Tras ganar las elecciones el partido Fratelli d’Italia, Giorgia Meloni será la nueva primera ministra. La inmigración, la actitud hacia la guerra en Ucrania y la Unión Europea, son los principales, y más polémicos hitos de su discurso político
Las noticias de tu país, cuando vives lejos de casa, te llegan con menos potencia, como si fueran las últimas ondas concéntricas, ya débiles y difuminadas, provocadas por una piedra lanzada en el agua. Pero lo que perciben algunos italianos residentes en México de las recientes elecciones en Italia, donde ganó el partido de extrema derecha Fratelli d’Italia de Giorgia Meloni, son ondas cargadas de miedo, preocupación y, sobre todo, mucha tristeza.
Tristeza, como dice Giulia Landi, empresaria originaria de Toscana con más de diez años viviendo en Guadalajara, porque “parece que la historia no nos ha enseñado nada”. Y, en segundo lugar, porque no existe una izquierda realmente alternativa que pudiera unirse para hacer frente a la derecha.
Preocupación, por otra parte, “entre los que no votaron la derecha, porque no ha habido nunca desde la caída del fascismo un partido así abiertamente fascista, aunque Fratelli d’Italia no se defina así”.
Y miedo, “por el hecho de que el pueblo italiano sea orientado hacia las propuestas de la derecha, lo cual hacen pensar que podríamos volver atrás de muchos años”. Miedo, finalmente, del miedo que esto puede alimentar hacia lo diferente, lo extraño.
Pues la extrema derecha italiana está conformada por aquellas fuerzas políticas que se caracterizan por un discurso con un fuerte nacionalismo, un fuerte llamado a la identidad nacional, y como consecuencia tiene también cierta actitud racista y xenófoba en relación a los fenómenos migratorios que se han dirigido hacia Italia en los últimos años, explica Andrea Bussoletti, académico del Departamento de Estudios Políticos, del Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades (CUCSH), a raíz del triunfo de Giorgia Meloni, quien será la primera mujer en ser Primera Ministra de Italia.
Es que, como explica Christian Petaccia, freelance italiano con 15 años en México y egresado de Ciencias Políticas en la Universidad de Bolonia, “el miedo al fascismo es inevitable en un país como Italia, donde hay una raíz fascista genética en mucha gente, que se reúne en mítines y realiza visitas a la tumba de Mussolini”.
Giorgia Meloni, agrega, “en el transcurso del covid supo ganarse el pueblo, supo escuchar y gritar en las plazas lo que el pueblo quería escuchar”, logrando erigirse como la figura principal de un populismo que en Italia, como en Europa, ha venido alimentándose en los últimos años con tensiones y miedos derivados de la creciente inmigración, la pandemia, la guerra y la siempre presente sombra de posibles crisis económicas.
La ahora primera ministra, líder del partido de extrema derecha Fratelli d’Italia, consolidó con su victoria su liderazgo y se erige como la cabecilla del autodenominado acuerdo de centro-derecha. Bussoletti explicó que en Italia, en diferentes momentos, la derecha ha gobernado y la extrema derecha había sido integrante de esas coaliciones de gobierno, pero con el rol de aliado menor. Es decir, no era el partido más votado, ni encabezaba los gobiernos, ni era el motor de esas coaliciones.
“Porque si se analiza la coalición de centro-derecha actual está integrada prácticamente, salvo algunos cambios de nombre, por los mismos partidos vigentes en los últimos veinte años. La diferencia que llama la atención de los medios de comunicación y que pone a todos atentos a lo que podría pasar es que por primera vez un partido más hacia la extrema derecha fue el más votado, es decir, se han invertido los roles. Anteriormente el principal protagonista era Berlusconi, quien representaba una derecha muy cuestionada y criticada por ser populista, pero representaba un liderazgo de un partido que podríamos calificar como moderado, de centroderecha”.
