Una reconciliación con la vida

El cineasta Juan Carlos Rulfo regresa al FICG con doble agenda. Por un lado, participar en la edición 18 del Encuentro de Coproducción del Festival, llegando a acuerdos para respaldar la producción de su siguiente proyecto, Ciudad de México, historias de tierra y agua. Y además, salir al reencuentro con el público tapatío con Cartas a distancia, entrañable recuento de cómo las personas recurrían al personal de salud para comunicarse con sus familiares internados a raíz del Covid-19

JOSÉ QUINTANILLA

Justo cuando la sociedad se aferra a pretender ignorar la pandemia, Cartas a distancia apuesta por recordar. ¿El documental es una vacuna contra el olvido? Esa puede ser una respuesta. Nos hemos topado con una negación mundial: la gente de Netflix o cualquier otro exhibidor te repite, ya como un estatuto, “nadie va a querer ver eso”. Más que una frustración resulta ser un reto y una esperanza para imaginar nuevas estrategias de trabajo: necesitamos lograr que la gente se anime a ver un documental sobre lo que fueron los días más crudos de la pandemia en México. Necesitamos encontrar la forma correcta; tiene personajes entrañables e inclusive, cosa extraña, tiene mucho humor. Pero también es importante mencionar que Cartas a distancia no es una película sobre el morbo y el sufrimiento; ofrecemos una alternativa para reconciliarnos con la vida después de la tormenta. Ese es el asunto que considero importante para conformar la supuesta “nueva normalidad”.

 

El papel del sonido a lo largo de la cinta es definitivo. Inmenso. Construye. Narra. ¿Cómo un contador de historias visuales convive con ese elemento y lo integra con naturalidad? Yo quería ser sonidista. El sonido es un gran constructor de historias que son inaprensibles: no se ve pero mueve sentimientos. Así como la música entra y pega directo al corazón, el sonido tiene esa capacidad casi natural de mover las capas más subterráneas de las emociones. De la misma manera, son los sonidos los que nos acompañan silenciosa pero constantemente a lugares insospechados de la memoria. Basta con pensar si recordamos lo que solíamos escuchar en ciertos momentos de la vida. La respiración, los bits de las máquinas del hospital, etc. Todo se transforma en música.

 

Cada instante de Cartas a distancia conmueve. ¿Fue difícil rodar y editar?  Siempre se quedan momentos fuera de la historia. Cuesta trabajo acostumbrarse a ello, pero así es. Teníamos claro que no queríamos tocar este tema sensible de manera morbosa. Queríamos que los personajes nos quisieran, que buscaran nuestras cámaras porque les ayudaban a sentirse bien; a tener paz y certeza de lo que estaba pasando. Qué ironía, ¿no? En otros momentos las personas huyen de las cámaras; ahora nos buscaban con urgencia porque sabían que sus palabras irían directamente a su familiar. ¿Por qué las instituciones no tuvieron la capacidad de hacer eso?

 

Las cartas fueron determinantes en la relación de tus padres. ¿Sientes que tus Cartas a distancia son otro tipo de cartas de amor?  Escribir en papel parece natural pero es algo extraño. Pero ahora, cuando se trata de un asunto de sobrevivencia, resurge como el único canal de comunicación. Ese tema me pareció curioso: ¿cómo un elemento tan simple y tan básico resulta ser tan esencial y tan complejo? ¿Cómo en un tiempo en el que los medios de comunicación se han desarrollado tanto, resultan ser tan ineficientes en momentos de crisis? Esas cartas son como un grito de auxilio.

 

Tu conexión con Jalisco es fuerte y de familia. ¿Cómo te sientes de regresar al FICG? En Jalisco están mis raíces. Siempre imaginé que algún día viviría en Guadalajara. Inclusive lo intenté. Pero eso es harina de otro costal. Lo que sí te puedo contar es que a la que fuera la Muestra de Cine Mexicano le debo el estreno de mi primer cortometraje: “El abuelo Cheno y otras historias”. Era 1995. En ese entonces no había competencia, ni documentales, y mucho menos cortometrajes documentales. Aquellos fueron días de aprendizaje en donde se estrenó una nueva generación. Y ahora vuelvo y siento que el FICG sobrevivió a la pandemia; movió sus fechas y ahora estamos en medio de las lluvias de verano en unas instalaciones completamente distintas. Finalmente se trata de lo mismo; de renovar y crear contactos en la sala de cine, en la fiesta o en los pasillos de ese espacio inolvidable que es el FICG.

 

PROYECCIÓN

Cartas a distancia. Dir. Juan Carlos Rulfo

Junio 16; 20:00 Hrs. 

Pantalla Bicentenario del Centro Cultural Universitario

Entrada gratuita.

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