Constitución mexicana. El Artículo 39 señala que la soberanía reside en el pueblo, y el 40 indica que el pueblo ha decidido constituirse en una república representativa, democrática, laica y federal, compuesta de estados libres y soberanos. Esa es la mención directa al pacto federal. El Artículo 41 reconoce que los estados ejercen técnicamente esa capacidad de soberanía para fortalecer el federalismo», detalló el jurista.
Ruiz Moreno se pronunció por fortalecer la soberanía interna de los estados, y aunque hay centralistas que creen que sólo las instancias federales son representativas de la soberanía nacional, se dijo partidario del sistema de contrapesos y de una revisión periódica del Sistema tributario y del Pacto de Coordinación Fiscal.
La bienvenida a estos seminarios virtuales, estuvieron a cargo del Rector General de la UdeG, Ricardo Villanueva Lomelí y de el Rector del CUCEA, Luis Gustavo Padilla Montes.
Villanueva Lomelí, dijo que el propósito del foro es reflexionar sobre el federalismo, el Pacto Fiscal en México y contribuir a la discusión nacional con una serie de tres seminarios virtuales que serán transmitidos por el Canal 44 de esta Casa de Estudio.
«Para nuestra institución, este ejercicio de diálogo representa una inmejorable oportunidad para generar conocimiento, difundir información y plantear ideas claras a fin de que la sociedad cuente con elementos para una mejor comprensión del federalismo. La realización de este foro resalta el compromiso de la UdeG en promover la discusión abierta de las ideas y el análisis crítico de los aspectos sociales, políticos, culturales y económicos de México y el mundo».
Explicó que los principios de autonomía y libertad de cátedra de la UdeG hacen que se discutan, sin restricción de ningún tipo, todas las corrientes del pensamiento con el rigor y objetividad de la reflexión académica; y, por ello, es importante ofrecer espacios para tener acceso a nuevas ideas que refuercen los conocimientos.
«Esto nos permite dialogar con analistas en torno al estado actual y la posibilidad de mejorar las relaciones entre entidades federativas y el gobierno federal», concluyó Villanueva Lomelí.