La pobreza es un fenómeno multifactorial, por lo mismo, difícil de medir, argumentan especialistas, tanto académicos como de instituciones gubernamentales. Sin embargo, caminar por las calles polvorientas de Nuevo Colonia, localidad de la comunidad wixarika de Tuapurie, en el norte de Jalisco, puede ofrecer una visión de cómo ésta se manifiesta en la vida cotidiana.
Casas desmedradas de adobe, con pisos de tierra y techos de lámina, ausencia de servicios básicos (electricidad, drenaje o agua corriente), es la situación de la vivienda común para los aproximadamente 500 habitantes de esta ranchería, y para la mayoría de los 10 mil 653 indígenas que viven subdivididos entre San Sebastián Teponahuaxtlán, San Andrés Cohamiata y Santa Catarina, las tres principales comunidades huicholas del municipio de Mezquitic.
Incluso la infraestructura educativa y de salud se encuentra en condiciones precarias. “Las paredes y los pisos están mal: sillas y butacas rotas, vidrios quebrados, y el material didáctico es muy escaso, y en algunas escuelas de plano no hay nada”, comentó Jorge Márquez Díaz, maestro en la primaria Benito Juárez de esta localidad, quien tiene más de 18 años dando clase en diferentes escuelas de Santa Catarina.
“A mí me pusieron piso en este cuartito”, explicó María, vecina de la escuela, indicando una pequeña estancia, que con una fogón, una mesa y un par de sillas destartaladas, funge como cocina. “Tiraron el cemento y me dijeron que para nivelarlo tenía que darles dinero, lo mismo si quería que pavimentaran la otra habitación”. Esto a pesar de que el Programa piso firme, de la Secretaría de Desarrollo Humano, es totalmente gratuito. “Están presionando a la gente para que les dejen pavimentar unos cuantos metros cuadrados de sus casas”, explicó en este sentido Xaureme, exsupervisor de educación en la zona indígena, y oriundo de Tuapurie.
“Finalmente, el piso de tierra es uno de los principales indicadores de pobreza, y saben que eliminándolo, éstos se reducen notablemente, y en consecuencia, los apoyos que nos entregan. A pesar de que tenemos carencias más fuertes, tanto económicas, como educativas y de salud”.
Estos factores, junto con la poca eficacia de las políticas sociales del gobierno estatal, hacen de Mezquitic el municipio más rezagado del estado de Jalisco, y uno de los cinco más pobres de México.
Jalisco igual a África subsahariana y a Europa del este
A partir de 2000, para medir la pobreza y el rezago, se adoptó en México el IDH, índice de desarrollo humano, según las disposiciones del PNUD, Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, el cual mide diferentes factores, tanto económicos, como de bienestar, salud y educación.
En la relación más reciente del PNUD, de 2009, que se refiere a estadísticas del periodo 2000-2005, se establece que el IDH de Jalisco es de 0.82, equivalente al promedio nacional, que lo ubica en el lugar 14 entre las entidades del país, a pesar de ser el cuarto estado con mayor PIB de México.
Sin embargo, si este indicador coloca a nuestra entidad al nivel de los países de Europa Oriental, observando las realidades regionales y municipales, la situación empeora considerablemente. Como resulta del índice de desarrollo humano del estado de Jalisco 2009, en contraposición a la zona centro, donde se ubica Guadalajara, que cuenta con un IDH de 0.8685. Hay regiones del estado que presentan un desarrollo medio: en primer lugar está la zona Norte (0.7070), seguida por la sureste (0.7656) y la Altos Norte (0.7791).
A escala municipal la situación empeora, ya que el municipio que presenta menor desarrollo es Mezquitic, el cual cuenta con un IDH de 0.5168, apenas arriba del nivel de desarrollo humano bajo, establecido por la ONU en 0.5, en que se ubican varios países de África subsahariana. En la misma relación, se define como “inquietante” esta diferencia que existe entre las regiones de Jalisco, ya que el IDH del citado municipio con menor desarrollo, equivale al 71 por ciento del nivel alcanzado por Zapopan, que es el municipio de Jalisco que presenta el mayor índice, con 0.89.
Zona Norte: un foco rojo
José Antonio Ramírez, profesor del Centro Universitario del Norte, con una investigación que publicó en el 2008, detectó que en la región Norte, “sigue habiendo muertes por falta de alimentación, un alto nivel de rezago educativo y de analfabetismo, y un bajo nivel de empleo”. Los municipios más marcados por la pobreza, comentó, son Bolaños, Chimaltitán y Mezquitic.
En este último, según los resultados del análisis estadístico que realizó el académico, “de 14 mil 614 habitantes, de los cuales 7 mil 500 son personas económicamente activas, el 30 por ciento, 2 mil 600, no tienen ingresos o sobreviven con dos salarios mínimos”.
