Donde habita el horror

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Una llamada telefónica cambió la vida de Christian Palomares. En 2013, cuando él tenía 19 años, un representante de una inmobiliaria lo contactó para venderle una casa en el fraccionamiento Villa Fontana Aqua, en Tlajomulco de Zúñiga. A su corta edad, ya cumplía con los requisitos para “sacar una casa” de 300 mil pesos, algo que para él significó la posibilidad de que su mamá y hermanos por fin dejaran de pagar renta y tener un espacio propio.

“Para mí esa casa parecía una buena opción, había rumores de que incluso la nueva línea del Tren Ligero me acercaría a aquellos rumbos, y además me imaginé que crecería la plusvalía; me equivoqué”.

Cuando Christian llegó a su nueva casa, se dio cuenta de que para llegar ahí desde el centro de Guadalajara tenía que invertir dos horas. “Imagínate, es el tiempo que haces para llegar a una ciudad por carretera. A mí me la vendieron diciendo que estaba dentro de la zona conurbada de Guadalajara, pero fue engañoso porque no me dijeron toda la verdad”.

Que el desarrollo habitacional había ganado un concurso nacional en interés social; que estaba construido con buenos materiales; todo ese encanto se vino abajo cuando conoció cómo era vivir en Villa Fontana Aqua.

“No había una instalación de agua potable tal cual, sino una bomba en una pequeña presa de la que se surtía el fraccionamiento. Había problemas de basura porque el camión recolector no llegaba hasta allá. Recuerdo que era difícil contratar el servicio de luz, tardé mucho para hacer el contrato; las vías de comunicación eran escasas, sólo había una ruta de autobús, que además tardaba mucho en llegar y el servicio de internet ni se diga”.

Cuando se volvió incosteable para Christian vivir allí, decidió rentar la casa a una familia por 800 pesos al mes. “Era mucho menos de lo que pagaba por el departamento, me descontaban como mil 600 de mi sueldo, no podía pedir más porque eso se cobraba en la zona”.

Tras varios meses, la familia dejó de pagar; por lo que se vio en la necesidad de rescindir el contrato de renta. Cuando regresó al sitio, notó que la casa estaba abierta; alguien había aprovechado que estaba sola para robar el cobre de la instalación eléctrica.

“Me dio muchísima tristeza, el lugar parecía abandonado desde hace muchísimo tiempo, todo estaba destruido, fue en tiempo de lluvias, el agua se le había metido. Ahora ya no la puedo rentar, porque ni siquiera tiene una instalación eléctrica, tendría que invertir mucho y justo ahora no puedo”.

Por esa serie de situaciones, hoy la casa de Christian es una de las 68 mil 674 que, según el Inventario Nacional de Vivienda 2016, se encuentran en situación de abandono en Tlajomulco. De acuerdo con la Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano, en México hay 5 millones de viviendas abandonadas, de las cuales 200 mil están en Jalisco.

En ruinas, con ventanas rotas, oscuras, vandalizadas y hasta ocupadas para realizar crímenes; así es como se encuentra una gran cantidad de estas viviendas, creando paisajes de desolación en donde simplemente no se puede vivir.

¿Por qué se va la gente?
Al igual que Christian, Melina Maldonado también conoce la experiencia de habitar en el valle de Tlajomulco; sin embargo, ella tiene doce años viviendo allá, aunque reconoce que tiene la suerte de vivir en Geovillas de la Arboleda, un fraccionamiento que tiene la cualidad de poseer un régimen condominal y del que existe un mayor control de la seguridad.

Pese a eso, asegura que la movilidad es un factor decisivo para el abandono de viviendas, ella solía gastar mil 400 pesos al mes en camiones, pues se trasladaba desde su hogar hasta su antiguo empleo en el centro de Guadalajara; afortunadamente esa situación terminó cuando logró que en su trabajo la asignaron a un sitio más cercano a su domicilio.

“El transporte público no entra a los fraccionamientos, sólo unos pocos. Yo tenía que tomar una mototaxi para que me acercara a donde vivo. Cada vez es más frecuente que la gente se vaya y decida dejar sola la casa o simplemente dejarla perder”, explicó.

El asunto del abandono es multifactorial, asegura el investigador del Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades (CUCSH) y presidente de la Academia Mexicana de Desarrollo Urbano AC (Amdeur), Luis Antonio Rocha Santos, quien detalla que a los problemas de movilidad se suma la falta de servicios básicos como de agua, luz y drenaje, pocas vías de comunicación e, incluso, que ya no puedan pagar las fincas.

