Envejecimiento digno y feliz, el reto de México

Se estima que para el año 2070 triplique el número de adultos mayores en nuestro país; eliminar el edadismo abriría el panorama a un envejecimiento más pleno y sin tantas carencias

En el segundo trimestre del 2022, la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo señaló que en México residían 17 millones 958 mil 707 personas de 60 años y más, lo que representa el 14% de la población total del país.

Investigadores de la Universidad de Guadalajara (UdeG) señalan que la manera en que cada uno de estos adultos vive depende mucho de las condiciones sociales, económicas y enfoque con el que son tratados.

“Es muy diferente la manera en la que viven las personas de la tercera edad según su posición de clase social, la manera en que son vistos y las limitantes que tienen según sean o no trabajadores” señala José Antonio Lomelí Briseño, profesor adscrito al departamento de Salud poblacional del Centro Universitario de Tonalá (CUTonalá).

La infraestructura, los servicios públicos y de entretenimiento, así como el trato que se les da a los mayores de 60 años, puede definir si ellos se sienten en espacios amigables o se ven vulnerados y adquieren una posición de menosprecio.

Sobre esto, la coordinadora de la maestría en Gerontología del Centro Universitario de Ciencias de la Salud (CUCS), Fabiola de Santos Ávila, explica que “aunque oficialmente tanto Guadalajara como Zapopan forman parte del acuerdo de la OPS de ciudades amigables con el adulto mayor, vemos que es un deseo que no se ha consumado ya que las vialidades, el transporte público e incluso algunos edificios y dependencias no son accesibles para ellos”.

Tanto Lomelí Briseño como Santos Ávila están de acuerdo en que muchas de las nuevas construcciones en el área metropolitana de Guadalajara cuentan con rampas, elevadores, y una infraestructura que les permita circular en silla de ruedas, con bastón o acompañados sin complicaciones.

“Si bien los nuevos edificios brindan más soporte, tenemos espacios viejos donde actualmente habitan muchos adultos mayores sin siquiera rampas”, expresó Lomelí Briseño.

“Falta muchísimo por trabajar en sentido social, si una ciudad es amigable con el adulto mayor es prácticamente habitable para cualquier persona: niños, madres, jóvenes; resaltar también que no solo es en espacios urbanos, sino también adaptarlo a espacios de salud, trámites gubernamentales y la interacción que presentamos al prestar servicios”, añadió Santos Ávila.

Ambos investigadores destacan que a pesar de que Jalisco apuesta por mejorar la calidad de vida de las personas mayores de 60 años, aún existen muchas carencias que deben legislarse y reaprenderse.

“Tenemos servicios médicos avanzados que atienden problemas de esta población, sin embargo, no se percibe la prevención, ni la atención de primer nivel para los adultos mayores” Lomelí Briseño.

Santos Ávila añade que “para mejorar el servicio de salud es elemental que se contemple el trato digno; hay que sensibilizar a los funcionarios y la población en general, sobre la situación física y emocional cognitiva que viven las personas mayores y el cómo es la mejor opción para ayudarles”.

Participación social y política

Aunque el número de adultos mayores va al alza, y se ha comenzado a plantear escenarios amigables para toda la población, en el país la participación o la repercusión que pueden llegar a tener es escasa.

Ya sea por desintegración social, por autodeterminar que son incapaces o por ceder su voluntad a sus cuidadores, las personas de más de 60 no deciden activamente sobre cómo vivir su vejez.

El edadismo ha generado que, en muchas ocasiones, los adultos mayores se apropien de etiquetas y se consideren incapaces de decidir o valerse por sí mismos; esto puede ser propiciado por el estilo de vida, la educación recibida, los recursos culturales y la economía.

Una persona de la tercera edad generalmente tiene una economía limitada, ya sea que tenga una pensión o esté adscrita a un programa de gobierno, el dinero que percibe puede no ir de acuerdo con sus necesidades, sobre todo cuando requieren medicamentos. Es por esto por lo que acuden a los familiares, quienes se apropian de sus decisiones por ser dependientes económicos”, explicó el profesor del CUTonalá.

Santos Ávila destacó que “hay que recordar que envejecemos desde el momento en el que nacemos, lejos de pensar que quienes se deben preocupar por la vejez son los viejos, los jóvenes deben comenzar a plantear cómo es que quieren que sea su calidad de vida en el futuro”.

El erradicar las brechas de movilidad, salud, educación, telecomunicaciones y servicios de entretenimiento es apenas lo básico que pueden contemplar los gobiernos para mejorar la calidad de vida de las personas mayores; a esto se le debe añadir la toma de consciencia y la ruptura de la violencia por edad de manera social.

Una de las formas en que se realiza la reivindicación a la vida pública de los adultos mayores es la recreación grupal o la educación escolarizada pensada en sus necesidades e intereses.

Acciones como las que realiza el DIF con los Centros de Día, algunas Asociaciones Civiles y la Universidad de Guadalajara con el SUAM, ayudan a que durante la etapa de vejez las personas sigan teniendo vitalidad, sean partícipes de sus contextos, mejoren su condición de salud física y emocional y tengan una red de apoyo.

 

Etiquetas y acciones de cambio

“El estereotipo sobre la vejez es complicado de romperse, lo hemos normalizado porque lo hemos aprendido desde la infancia; sin embargo, tomar conciencia del trato, sobre lo que pensamos y cómo nos comportamos con ellos y frente a la idea de envejecer puede ayudar a que las cosas cambien”, Lomelí Briseño.

La percepción de que todos los adultos mayores son abuelos, o que todos los abuelos son adultos mayores es uno de los más grandes estigmas que se tienen de la edad, así como el que son personas enfermas, que no pueden entender a las nuevas generaciones o que sus opiniones solo las implantan como autoridad.

Los expertos señalaron que una de las mejores formas de romper paradigmas es la intergeneracionalidad, en la que los más pequeños aprendan de los adultos y a su vez sean ellos quienes les muestren las distintas maneras en las que funciona la vida en la actualidad. 

Con esto se puede lograr que el acercamiento a las tecnologías sea más amigable para los adultos mayores, que las tradiciones culinarias u oficios persistan y que se descubra que en todas las edades se pueden hacer cosas que no deben definirse por tener más o menos años.

“Los gerontólogos tienen una participación importante durante todas las etapas de la vida, son expertos que pueden ayudar a sensibilizar y cambiar las perspectivas del envejecimiento. Como sociedad tenemos una deuda muy grande en reconocer y ofrecer un trato digno y respetuoso a los mayores, recordemos que al final todos vamos hacia la vejez” Santos Ávila.

En términos generales, para lograr eliminar el edadismo la sociedad debe mejorar su cultura del envejecimiento: entender que también hay metas a cumplir, espacios de recreación, se cuenta con tiempo y libertad para realizar actividades que siempre se quisieron hacer, se puede aprender y tener amigos.

Igualmente, se debe dejar de estigmatizar con que “el viejo es pobre, siempre está enfermo, se encuentra aislado, es renegón; por el contrario, hay que educar la percepción del adulto mayor y de creer como algo que nos proporciona oportunidades, donde podemos ser felices y plenos” expresó Lomelí Briseño.

Añadió también que “es importante difundir los programas enfocados al adulto mayor, abrir espacios de convivencia intergeneracional, enseñar que todos podemos sentir pasión y tener sueños que proyecten un plan de vida, independientemente de si se es joven o viejo”.

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