Agregó que en este municipio, “6 mil 500 personas sufren rezago educativo. Existe una diferencia con el promedio estatal en materia de educación, de 32.4 puntos porcentuales, y presenta una tasa de analfabetismo del 35 por ciento”.
En cuanto al sector salud, en la región “donde en esta materia el índice de desarrollo es de 0.3 por ciento, como el de Zambia“, “el 82.3 por ciento no está afiliado a ninguna dependencia federal que brinde atención médica, y existen todavía altos niveles de desnutrición y de mortalidad infantil «en Totatiche, en 2002, la tasa de defunción infantil fue de 22.7“ que hacen, junto con los demás factores, que en esta zona la calidad y las condiciones de vida pertenezcan a la escala más baja del desarrollo”.
Entre las causas de esta marginación, señaló el alto porcentaje de población indígena (en Mezquitic es del 72 por ciento) y la falta de políticas gubernamentales adecuadas a las demandas de esta región. En este sentido, añadió que el resultado de una encuesta que realizó en tres municipios de la región, es que “hay una percepción de las instituciones, muy negativa. Los programas para mejorar el nivel económico, no son apoyados por la población, ni son impulsados por el gobierno”.
Políticas públicas deficientes
De acuerdo a las estadísticas del IDH del estado de Jalisco, Mezquitic se encuentra en el último lugar a nivel estatal en todos los rubros. Incluso este municipio se ubica en los peores lugares de la escala nacional, ya que está en el sitio 5 de los municipios de México con menor IDH, y en el penúltimo por lo que respecta a los servicios de salud, donde aparece también Bolaños, entre los peores 10.
Este municipio, junto con Chimaltitán, ambos del Norte, figuran entre los cinco con menores índices de desarrollo en Jalisco, en los diferentes ámbitos, donde se hallan también Santa María del Oro, Quitupan y Villa Purificación, de las regiones sureste, sierra occidental y costa sur.
“Hay una correlación estrecha entre la cuestión étnica y la pobreza, como es el caso del Norte, con los huicholes, y la zona Sur con los nahuatles”, explicó el doctor Jaime Preciado, investigador del Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades, acerca de las causas del rezago que priva en algunas regiones de Jalisco. “Una segunda constante es la dificultad de organización en la producción agropecuaria, que es el caso de los Altos, la zona Norte y Costa, que convierten la pobreza en un asunto geográfico”.
En cuanto a las diferencias de desarrollo que presenta el estado en su interior, comentó que “la pobreza, por un lado, es la manifestación crítica de las dificultades por las que atraviesa el modelo de desarrollo, que ha heredado un cúmulo de desigualdades, y por otro, la manera en que está estructurado en cuanto a la producción y a las relaciones políticas, lo que impide que se resuelva de fondo la pobreza”. Agregó que “los programas sociales tienen muchas limitaciones. En el periodo de Calderón ha aumentado la pobreza, porque se están atendiendo sus manifestaciones, pero no su esencia”.
De hecho, las estadísticas del Consejo Nacional de Evaluación de las Políticas de Desarrollo Social (Coneval), muestran que entre 2005 y 2008, aumentaron en el estado, tanto las personas en condiciones de pobreza patrimonial, de 2 millones 806 mil 566 a 2 millones 854 mil 651 (41 por ciento), como de pobreza de capacidades, del 17.2 al 18.3 por ciento de la población total. El dato más inquietante, sin embargo, es el incremento de la pobreza alimentaria, que pasó del 10.9 al 13.1 por ciento, afectando a 910 mil 621 jaliscienses.
A pesar de que la Secretaría de Desarrollo Humano, en su informe 2009 sobre el IDH, minimiza la situación afirmando que el bajo desarrollo afecta “solamente” a un tres por ciento de la población, que vive principalmente en zona con baja densidad poblacional, de acuerdo a una investigación multidisciplinaria que Preciado realizó con otros investigadores del CUCSH, los pobres en Jalisco representan el 46 por ciento, del cual la mitad vive en condiciones de pobreza extrema.
“Lo que no se ataca con las políticas públicas, es dónde están los problemas. Falta revisar por qué no hay trabajo, y políticas de redistribución del ingreso que sean fomentadas por la potencia pública”. Por lo que concluyó: “llegamos a la situación de que la pobreza es un mal estructural, que tiene sus raíces en la injusta distribución del ingreso, en la falta de vínculo entre la política económica y el proyecto de crecimiento del país. Al contrario, las políticas sociales vienen a cubrir meras cuestiones de compensación, que tienen la finalidad de mantener cierta «estabilidad política» y de manipular una base social para fortalecer lealtades hacia un determinado partido o gobierno, más que de combatir la marginación”.
Mientras tanto, por lo menos en las estadísticas, lo peor de África y Europa conviven en el estado de Jalisco. Vista desde un café de la zona rosa de Chapultepec, Nuevo Colonia parece irreal, un lugar lejano, remoto, casi de otro mundo.