Para montar en bicicleta es preciso no tener miedo, sujetar el manillar con flexibilidad y mirar al frente y no al suelo…
Enciclopedia Espasa
El viaje en dos ruedas
Esta posibilidad que ya se ha convertido en una nueva tradición de los habitantes de las metrópolis refresca sobre todo el ánimo de las familias que se permiten este viaje en dos ruedas, pues la bicicleta es uno de los medios de transporte que mejor se ha adaptado a los seres humanos, en el cual se conjuga la mecánica y el movimiento del cuerpo con extrema perfección. Por tal motivo los historiadores y médicos han declarado a lo largo de la historia que este vehículo ofrece la oportunidad de ejercitar y al mismo tiempo viajar, y los ambientalistas de hoy agregan que “la bicicleta es un medio de transporte que no contamina”, y se aplican en aconsejar tanto a las personas como a los gobiernos que implementen ciclovías y el uso de la misma.
Sobre todo en Europa hoy en día la bicicleta es uno de los medios de transporte más usados, quizás ahora con menor frecuencia que a comienzos del siglo pasado, pero se sigue la costumbre que, en otros tiempos, también fue nuestra, pues incluso Guadalajara fue nombrada una “ciudad bicicletera”. Pero como la modernidad se hizo moda, lamentablemente se dejó de usar ya, porque con tantos autos rodando por la calles volvió a esa costumbre peligrosa, o ya porque a un gran sector de la sociedad le pareció “muy ranchero” utilizar los monociclos para ir al trabajo o visitar a la novia en alguna colonia.
Lo cierto es que sería muy bueno que se retornara a la bici, pues daría la oportunidad a muchos de no malgastar su economía en camiones que resultan tan ruidosos y, en todo caso, poco amables. De llegarse algún día a retomar la costumbre de usar la bicicleta como medio de transporte, nuestra ciudad cobraría un nuevo aspecto y daría ejercicio a muchas personas que casi ni un dedo mueven en el día, a no ser para indicar o para apretar botones o bien para “apuntar con el dedo” a otros, de una manera flamígera, como luego se dice.
Nueva York y los sueños
Contra el olvido y contra la muerte es por lo que alguien escribe. Se ha dicho incluso que un escritor escribe para no ser olvidado. Pero la memoria es la esencia de toda escritura. Es gracias y por y para la memoria que uno escribe. Tengo la impresión de que el presente no existe, pero toda memoria es presente. Entonces uno siempre escribe contradiciendo al destino y a la propia existencia. Cuando digo algo en presente: ya es pasado. Si digo estoy aquí, voy para allá, realizo una acción, la nombro. Cuando he dado un paso ya es otra cosa. Luego entonces tengo que recurrir a la memoria para saber dónde comencé el camino, porque el presente se extingue, es fugaz. Ya no voy: estoy yendo. Es acción.
En todo caso uno escribe para perpetuar la memoria. Pero debe estar escrito en presente, porque de lo contrario ya no existe. Cuando uno sueña lo hace en presente, no importa que el hecho soñado haya sucedido hace mucho. La memoria trae un hecho ocurrido en el pasado y lo vuelve presente, es entonces que dicho presente se hace perpetuo. Es decir: se vuelve a vivir y entonces no hay tiempo.
El tiempo, por otra parte, es como los viajes: se viven antes para alcanzar el futuro, luego uno va al lugar deseado y graba los acontecimientos, y los guarda en la memoria. Uno retorna a su lugar de origen y las vivencias se han vuelto material de los sueños. Y para que exista el viaje uno tiene que volver, es decir, traer a la memoria las imágenes, las emociones, todo lo mirado.
He ido, hace unos días, a la ciudad de Nueva York. Hace unos días y ya es como el sueño. Tengo que volver a ese sueño para recuperarlo todo. Voy a convertir ese viaje en palabras para poder materializarlo, pero ¿acaso las palabras no son parte del sueño? ¿No es el lenguaje algo soñado? La herramienta es débil, volátil, efímera. Pero es la única herramienta que poseo para nombrar de nuevo a Nueva York. Voy a soñar. Voy otra vez a Manhattan.
Para que realmente exista el viaje uno tiene que regresar con la memoria…