RUTH PADILLA MUÑOZ / RECTORA DEL CUCEI
Los nuevos roles de empleo que exige el mercado de trabajo ante la transformación digital conllevan a una diversidad de relaciones laborales que difícilmente caben en las normas reguladoras del trabajo. ¿Cuáles son las expectativas de un profesionista ante un entorno donde la adopción de la tecnología avanza de manera rápida y continua? ¿Cómo afrontar las formas de inserción laboral, donde prevalece la precariedad porque los contratos indefinidos están en peligro de extinción, la seguridad social ya no es garantía para el trabajador y la desigualdad salarial aumenta? La Organización Internacional del Trabajo (OIT) hace una reflexión al respecto: “Los avances tecnológicos —la inteligencia artificial, la automatización y la robótica— crearán nuevos puestos de trabajo, pero quienes van a perder sus trabajos en esta transición podrían ser los menos preparados para aprovechar las nuevas oportunidades. Las competencias de hoy no se ajustarán a los trabajos de mañana y las nuevas competencias adquiridas pueden quedar desfasadas rápidamente”.
En este contexto, la inserción laboral de los profesionistas puede tener distintas aristas; por una parte, adoptan la figura de trabajadores independientes (autónomos o freelance), sin la necesidad de pertenecer a una empresa, aunque su espacio de trabajo es el hogar (home office), o se establecen relaciones labores por proyecto en un espacio de coworking. Estas dinámicas de contratación de personal remoto, están orientadas sobre todo al trabajo especializado. La otra parte de los profesionistas están expuestos a ser contratados mediante una outsourcing, insourcing o directamente con la compañía, con condiciones distintas en términos de protección laboral. Además, las contrataciones o relaciones de trabajo están dirigidas a la búsqueda de perfiles ocupacionales y no necesariamente profesionistas en un área de conocimiento.
Ante este entorno, una de las propuestas del Programa centrado en las personas para el futuro del trabajo de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), es crear ecosistemas de aprendizaje a lo largo de la vida, que permita a las personas adquirir competencias, perfeccionarlas y reciclarse profesionalmente. Además de considerar el aprendizaje formal e informal desde la primera infancia hasta la vida adulta.
La creación de un ecosistema eficaz de aprendizaje permanente es una responsabilidad conjunta, que requiere la participación activa y el apoyo del gobierno, los empleadores, los trabajadores y las instituciones educativas. Desde reconocer a los sistemas de formación como un derecho para el trabajador, identificar las necesidades en materia de competencias por parte de los empleadores, así como crear espacios de aprendizaje en la organización, la disposición del personal para continuar con el desarrollo de competencias y reconocer a la educación como el nodo para la validación de los aprendizajes.
Por tanto, las instituciones educativas deben ser capaces de abrirse al exterior y trasladar el ambiente de aprendizaje a espacios de la industria, los negocios y los organismos públicos, generar las herramientas tecnológicas que les permita construir a lo largo de la vida sus propias trayectorias, así como crear las condiciones de aprendizaje con periodos distintos (unas horas, un mes, un año, etc.) y para diferentes edades. El estudio realizado por Global Education Futures, señala que “si nos centramos en las condiciones que dan lugar a ecosistemas educativos de por vida, entonces las escuelas y universidades pueden evolucionar en centros educativos que albergan ecosistemas de aprendizaje multigeneracional que crecerán y evolucionarán dentro, alrededor, y entre ellos”.
El reto será generar los espacios de aprendizaje compartidos para atender las nuevas necesidades de competencias en los futuros profesionistas para enfrentar los desafíos de la tecnología y el mercado laboral.