El 2018 fue un año complicado para la Biblioteca Iberoamericana Octavio Paz (BIOP). Tras el incendio provocado al interior del lugar, ocurrido el 30 diciembre de 2017, este espacio cerró sus puertas por varios meses para la ejecución de un proyecto de restauración y limpieza de los murales por parte del personal del Centro Nacional de Conservación y Registro del Patrimonio (Cencropam), instancia perteneciente al entonces Instituto Nacional de Bellas Artes.
Aunque el trabajo final dio como resultado la recuperación del esplendor de las obras Ideales agrarios y laboristas de la Revolución de 1910 (de Amado de la Cueva y David Alfaro Siqueiros) y Olimpo House (de Jesús Guerrero Galván, José Parres Arias, Alfonso Michel y Francisco Sánchez Flores), fueron meses en que el recinto se quedó sin visitantes.
Fue un golpe duro, puesto que aunque la sección de la Capilla de Loreto se mantuvo abierta, por varios meses la biblioteca dejó de recibir a un gran número de visitantes, niños y estudiantes, lectores asiduos de prensa y literatura.
El paso ha sido lento, pero la BIOP, poco a poco va regresando a la normalidad, comenta la administradora, Luz Elena Martínez Rocha. “Estuvimos con la biblioteca cerrada por casi un año y se volvió a reabrir el 6 de noviembre pasado. Esto impactó mucho a los usuarios, pero este año, afortunadamente, están regresando las personas y ya la estamos viendo llena todos los días; entonces las cifras se están acercando a los niveles históricos que teníamos, que son 19 mil 500 usuarios al mes”.
Este 19 de julio, la BIOP cumple 28 años de estar en servicio de la comunidad de Jalisco, y en ese contexto, ya con los murales restaurados y con un compromiso de servir por parte de quienes ahí laboran, Martínez Rocha comparte que mensualmente reciben a tres mil 500 hombres y mujeres de la tercera edad, mil 500 personas que asisten al área virtual, 180 con discapacidad visual y alrededor de 200 niños que llegan al área infantil.
Todos ellos tienen a su disposición 45 mil títulos generales de acervo iberoamericano, enfocado en ciencias sociales, humanidades y artes, así como 25 mil publicaciones infantiles.
“Aquí puede llegar cualquier persona y se encuentra con un lugar tranquilo, con una mística extraordinaria para sentarse y leer un libro. Sí tenemos una credencial para los usuarios frecuentes, pero cualquier usuario puede entrar y hacer uso de las instalaciones”.
Un lugar pensado para las niñas y niños
Entre las actividades que la BIOP ofrece está el Club de Tareas, al que acuden niños (sobre todo hijos de comerciantes de la zona), que reciben ayuda para realizar sus trabajos escolares, y a quienes también se les transmite el gusto por la lectura, por medio de títulos selectos, que no se limitan a títulos iberoamericanos.
Además, la biblioteca tiene un convenio con el Colectivo Pro Derechos de la Niñez, AC (Codeni), que atiende a niños y niñas en situación de calle. “Aquí, en la biblioteca, se da el primer paso, que es convencer a los menores que están en la calle a acudir a este recinto, donde los tratamos bien, les ofrecemos un buen libro y los profesionales de Codeni hacen dinámicas, que después derivan en convencerlos a que se vayan a vivir a la casa de esta asociación”, detalla Martínez Rocha.
De igual forma, la administradora narra que la BIOP cuenta con el mejor cuentacuentos de Guadalajara, quien presenta fantásticas historias. “Los sábados, a las 14:00 horas es tradicional que Tony Navarro haga esta dinámica. Él tiene una forma muy original de contar las historias, llamada ‘teatricuenteando’, con lo que los pequeños se vuelven los actores: se disfrazan y Tony les dice cómo moverse y qué decir. Es muy divertido, porque es un cuento teatralizado por los propios niños de una forma muy espontánea”.
Un recuerdo que perdurará
Aunque los ciudadanos vuelven a hacer suyo este espacio, la administradora recuerda que otra pena ocurrida el año pasado fue la muerte del director de la biblioteca, el escritor Fernando del Paso.
“Fue un golpe durísimo. Él había sido el director desde que se inauguró este recinto; esta era su biblioteca y su gran pasión para acercarse con los lectores. Fue un maravilloso jefe, muy profesional, preocupado por los usuarios. Para él los usuarios eran lo primero y les tenía mucho respeto.
“Los compañeros y Fernando del Paso llegamos a ser amigos, ya que él era generoso, afable, cercano y sumamente divertido. A él le fascinaban las bromas. Tenía mucha chispa y era una delicia convivir con él. Lo vamos a extrañar siempre. Esta biblioteca no volverá a ser la misma”.
Martínez Rocha menciona que están a la espera de conocer a la persona que encabezará esta biblioteca y espera que en un futuro, tal como lo externó el propio Del Paso a las autoridades universitarias, pueda existir un anexo de este recinto, dado que cada rincón está repleto de libros y el incremento de usuarios demanda más espacios.