De hecho, como señala Petaccia, Fratelli d’Italia en las anteriores elecciones de 2018 representó un 4% de le electorado, mientras que el domingo pasado alcanzó el 26%. ¿Cómo es posible?, se pregunta. La respuesta que da, reside en diferentes factores que confluyen alrededor de la figura de la Meloni, que logró canalizar el clima general de insatisfacción, pero sobre todo ganarse la confianza de los electores de derecha que ya no se identificaban con otros partidos de la coalición de centro-derecha, como la Lega y Forza Italia, pero sobre todo del fragmentario universo de electores que habían votado en las elecciones pasadas al Movimiento 5 Stelle, que pese a haber obtenido la mayoría, no logró en esto últimos años conformar un gobierno estable y duradero.
Bussoletti explicó que el año pasado, ante la coyuntura de la Pandemia por Covid 19, casi todos los partidos políticos participaron y respaldaron al gabinete de Unidad Nacional conformada por partidos de centroizquierda; centro; centro-derecha, en cambio Fratelli d’Italia decidió no participar y fue la principal voz crítica de ese gobierno encabezado por Mario Draghi, expresidente del Banco Central Europeo. El hecho de ser en las instituciones la única oposición visible, con espacios y tribuna, ha sido uno de los factores que ha dado mucha ventaja a ese partido, y fue más votado.
Otro componente importante es la aversión o rechazo a la Unión Europea que es vista como un grupo de instituciones que actúan en contra de Italia como país. Hay también una presencia de referencias no ocultas y evidentes, aunque con una relación ambigua, a símbolos de lo que fue el periodo del régimen Fascista en los años veinte del siglo XX, del siglo pasado.
Fueron muchos factores que confluyeron en que ganara la extrema derecha en Italia, pero de manera resumida se puede decir que hay un fuerte hartazgo hacia la clase política, en lo general, y eso en los últimos diez años ha beneficiado a líderes y partidos que se presentaban como enemigos del sistema, y que han intentado afirmarse como la alternativa a la clase política tradicional.
A raíz del triunfo de la extrema derecha, la salida de Italia de la Unión Europea (UE) es una posibilidad, pero sería algo sorprendente y poco probable afirmó Andrea Bussoletti.
Explicó que Italia a diferencia del Reino Unido es uno de los países fundadores de la UE, y el país mediterráneo no es un actor fuerte que controla la UE debido a razones económicas: hay un nivel de deuda pública que en los últimos treinta años no ha bajado y representa un indicador preocupante.
“Italia depende mucho de las ayudas financieras de la UE para todas sus actividades económicas. Si bien, el escenario puede aparentar una ruptura, habría que ver qué tanto es viable. Ni la UE va a aceptar esa opción con desenvoltura y facilidad, ni Italia tiene esa libertad de maniobra de poderse salir”.
Reconoció que los italianos son cada vez más críticos y hostiles a la UE. “En términos de consenso una decisión de ese tipo –salir de la UE—encontraría amplio favor de la opinión pública y técnicamente existe la opción de que el gobierno tome la decisión de que Italia no sea ya parte de la Unión. Sin embargo, a pesar de esa tensión Italia depende mucho de la UE, entonces sería una decisión muy riesgosa, y en cuanto a la UE buscaría que Italia siguiera como miembro, ya que aporta mucho a la economía de la Unión y que al ser uno de los fundadores tiene una importancia simbólica”.
Otra consecuencia que podría derivar de la victoria de la extrema derecha en Italia es en su posición en cuanto a la guerra de Rusia-Ucrania.
“Italia es un país que ante el desarrollo del conflicto se ha ubicado en una posición en defensa de Ucrania, de la UE y la OTAN, y la extrema derecha, en particular Giorgia Meloni ha sido en algunos momentos ambigua con Putin y Rusia, y podría pasar –sin implicar la ruptura con la UE— que la participación de Italia en los esfuerzos que intentan mantener la paz se vea reducida o hasta cancelada por completo.
“Este factor no es menor, ya que esta controversia implica o no contratos de abastecimiento de recursos naturales como el gas. Entonces de alguna forma eso puede tener, dependiendo cómo se lleve a cabo, algunas ventajas o desventajas, ya que probablemente una relación más cordial con Rusia puede ser una manera de acceder a algunos beneficios económicos”.