Hay historias que nunca fueron escritas, pero que han sobrevivido porque se cuentan de una generación a otra. Algunas de éstas las compartió el narrador oral Wayqui César Villegas, en el Pabellón de Perú de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara (FIL) 2021.
Este domingo por la mañana contó cómo una llama, un carnero y un perro que se vieron en la necesidad de pedir un aventón al conductor de una camioneta, comenzaron a contarse entre ellos historias entrañables de la tradición de Perú.
“Cuando los animales nos encontramos viajando nos conocemos, nos reconocemos y para conocernos nos contamos historias; así que contaré una que otra historia que los animales contaron”, dijo Villegas ante el público asistente en el auditorio del pabellón.
Fue la llama la que sacó su libro de historias, uno que no tenía hojas; se trataba de un quipu, un antiguo instrumento inca en el que se almacenan historias a partir de cuerdas de lana con nudos de colores.
Los animales contaron el cuento de una mujer rara, una que era muy bella y que vivía en Cuzco; todo hombre buscaba estar con ella. Un día, su barriga comenzó a crecer y el pueblo no paró de criticarla, pero ella estaba en paz; amaba lo que crecía dentro de ella.
“Pasaron nueve meses y ella siente la llegada. Era de noche, había luna llena y empezaba a llover. En la profundidad del bosque busca un árbol y se apoya de pie: abre las piernas, sube su falda y empieza a pujar”.
“De repente aparece una pierna derecha, luego otra izquierda. Puja más, puja más, y aparece otra pierna derecha, luego otra izquierda, luego otra derecha, luego otra izquierda. Luego, ‘una yapita más’ (‘un poquito más’) y sale otra pierna”, narró Villegas.
El bebé no sólo tenía siete piernas, sino siete brazitos y en la cabeza siete ojos. La sabia mujer andina arropó y abrazó a su bebé con amor y fue al pueblo a presentar al nuevo ser que trajo al mundo.
“Estira los brazos y abre la manta y los pobladores se inclinan para ver al bebé. ¿Qué creen que pasó? Cada quien fue a su casa y buscaron la mejor papa de la cosecha, el mejor maíz de la cosecha, la mejor manta que hubieran tejido, la mejor vasija de barro”.
“Cogieron lo mejor y fueron a la casa de la joven madre –abundó Villegas–. Toda la gente deja los regalos al pie de la mujer, tocan al bebé y le agradecen por haber venido. Lo miran, lo saludan, lo quieren”.
“Esta historia de Los Andes de Perú nos muestra otra forma de ver el mundo. Nuestros abuelos campesinos sabían que ese niño era muy especial, porque ese niño fue el último hijo que tuvo en la tierra nuestro Padre El Arcoiris”, concluyó.
Dijo que este cuento lo conoció por Tania, una narradora oral de Perú, quien lo escuchó en lengua quechua de una niña de diez años en una comunidad de Cuzco, donde no había televisión.
“Este cuento llegó a Tania libremente en una oralidad; no pasó por ningún libro, no está en el mundo editorial; es un cuento que vive en nuestras palabras y así es la forma más antigua de compartir las historias”, manifestó.
El Pabellón del país invitado de esta edición no sólo busca acercar a la producción literaria de Perú, sino también mostrar la mirada de los pueblos originarios de este país sudamericano a todo quien se acerque.