Este fenómeno lo ha identificado en diversas zonas habitacionales de Jalisco, como en La Azucena, en El Salto, donde las inundaciones son frecuentes; en Los Ruiseñores, Tala, donde la inseguridad es constante, y en Los Silos, en Tlajomulco, donde los servicios públicos son precarios.

“Este problema se evitaría si desde hoy definiéramos los polígonos de construcción donde ya hay servicios y que no se permita construir en zonas de inundación o barrancas. Recordemos que la gente deja ahí todo su patrimonio y a veces no pueden terminar de pagar las casas, porque los gastos en su traslado los ahogan, entonces deciden abandonarlas”, argumenta.

Espacios de violencia
A unos meses de terminar la pasada administración municipal, el exalcalde Alberto Uribe reconoció que en Tlajomulco existen cerca de 15 mil viviendas abandonadas que son foco para criminales; esto lo dio a conocer después de que en 2018 fueron encontrados 21 cuerpos de personas sin vida en fosas clandestinas localizadas en los fraccionamientos Villa Fontana y Lomas del Mirador.

Melina ha atestiguado cómo la calidad de vida ha decaído debido a ese problema, que es como un cáncer que alcanza a infectar a todo núcleo habitacional de la zona. “En donde vivo colinda con Santa Fe, Chulavista y Lomas del Mirador. A las viviendas deshabitadas entran delincuentes. Son casas utilizadas para el crimen organizado, encuentran fosas clandestinas”, describe.

La suegra de Melina decidió comprar un departamento en Lomas del Mirador; ahora está arrepentida. La inseguridad y los casos de personas encontradas sin vida al interior de casas dan realce al apodo de “ciudades fantasmas”, ya que además de solas, aterrorizan.

Para hacer frente a los robos, violaciones, consumo de drogas y vandalismo, los vecinos se organizan mediante grupos de Whatsapp, por donde mantienen comunicación con elementos de Seguridad Pública de Tlajomulco.

“Entre nosotros nos organizamos y cualquier cosa con respecto a las viviendas lo reportamos, creo que también lo hacen vecinos de Santa Fe; pero no existe un programa como tal, al menos no que yo sepa”.

Costoso para todos
El investigador Rocha Santos asegura que en las casas inhabitadas “hay miles de millones de pesos inactivos, provenientes de aportaciones presupuestales, de trabajadores y patrones. Esto fomenta que aumenten las tasas de interés en los créditos de Infonavit, Fovissste y de todos los organismos que financian la construcción de vivienda”.

El académico argumenta que esto provoca un círculo vicioso: crecen los intereses, la gente deja de pagar, abandonan las fincas, los organismos promotores de vivienda incrementan sus labores al reclamar el pago de los intereses y los juzgados se llenan de juicios.

“Los organismos financieros, en lugar de tener mil 500 juicios, vende la cartera vencida a un despacho que revende las casas. Pero el dinero que deja de percibir el organismo se va a fondo a perdido y la forma en que van a recuperar esa pérdida es aumentando los intereses o costo de vivienda. Hay casos de que una misma finca ha sido objeto de tres operaciones de compra y recompra”, detalla.

A inicios de abril de este año arrancó el programa “Renta tu casa”, con el que el Ayuntamiento de Tlajomulco busca que las viviendas abandonadas de las colonias Santa Fe, Chulavista, Lomas del Mirador y Villa Fontana Aqua sean habitadas por familias que paguen una renta de 350 pesos al mes.

En esta iniciativa, el municipio es mediador entre el arrendador y arrendatario. En el sitio tlajomulco.gob.mx/rentatucasa/ se precisa que el propietario tendrá la garantía de que se alquile su propiedad por un año, con la posibilidad de renovar contrato por otro más, entre otras.

Aunque ya opera el programa, Christian Palomares refiere que en éste hay limitantes que impedirán que muchos que tienen casas abandonadas se acerquen, pues dos requisitos son que la vivienda que tenga activo un crédito hipotecario no presente más de tres meses de retraso y que la propiedad no esté en algún juicio hipotecario.

El urbanista alemán Bernd Pfannenstein, quien ha estudiado este fenómeno en la periferia de la zona metropolitana, considera que dicho programa puede ser un instrumento valioso: “Desde hace algunas administraciones, Tlajomulco ha sido innovador para combatir las viviendas en desuso. Veo el proyecto interesante, aunque aún falta conocerlo a fondo. Sería un instrumento que se podría exportar a otros estados. Si resolvemos el problema de Tlajomulco ya lo tendríamos resuelto en el estado y a escala nacional”.

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