El hiperrealismo de Ermilo Espinosa

Con el apoyo del Legado Grodman, el MUSA alberga la exposición pictórica Delirios abisales, compuesta por 19 pinturas al óleo que reflejan el trabajo del autor a lo largo de más de una década

Ermilo Espinosa expone en estos meses Delirios abisales en el Museo de las Artes (MUSA), pero en un futuro próximo tal vez lo hará en Querétaro o en Bellas Artes, para así cumplir un sueño más; como el que añoraba cuando era estudiante de Artes Visuales con orientación en Pintura, en la Universidad de Guadalajara. Si se reencontrara ahora con aquel Ermilo que pasaba frente al MUSA, parado en el camión con sus cuadros para no manchar a la gente, le díria: “No pares, no tengas miedo, algún día vas a estar acá», explica en entrevista. «Pero él no me creería”.

El MUSA entonces era su ilusión. “Como estudiante había esta escalerita de exponer en algún café, en Casa Vallarta que existía en ese tiempo, pero la cúspide era el MUSA. Entonces decía: si alguna vez expongo en el MUSA podré pensar que hice algo en la pintura”.

Su primer contacto con el universo de la creación plástica se remonta al taller de su abuelo, Ermilo Torre Gamboa, referente en la historia de la pintura yucateca, quien es testigo y seguidor de la trayectoria de Ermilo tras guiarle en sus primeras pinceladas. 

Para honrarle, plasmó su “dulce y nostálgica mirada” en el cuadro con el que inicia la exposición. A Ermilo nieto, le gusta pensar que su maestro, colega y amigo le “observa desde donde sea que esté”.

“Él conmigo era un poco más crítico porque esperaba cosas de mí, pero siempre tuvo la forma de hacerme entender las cosas con una capacidad alegre. Él estuvo siempre y hasta la fecha me sigue enseñando cosas”.

Su abuelo “se enorgullecía de haber pintado a muchísimos gobernadores de Yucatán” y Ermilo continuó la tradición. “Yo quería pintar algún día algún presidente” y el año pasado tuvo la posibilidad de retratar a Andrés Manuel López Obrador, en el cuadro expuesto en la Galería de los Presidentes de Palacio Nacional.

“Quiero pensar que fue mi trabajo lo que dio lo suficiente», los méritos para decidir que fuera entre las alternativas de pintores y de que no se fueran ”con la gente que tiene conexiones. Creo que fueron congruentes entre mucho de lo que decían y lo que hicieron en este caso”, dijo el ganador del Premio de Adquisición en la V Bienal Nacional de Artes Visuales Yucatán 2011.

“Fue una experiencia muy larga de secretismo, porque no había que decir nada. Aprendí mucho, conocí gente, y se va a quedar para toda la vida, no solamente allá en el Palacio Nacional, sino también en mí la experiencia y el aprendizaje”.

El arte de lo parecido

Ermilo Espinosa es conocido por su enfoque hiperrealista pues en su formación, su abuelo le reiteraba esa búsqueda en el arte de lo parecido y le decía que en un buen retrato tenía que lograr el dominio técnico, para que la persona que retratara fuera ella misma.

La constante práctica, que es parte del oficio aunque, dice, se ha perdido un poco,  lo ha ayudado a dominar las sombras, las luces, los volúmenes y la búsqueda del detalle, objetivo del hiperrealismo.

El artista considera que hay obras que son técnicamente espléndidas, “que te causan un efecto guau porque dices: qué bien pintado está esto”, pero que “se quedan en la mera superficie y no hay un pozo al cual hundirte, no hay una lectura más profunda. Lo plasmaste perfecto, pero ¿dónde está la emoción, el mensaje, la intelectualidad, la parte intuitiva? Compartir algo con el espectador se hace mucho más poderoso”.

Para Espinosa “el arte si no evoca no llega al punto de ser arte. Necesitas que de verdad sientas algo, pienses algo, te lleves algo. Te quede la imagen en la mente días después de haber visto el cuadro”.

De manera que todo el lenguaje formal que se construye en una pintura, desde su composición, su paleta, sus elementos, se realice para generar algo. “Cuando hay un juego de elementos que uno puede leer, tener experiencias a través de ellos, se logra una conexión”.

“Si es algo muy frío, lejano, o que no siento algún tipo de intriga, entonces puede que la conexión no se dé, puede que se aprecie como algo que se ve bonito, pero no es algo que a mí me rompa por dentro, me evoque o me ponga a pensar qué está ahí, qué es lo que existe, qué es esto».

Para Ermilo entonces el hiperrealismo, más allá del concepto o movimiento artístico, es una herramienta con un fin mayor, evocar una emoción, buscar un proceso intelectual.

Un proceso en el que se combina la percepción y la ilusión que da cuerpo, vida, forma a una la obra, para que la persona tenga una experiencia donde construya un relato, una emoción o una percepción distinta, propia. Se trata de una composición que evoca un viaje visual por el cuadro. De manera que la gente vea esto como punto de partida para un viaje interno.

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