El efecto demográfico en el medio ambiente

El consumo desmedido, los estragos provocados por la industria y la expansión desordenada de las metrópolis, son sólo algunos de los factores relacionados con el crecimiento poblacional y que inciden de manera negativa en nuestro entorno

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El crecimiento poblacional juega un papel muy importante en el medio ambiente. Distintos factores intervienen al generarse necesidades para la sobrevivencia de los seres humanos, tales como alimentación, vivienda, salud y educación; sin embargo, el consumismo irracional y desinformado de los habitantes en países económicamente poderosos ha desencadenado el desperdicio de artículos y alimentos, así como la escasez de los mismos y el incremento de la basura, con efectos sumamente negativos para el planeta, en tanto que se profundizan las desigualdades en naciones más pobres.

Los ejemplos abundan; Greenpeace señala que los mexicanos consumimos 64.8 kilos de carne por persona al año, cuatro veces más de lo recomendado para un consumo sostenible. El impacto de este comportamiento se refleja en la deforestación y el mal uso del agua, ya que se utiliza el 38.3% de la superficie nacional para alimentar al ganado y tanto la agricultura como la ganadería, desperdician el 57% del agua que utilizan.

En la industria del vestido, para generar una playera de algodón se requieren dos mil litros de agua, 10 mil para una falda o pantalón y 8 mil para un par de zapatos. Esta industria desperdicia el 20% del total del agua a nivel mundial y genera el 8% de los gases de efecto invernadero.

México encabeza la lista de los mayores generadores de basura electrónica, según la ONU. Foto: Internet

Por otra parte, el comercio electrónico se ha multiplicado más de veinte veces en una década y aunque en 2020 se compró en línea 225 veces más que en 2019, esto no disminuyó la generación de basura. Las consecuencias de este consumo desmedido impacta principalmente en la salud, pues los costos en enfermedades atribuibles a la contaminación fueron de 9 mil 989 millones de pesos en 2018.

Un factor más que agrava la situación medioambiental es el crecimiento urbano cada vez más desordenado, producto de la migración de la población hacia las grandes ciudades y de los modelos de vivienda que han privilegiado a las inmobiliarias en su construcción.

El Instituto Metropolitano de Planeación del Área Metropolitana de Guadalajara (IMEPLAN), señala que el ritmo de urbanización y oferta de uso de suelo sobrepasa el ritmo en el que incrementa la población. El aumento de las urbanizaciones, sobre todo cerradas, para el año 2016 se estima que alcanzaba las 2 mil 973 unidades con una superficie de 11 mil 326 hectáreas, esto representa alrededor del 17% de la superficie total urbanizada en los nueve municipios metropolitanos en Guadalajara.

Uno de los principales impactos de este crecimiento es la movilidad de las familias, el transporte público amplía su red, lo que genera un aumento de la contaminación atmosférica.

 

 

El efecto inverso

A pesar de las consecuencias del incremento de la población, su disminución progresiva podría llevar a la paralización en el desarrollo de un país por la falta del reemplazo poblacional; países con altos índices de envejecimiento, como Japón o Italia, comienzan a establecer programas de apoyo para incentivar la natalidad, porque en el futuro no tendrán población económicamente activa y entonces, ¿Quién pagará las pensiones?, o ¿quién contribuirá al erario para aplicar las políticas públicas?

El crecimiento sostenible requiere enlazar una serie de factores, desde las formas de producción, la disminución del consumo indiscriminado y el control del crecimiento poblacional en zonas metropolitanas ya sobresaturadas, y programas de educación y prevención en salud, lo que implica proponer y aplicar políticas públicas que permitan revertir el desorden y disminuir el impacto al medio ambiente.

México no lo tiene fácil, un ejemplo es la tasa de crecimiento promedio anual, que si bien es de 1.2% (entre 2010 y 2020), continuamos con el problema del embarazo adolescente, donde somos el primer lugar de los países que integran la OCDE, con una tasa de fecundidad de 77 nacimientos por cada mil adolescentes en el rango de edad de 15 a 19 años. Aproximadamente se tienen 340 mil nacimientos al año en mujeres menores de 19 años, y tan solo esta situación genera problemas como el abandono escolar, el trabajo precario y el desarrollo personal o profesional en mujeres de éste grupo de edad.

En el Día Mundial de la Población, que se conmemora el 11 de julio, reflexionemos sobre estos temas para contribuir a mejorar nuestro entorno, cualquier acción que emprendamos como ciudadanos responsables garantizará un mejor futuro para todas y todos.

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