Ángel Medina García, hijo del pintor y académico universitario, narra la pasión de su padre por los colores y los trazos, misma que puede observarse en los murales «La cultura en Jalisco” (1958), “Prometeo” (1958) y “El proceso educativo en Jalisco” (1992), entre otras obras
Ángel Medina Orozco fue homenajeado por la Universidad de Guadalajara en 2006 por su larga trayectpría como profesor y artista plástico. Fueron décadas de una labor llena de atención y cariño que hoy día sus alumnos todavía recuerdan con una sonrisa.
Lamentablemente, el profesor Ángel Medina se encuentra indispuesto por su avanzada edad, pero su hijo, Ángel Medina García aceptó compartirnos lo que vivió entre los andamios de su padre.
Cuenta que solía tomar “apuntes” de cualquier lugar o situación. “Tenía una cámara de las de antes, de rollo. Siempre la cargaba. Había clases de fotografía, y los compañeros y maestros instruían a mi papá a tomar fotos y revelarlas”. También practicaba el boceto a lápiz, algunos de los cuales llegó a compartir en la gaceta de la Escuela Normal.
“Siempre traía una libreta y lápices, etcétera. Y si le gustaba un cuadro o una escena, se acercaba, pedía permiso para dibujar y hacía un boceto. En la Normal les pedía permiso a los alumnos que estaban desayunando, leyendo, y terminó por hacer una exposición con puros bocetos con sus alumnos plasmados”.
Esa exposición revela la confianza que se ganaba a pulso entre la gente de su alrededor. “Yo iba desde los 4-5 años a la escuela, pues me llevaba mi papá, o yo lo acompañaba. Tenía la oportunidad de estar en sus clases. Veía cómo tenía una relación muy cordial con sus alumnos, sin faltarse al respeto”, explica con orgullo palpable en cada palabra su hijo, quien tiene la casa llena de las obras de su padre. No es para menos.
Medina Orozco impartía la clase de temple, que consiste en crear diferentes pigmentos con la yema de huevo “para que pudiera tener adherencia, ya sea al lienzo o a la madera”.
En la clase de anatomía, ponía énfasis en las manos, de las que siempre dijo que “era lo más complicado de un ser humano. Tendrán que tener mucho empeño” les advertía a sus alumnos.
Sobre sus murales, Ángel (hijo) narra que tuvo oportunidad de acompañar a su papá cuando realizó el mural del auditorio de la antigua Facultad de Medicina. En dicho trabajo se aplicaba de manera constante el “estarcido”, que consiste en utilizar hojas de papel sobre las que se hacen los dibujos preparativos con carboncillo. Hechos los dibujos, se utiliza una punta para delinear con agujeritos toda la obra. Finalmente se colocan los rollos de papel sobre la pared para después pasar la tiza o la anilina que dejará una guía para el dibujo.
Pero, ¿cómo comenzó todo? “Mi papá empezó muy, muy joven. Tendría unos 17 años cuando entró a la Escuela de artes plásticas. Su papá, mi abuelo, era contratista, y en aquella época las casas se decoraban con figuras de estuco o de hierro en los techos y en las fachadas. Entonces mi papá se percata de que él tenía habilidad para ese tipo de actividades. Se entera de la existencia de las artes plásticas y le pide a mi abuelo permiso para estudiar. Antes así era, muy estricto, había que pedir permiso para poder estudiar. Y entonces le dijo mi abuelo: ‘siempre y cuando termines tu trabajo y con mucho gusto te puedas ir a estudiar lo que tú quieras’. Y efectivamente, trabajaba en las mañanas y en la tarde estudiaba”.
“(Ángel Medina Orozco) Era muy desvelado, le gustaba mucho pintar en las noches, después de dar clases. Decía que algunos colores únicamente podían pintarse con la luz del sol, natural, y algunas otras cosas sólo en la noche”.
Ángel Medina García
Este contenido es resultado del Programa Corresponsal Gaceta UdeG que tiene como objetivo potenciar la cobertura de las actividades de la Red Universitaria, con la participación del alumnado de esta Casa de Estudio como principal promotor de La gaceta de la Universidad de Guadalajara.
MÁS NOTAS