Hay algo invisible que se impregna en la tierra, las plantas y el agua. Son los neonicotinoides, un grupo de plaguicidas que crea una estela que llega tan lejos como sopla el viento, tras ser rociados en plantíos de frutas y verduras.
Es un químico bastante eficaz que mata insectos que puedan afectar la producción. Pero es tan persistente, que sin importar que los vegetales sean lavados, desinfectados o hervidos, se queda en ellos hasta que son consumidos, resultando tóxicos para la salud humana.
En Zapotlán el Grande, Jalisco, municipio cuyo 49.7 por ciento del territorio está dedicado a actividades agrícolas (15 mil 694 hectáreas, según el Instituto de Información Estadística y Geográfica) ese químico invisible y tóxico se ha detectado en niños y niñas.
Pues se encontró que un grupo de pequeños presentaron dos tipos de neonicotinoides en sus cuerpos (imidacloprid y acetamiprid), plaguicidas cuyas afectaciones a la salud humana van desde dolores posturales, pérdida de memoria hasta efectos cancerígenos.
Esto a partir de un estudio realizado por Ana Bárbara Alatorre Rodríguez, estudiante de la maestría en Ciencias de la Salud Ambiental del Centro Universitario de Ciencias Biológicas y Agropecuarias (CUCBA), y la coordinadora de ese posgrado, Silvia Lizette Ramos de Robles.
Ambas tomaron muestras de orina de 21 niños y niñas de entre 3 y 11 años de la localidad de Ciudad Guzmán, Zapotlán el Grande, y las mandaron a analizar al Laboratorio Estatal de Higiene de la Universidad de Iowa, en Estados Unidos.
Los resultados reportaron que su orina presentaba metabolitos de dichas sustancias, debido a la exposición a esos plaguicidas.
Los contaminantes entraron a sus cuerpos posiblemente tras consumir frutas y verduras que contenían los plaguicidas, pero también a través del aire, por la cercanía a las parcelas y huertos donde se rocían los agroquímicos.
“Tristemente encontramos residualidad en la orina de los niños. El 86 por ciento de las muestras de los 21 niños tuvieron residualidad de un metabolito provocado por Imidacloprid (el neonicotinoide más tóxico). Mientras que 38 por ciento de las muestras tuvieron metabolitos del Acetamiprid. Ambos son insecticidas neonicotinoides”, explicó Alatorre Rodríguez.
“El metabolito es lo que produce el cuerpo humano cuando entra una sustancia tóxica, entonces ese metabolito significa que entró un neonicotinoide», dijo Ramos de Robles.
«Estudios de laboratorio demuestran que este metabolito es aún más tóxico que el propio neonicotinoide, es decir cuando entra al cuerpo humano su toxicidad se incrementa”, añadió.
Los resultados ya fueron presentados a los padres de familia de los 21 niños y niñas, quienes, a decir de las investigadoras, se dicen preocupados pero con una buena actitud para emprender proyectos para atender el daño.
Los efectos de los neonicotinoides en el ser humano
Este tipo de plaguicidas han sido prohibidos en distintos países, pero en México sigue siendo permitido su uso en sembradíos de frutas y verduras por su eficacia.
Aunque la Organización Mundial de la Salud (OMS) clasifica a los neonicotinoides como moderadamente tóxicos, según estudios de relevancia internacional, se ha identificado que tienen diversas afectaciones en el ser humano: neurotoxicidad, hepatotoxicidad, inmunotoxicidad, genotoxicidad y alteraciones del sistema reproductivo.
También provocan inflamación del sistema nervioso central y efectos en el desarrollo del cerebro similares a los causados por la nicotina.
Así como posibles efectos cancerígenos, temblor postural en los dedos, pérdida de memoria reciente, dolor de cabeza, fatiga general, síntomas torácicos, abdominales y musculares.
La Coordinadora explicó que, según estudios de laboratorio, cada neonicotinoide se procesa de diferente forma en el cuerpo; por ejemplo, uno de esos, la Clotianidina, se excreta un 64 por ciento del cuerpo, mientras que el Imidacloprid sólo excreta en orina un 13 por ciento.
Es decir, el neonicotinoide más tóxico y que más se utiliza como plaguicida en cultivos de frutas y verduras, en México y algunos otros países, es el que más permanece en el cuerpo humano.
“Hay una toxicodinámica de esas sustancias en el cuerpo humano, que nos interesa investigar, pues muchos se van bioacumulando; es decir, se nos van quedando adentro».
«Nos interesa analizar su acumulación por exposición crónica, porque no sabemos cuánto vamos acumulando durante los meses o años”, dijo Ramos de Robles.
Por tal motivo es importante que se realicen estos estudios en niños, quienes desde temprana edad comienzan a acumular las sustancias en el cuerpo.
“Si tienen una expectativa de 80 años: cuánto van a acumular de plaguicidas en ese tiempo”, se preguntó la académica del CUCBA.
Cualquier persona está expuesta a consumir neonicotinoides
En el Valle de Zapotlán, entre el Nevado de Colima y la Sierra del Tigre, los plantíos de aguacate y berries han ganado terreno, acercándose cada vez más a las zonas urbanas y rurales de los municipios de Zapotlán el Grande y Gómez Farías.
Ramos de Robles añadió que se ha comprobado mediante estudios que la gente que vive en un radio de al menos 25 kilómetros de los campos de cultivo, donde rocían con neonicotinoides, presentan mayores concentraciones que los que viven más lejos.
“Estamos hablando que la exposición no sólo es por ingesta de alimentos, sino por inhalación. Y no se diga de quienes los están aplicando de manera directa sin la protección adecuada”, agregó la Coordinadora del posgrado del CUCBA.
Ambas investigadoras confirman que los resultados en estos niños son tan solo un reflejo de lo que cualquier persona en la entidad podría tener dentro de su cuerpo.
Pues cualquier persona, del campo o la ciudad, está expuesta a estos y otros plaguicidas a través de los alimentos, ya sean producidos en las distintas regiones de Jalisco o el resto del país, donde también se utilizan neonicotinoides como plaguicidas.
Algunas personas también pueden estar acumulando dichos contaminantes en el organismo aunque no presenten síntomas de algún malestar en el corto plazo.
Insistieron en que parte del problema no debe recaer en quienes preparan los alimentos ni quienes los venden, sino en la falta de reglamentación para el uso adecuado de plaguicidas.
Sobre todo cuando investigaciones ya demuestran las posibles afectaciones a la salud humana y el ecosistema.
Un trabajo de investigación de largo aliento en el CUCBA
La investigadora del CUCBA recordó que los neonicotinoides se adhieren a vegetales, al cuerpo de la planta, el suelo y al agua misma. Por lo que no se quitan aunque las frutas se desinfecten, laven o hiervan.
Este estudio forma parte de la serie de investigaciones hechas desde el CUCBA que ya han comprobado los efectos de dichos plaguicidas en abejas en Jalisco.
Los neonicotinoides son altamente tóxicos para las abejas y representan una de las principales causas de su desaparición no sólo en Jalisco, sino en otros estados como Campeche.
Otro estudio, realizado por otra de las estudiantes de la maestría, Irma Aidé García Villegas, ha comprobado la presencia de neonicotinoides y otros plaguicidas en frutas y verduras de mercados en Gómez Farías y Ciudad Guzmán, tras seguir el rastro de dónde se consiguen los productos que comen niños y niñas de un preescolar de San Andrés Ixtlán, Gómez Farías, Jalisco.