El Informe Global 2022 Gen Z and Millennial Survey arrojó que 90% de los millennials y personas de la Generación Z hacen al menos algún esfuerzo para reducir su impacto medioambiental
Con el bombardeo de noticias sobre el cambio climático y la contaminación, también surgen pequeños esfuerzos de las nuevas generaciones para generar un cambio, sin embargo, el camino todavía no se consolida y la educación puede ser la mejor herramienta para ayudar a minimizar el impacto a la naturaleza.
El informe Global 2022 Gen Z and Millennial Survey arrojó que 90% de los millennials y personas de la Generación Z hacen al menos algún esfuerzo para reducir su impacto medioambiental; dicho estudio entrevistó a más de 23 mil personas en 46 países.
Valentina Davydova, investigadora del Instituto de Medio Ambiente y Comunidades Urbana, del Centro Universitario Ciencias Biológicas y Agropecuarias (CUCBA), celebra que las nuevas generaciones se preocupen más por disminuir su impacto ambiental, pero considera que aún es necesario robustecer la educación entre las y los jóvenes.
Un panorama agridulce
En el informe, elaborado por la consultora Deloitte, también se detalla que sólo 11% de los encuestados de la Generación Z y 13% de los millennials creen que sus gobiernos están altamente comprometidos con la lucha contra el cambio climático.
Por otra parte, el documento también reporta que 48% de los consultados que pertenecen a la Generación Z y 43% de los millennials dijeron haber presionado a sus jefes o empleadores para que tomaran acciones contra el cambio climático.
Además de que entre sus principales acciones ambientales está el reuso y reciclaje de plástico y papel, la utilización de utensilios y vasos reusables, la adquisición de muebles y ropa de segunda mano y la compra de comida producida localmente o de manera orgánica.
Mientras que algunas de las acciones que buscarán implementar es la compra de un vehículo híbrido o eléctrico, la adecuación de sus hogares para ser más sustentables con paneles solares o fuentes de energía geotérmica, así como el fortalecimiento del compromiso civil con el medio ambiente.
“Si nosotros no podemos educar a nuestros estudiantes para separar la basura en el Centro Universitario donde ellos reciban esta educación, siento que estamos fallando”.
Valentina Davydova académica del CUCBA
Davydova estima que, además de estas medidas, separar basura es una actividad sencilla que se enseña desde casa, pero que puede generar una serie de beneficios al facilitar la recolección y reciclaje de residuos.
“Es algo que me gustaría impulsar: dar a entender que la educación ambiental debe empezar prácticamente desde el kinder. Uno tiene que enseñarle a los niños a no tirar la basura, sino a ponerla en el bote que corresponde y que comprendan lo que es orgánico e inorgánico”.
Para la investigadora, parte de la contaminación que abona al cambio climático podría minimizarse si existiera un adecuado manejo de residuos desde sus primeras etapas, ya que considera que cuando la basura se separa y es enviada a un punto de recolección apto, ésta deja de ser basura y se convierte en material reutilizable.
“Para qué expandir un basurero o buscar una nueva ubicación, si sabiendo separar la basura, un basurero no tendría que crecer, al contrario tendría que aminorar su tamaño y desaparecer por los materiales que se pueden usar una vez más”, consideró.
Sin embargo, la especialista resaltó que para alcanzar una cultura de reciclaje y separación de residuos, se podría apostar por preparar a las nuevas generaciones para preservar esos hábitos y consolidarlos como parte de las sociedades.
“Todo está en nuestras manos. Pienso que no es una labor complicada, o algo que requiera mucho dinero o esfuerzo, es cuestión de educación y costumbre».