Entonces, saqué a toda prisa papel y pluma
y me puse a expulsar de mi cuerpo aquellas letras negras.
Desde ese día escribo compulsivamente.
Ni Aoao

Vida privada es una novela de Chen Ran (Pekín, 1962). En ésta, la vida sensible y sensitiva de su protagonista: Ni Aoao, nos hace saber -o recordar, según sea el caso- de lo frágil que puede ser la cordura o de lo fácil que es caer del lado de la locura.

Hoy en día, resulta excepcional encontrarnos ante novelas cortas en las que se nos ofrezca un exordio. En Vida privada, el exordio expone algunas ideas que nos anticipa cómo serán las tonalidades y los ritmos de la prosa en el cuerpo de la novela. También llama la atención cómo cada uno de los capítulos, además de presentar un título evocador, ofrece un breve texto que funciona como catalizador emocional.

En el capítulo 4, cuyo título es: “Las tijeras y la gravedad”, leemos el siguiente texto catalizador:

Las tijeras son como un pájaro que ha estado tramando durante mucho tiempo en el tocador, cual encaramado en la punta de una magnolia. Diseñan sus propios movimientos y posturas, que luego se instalan en mi cerebro y toman prestada mi mano para cumplir sus objetivos.

Según palabras de la propia autora, Vida privada es su “obra negra”, esto es, es su obra de juventud. “El negro es frío, es exclusión, una especie de absoluto -nos comunica Chen Ran en el exordio de su novela. Y sigue diciendo: El negro es, incluso, negación, rechazo, protesta: encarna la anticorriente, la alienación, la incompatibilidad, la intransigencia, el cinismo”.

De 1966 a 1976 ocurrió en China la llamada Revolución Cultural Proletaria. En esa década, muchos jóvenes e intelectuales fueron enviados al campo para reeducarse a través del trabajo. Con base en este dato, debemos situar la infancia y la adolescencia de Chen Ran; una época de campañas políticas turbulentas.

En dicho contexto histórico-político es desde donde tenemos que apreciar los detalles en que se nos va contando la historia en Vida privada: “Mi corazón dio un vuelco -nos dice la narradora, y continúa diciendo-: El Maestro T, como lobo rojo del zoológico, es decir, furioso pero tranquilo, caminaba de un lado a otro. Sus ojos alertas cual uñas brillantes rascaban nuestras caras, como si éstas tuvieran la habilidad de penetrar en nuestros corazones y mirar los secretos más escondidos”.

Vemos aquí cómo la narradora, con su descripción detallada, nos hace experimentar sensacionalmente la poderosa figura del profesor, al grado de clasificarlo dentro de un mundo animal, y al mismo tiempo, dentro del universo político: “lobo rojo del zoológico”.

El Maestro T, al igual que el padre de Ni Aoao, representan las fuerzas de un sistema político que toca y manipula en el interior de las profundas fibras que dan fortaleza al ser, y son estas fibras las que hacen que los personajes resistan o no -hasta un cierto grado- en su constitución intelectual y emocional.

El hacer un planteamiento como tal, podría hacer pensar que se trata de una historia contada con el uso efectivo de las diadas atributivas. Sin embargo, Vida privada en absoluto se acerca ni lo más mínimo a esa clase de historias en las que las víctimas y los victimarios se afirman con una inflexible contundencia.

Por el contrario, como lo hice notar desde un inicio, en esta novela se trata de la vida sensible y sensitiva de su protagonista: Ni Aoao, quien a través de sus sensaciones y sentimientos nos permite rozar los distintos matices en que nos va contando su historia.

Cuando las líneas del relato se entretejen, más que con las palabras de la razón, con la sutil fuerza de la sensibilidad de una narradora perspicaz, difícilmente se trataría de una historia de malos contra buenos, de inteligentes contra estúpidos o de fuertes contra débiles.

El ser de los personajes -incluyendo al Maestro T y al padre de Ni Aoao, un burócrata al servicio del régimen totalitario- no se define todo el tiempo ni desde un inicio como un ser absoluto e inalterable. Son personajes socialmente complejos; seres portadores de flujos vitales y volubles como cualquier tiempo climático.

Por otra parte, en la materialidad de los hechos, digamos que los beneficios y los perjuicios que el sistema político y social logra hacer entre sus conciudadanos, se distribuyen de una manera coyuntural y según condiciones propicias.

[..] le escribí una carta a T. Le reproché todos los malos tratos durante años, le dije que lo odiaba y que nunca más quería verlo, pero al final, paradójicamente, le puse que esperaba reencontrarme con él porque quería verlo sufrir deseando mi cuerpo… Quería torturarlo.

Leemos cómo Ni Aoao, aquella estudiante que durante años estuvo a merced de las fuerzas sádicas y despóticas del Maestro T, llega a ser capaz de escribirle una carta para invitarlo a un reencuentro sensual; vemos cómo los beneficios y los perjuicios ya no serán distribuidos de la misma forma en que lo fueron en otro tiempo.

Son varios los personajes femeninos en quienes la perspectiva de vida y de resistencia se ofrece de una manera sagaz y elegante. En este sentido, aunque no de una manera elegante, sino franca y ríspida, está lo que dice Ge, una mujer siempre humillada por el marido, a quien la narradora la sueña diciendo algunos improperios:

-Este mundo está lleno de trampas sucias e hipócritas. -La mujer en el ataúd continuó hablando para sí misma-: No me tranquiliza el lugar donde enterrarán mi ataúd. Mira este obituario, exalta mi supuesta participación en la lucha de clases: en X año, en X lugar, durante la lucha de clases, mi posición era firme, decidida, valiente y comprometida. ¿Crees que esto es un elogio? ¡Es una tremenda humillación!

En el capítulo 8, cuyo título es “La habitación interior”, leemos este otro breve texto, catalizador de una idea poderosa en torno a las diferencias que existen entre el ser mujer y el ser hombre:

La habitación interior tiene otro nombre para la mujer, otro significado. Parece una herida intrínseca a la vida, no permite que la toquen, acecha desde una sombra espesa, su luz tenue asemeja los colores del útero, estremece el corazón del hombre. El proceso de nuestro crecimiento consiste en la aceptación gradual del “entrar” hasta buscar e incitar el “penetrar”. En medio de la búsqueda, una niña se convierte en mujer.

En síntesis, Vida privada es un ejercicio de imaginación creativa, en el que los recuerdos son la materia prima de la narradora: Ni Aoao, con su aguda mirada logra hilvanar, mediante “los fragmentos rotos del pasado”, una serie de historias cuyo único fin es la construcción de puentes vivos que la ayuden a vincularse con el presente – que es desde donde escribe y describe lo que ha sido su vida privada.

Pero como se sabe, el presente es una realidad difusa en varios sentidos, por donde se mueven la consciencia y la inconsciencia en los bordes de lo incierto y lo confuso, y que hacen que la narración transcurra por los caminos de un pasado que antes debió ser vivido en una dimensión presente. Entre este pasado y aquel presente, Vida privada va logrando que experimentemos ciertos estados emocionales -de la narradora y de sus otros personajes-, en las orillas de un orden social y político. Y desolador.

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