El aparente silencio de Jaime Humberto Hermosillo

El pasado 13 de enero, falleció a la edad de 78 años el cineasta mexicano. Su mirada crítica y sin tapujos le sobrevive en una extensa producción fílmica que nadie pudo silenciar

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Jaime Humberto Hermosillo

Todavía a finales de los años ochenta se podía ver, en las salas de cine de Guadalajara, como un espectador más, al cineasta Jaime Humberto Hermosillo. En ese tiempo era profesor en la Escuela de Artes Audiovisuales de la Universidad de Guadalajara. En 1985 había rodado en nuestra ciudad una de sus películas, Doña Herlinda y su hijo, basada en un cuento del narrador Jorge López Páez y con una participación especial de la cantante y actriz Lucha Villa.

Un año después, Hermosillo fue uno de los principales impulsores de la Muestra de Cine Mexicano en Guadalajara, que nació el 10 de marzo de 1986 y años después se convertiría en el Festival Internacional de Cine en Guadalajara (FIGC), que el año pasado exhibió Doña Herlinda y su hijo remasterizada y en la trigésima edición lo reconoció con el Premio Mayahuel.

Jaime Humberto Hermosillo nació en Aguascalientes, en 1942 y la mañana de este 13 de enero dejó este mundo terrenal a los 78 años, en la Perla Tapatía, para irse directo al limbo de los sueños a realizar otros y diversos filmes con su particular visión de la vida y la sociedad y su singular estética cinematográfica: siempre crítica y distanciada de la moral timorata de un gran sector de nuestra sociedad prevaleciente por décadas.

Su carrera como guionista y director comenzó en 1965, y a lo largo de su vida realizó una enorme cantidad de filmes, entre los que se destacan: El cumpleaños del Perro (1974), La pasión según Berenice (1975), Matinee (1976), Naufragio y Las apariencias engañan (1977), María de mi corazón (1979), Doña Herlinda y su hijo (1984), La tarea (1990), Escrito en el cuerpo de la noche (2000), eXXXorcismos (2002) y su último largometraje Crimen por omisión (2018).

Doña Herlinda y su hijo

En toda su filmografía Hermosillo sostuvo una épica lucha en favor de la libertad y forjó un retrato de nuestra sociedad mexicana con personajes realistas y perturbadores, siempre sólidos y bien logrados.

Hizo una sociología de la homosexualidad con sus batallas en contra de lo establecido. Fue, en todo caso, una voz bien templada que nunca se dejó intimidar.

Logró lo que pocos cineastas: hacer del arte cinematográfico un frente en contra de las costumbres anquilosadas de una sociedad retrógrada y tibia. Puso el dedo en la llaga con exquisita tesitura narrativa sin llegar a lo panfletario, sino haciendo de su postura una manera de contar historias realistas que destacaron lo que otros callaron o convirtieron en chiste de mal gusto.

Se puede decir que Jaime Humberto Hermosillo realizó un fino mural de nuestra sociedad mexicana que nadie pudo silenciar, porque si alguien habló con verdades dolorosas fue este cineasta muy mexicano, que muy a la mexicana es universal.

Sólo su muerte logró, en todo caso, hacerlo guardar un aparente silencio: pero pronto volverá a hablar y más fuerte.

Hermosillo es sin duda el más actual de nuestros cineastas. Fue y es una una mirada crítica de nuestra realidad.

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