Dos de cada cien mexicanos pueden tener epilepsia

En el Servicio de Neurología del Hospital Civil de Guadalajara el 30 por ciento de las consultas anuales son por esta enfermedad, de la que, el 26 de marzo, se conmemora el día internacional para concientizar a la población sobre sus causas, síntomas y tratamientos

3050

La prevalencia de personas que tienen epilepsia en México es del 2 por ciento de la población. Es decir, a nivel nacional podría haber alrededor tres millones de mexicanos con esta enfermedad afirmó José Luis Ruiz Sandoval, jefe del Servicio de Neurología del Antiguo Hospital Civil de Guadalajara (HCG) Fray Antonio Fray Antonio Alcalde, al ser entrevistado con motivo del Día Mundial para la Conciencia de la Epilepsia o Día Púrpura, impulsado desde el año 2009 con el objetivo de sensibilizar a la población sobre la realidad y necesidades de las personas con este padecimiento.

En el Hospital Civil de Guadalajara (HCG) Fray Antonio Alcalde la epilepsia es la primera causa de consulta en el Servicio de Neurología.

“De seis mil consultas neurológicas que vemos en el antiguo HCG al año, aproximadamente dos mil son de epilepsia. Es decir, representan un poco más del 30 por ciento de estas consultas”, señaló el especialista.

El HCG ofrece a sus pacientes un diagnóstico para descartar otros problemas como desmayos o trastornos de movimiento o migraña con aura visual, además, se solicitan estudios para confirmar el diagnóstico e iniciar tratamiento. En algunos casos el paciente puede necesitar un protocolo de cirugía por epilepsia.

Foto: Adriana González

Las causas de esta enfermedad son múltiples. Pueden ser genéticas, criptogénicas o perinatales; por ejemplo, a veces hay el antecedente de nacimiento prematuro, de que hubo problemas con el trabajo de parto, de que el bebé no lloró al nacer, se puso morado y estuvo en una incubadora; en otros casos las causas pueden ser debidas a un traumatismo craneoencefálico, infarto cerebral, hemorragia cerebral, tumor, entre otras.

La epilepsia puede presentarse desde el primer día de vida de una persona y a lo largo de toda la vida. Es una enfermedad controlable. El tratamiento abarca las formas no médicas, como seguir medidas de higiene, que la persona coma a sus horas y de manera balanceada, dormir bien y evitar el estrés, además del tratamiento médico con antiepilépticos o anticonvulsivos.

Definiendo la epilepsia

La epilepsia se caracteriza por las descargas eléctricas anormales en algunas zonas del cerebro. Esto va a provocar diferentes síntomas, dependiendo del área que esté afectada. Pueden ser muy débiles como desconexión con el medio, hasta ataques que provocan que la persona se ponga tiesa y tenga convulsiones. Puede no haber causa aparente, explicó Raymundo Alejandro Cuevas Escalante, neurólogo pediatra, Coordinador de consulta externa y del Centro de Atención Integral en Epilepsia, del Hospital Infantil de Tlaxcala.

La enfermedad debe ser atendida de manera oportuna y deben descartarse algunos mitos sobre ésta.

El especialista explicó que uno de los mitos es relacionar la epilepsia con una posesión demoniaca. “En las zonas rurales de nuestro país existen todavía creencias sobre cuestiones demoniacas, posesiones o maldiciones, y eso lo que genera es retraso en el momento del diagnóstico”.

El peligro que se corre en este último caso es que al paciente le den un manejo que no es el adecuado. Por ejemplo, dejarlo encerrado en casa, amarrarlo, aplicarle remedios caseros o darle de beber pócimas recomendadas por curanderos o magos.

La enfermedad puede generar mucha incertidumbre o duda, ya que puede ser muy aparatosa, y en este caso los familiares deben acercarse a un servicio de salud para poder descartar o no un caso de epilepsia.

Destacó que una tercera parte de los pacientes que tienen epilepsia, tiene algún problema de salud mental, y en el caso de los síntomas de ansiedad o depresión, la persona puede tener movimientos o conductas anormales. Por lo tanto, un hombre que no tenga epilepsia, y presente depresión o ansiedad, si no es adecuadamente evaluado pudiera su malestar ser confundido con esa enfermedad.

Los efectos de un mal manejo de la epilepsia pueden afectar la calidad de vida. Los pacientes pueden ser limitados en sus funciones o actividades. Sin embargo, un paciente con epilepsia puede hacer una vida prácticamente normal, pero tiene que estar bajo tratamiento y tener un acertado diagnóstico.

Dijo que cuando ocurre una crisis epiléptica mucha gente cree que tiene que meter un trapo a la boca del enfermo. Eso es un mito y la medida puede ser peligrosa, ya que cuando alguien tiene la crisis epiléptica la fuerza con que aprietan los dientes puede ser tal que puede romper una regla, fracturar un dedo o lastimarse más, si tratamos de meterles algún objeto a la boca

“Lo que yo les aconsejaría es mantener la calma y tratar de poner a la persona en una posición de seguridad que consiste en ponerla de costado (ya sea izquierdo o derecho. De modo que si está teniendo mucha salivación pueda escurrir la saliva por algún lado de la cara y haya mejor respiración en cuanto termina la crisis). No hay que tratar de darle a la persona que sufre la crisis animación cardiopulmonar, masaje cardiaco o respiración de boca a boca, no hay que ponerla en algún lugar en el que pueda caerse y golpearse con algún objeto”.

El 85 por ciento de las crisis van a iniciar y a terminar por sí solas. Las que duran menos de cinco minutos, no requieren de una atención inmediata, las que duran más, sí necesitan servicio de urgencias o recibir atención hospitalaria, explicó.

Resaltó la importancia de fijarse cómo se presenta la crisis, ya que esos datos permiten al especialista saber cuál podría ser el origen de la misma. “No implica lo mismo decir que empezó con un movimiento de la mano derecha o informar que tuvo pérdida de la visión, por ejemplo, porque eso corresponde a dos áreas del cerebro que son diferentes y cuando se recomienda un tratamiento o se hacen estudios son dirigidos hacia la parte donde inicia la descarga eléctrica”.

Agregó que no es tampoco conveniente darle de comer o de beber a la persona inmediatamente después de la crisis porque puede estar somnolienta, tener dolor de cabeza, estar irritable, tener nauseas o vómito. Hay que esperar a que se recupere totalmente para beber o comer.

Artículo anteriorCUCSH crece en infraestructura y calidad académica
Artículo siguienteLlega al MUSA “Un mexicanismo de contracorriente”, de Ricardo Martínez