Escaso avance en la gestión pro ambiental

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La actividad industrial ha influido en la conformación del panorama actual de la problemática ambiental, dado que requiere de recursos naturales en forma de materias primas e insumos para sus procesos, y por los efectos que acarrea la propia manufactura así como el transporte, almacenamiento, venta y disposición de sus materiales, productos y residuos.
Falta mucho por hacer para lograr una producción sustentable, en diversos ámbitos se ha trabajado para disminuir el daño al entorno, al respecto es importante conocer lo se ha avanzado sobre todo en aquellos lugares en donde el problema es más agudo. Por ello en la Zona Industrial de Guadalajara, por considerarse de fragilidad ambiental, se hizo un estudio en empresas manufactureras en noviembre de 2007 en el que se identificó su grado de conciencia y proactividad ambiental. La primera integra percepción de la gravedad del problema, el conocimiento de sistemas de producción ecológica y la percepción de los beneficios del cuidado del ambiente y la segunda se refiere a las políticas y las acciones implementadas en las empresas.
En esta investigación en cuanto a conciencia se encontró, que el 53 por ciento de los empresarios considera que los problemas ambientales tienen una muy alta importancia en los problemas contemporáneos; el 44 por ciento refiere que es alta, y, sólo el 3 por ciento, opina que es media. De la misma forma, el 55 por ciento considera que la industria es la que más influye para generar los problemas ambientales y que a su vez podría actuar para disminuirlos. Las empresas grandes son las perciben de mejor manera esta variable con 97 por ciento de lo esperado, y las pequeñas y medianas con el 89 por ciento.
Por otro lado, el 97 por ciento de las empresas opina que pueden contribuir a reducir los problemas ambientales básicamente usando mejores tecnologías, tratar los residuos, fomentar el reciclaje, generar una cultura ambiental y capacitación e implementación de sistemas de gestión ambiental. Los datos obtenidos identifican que los niveles de preocupación ambiental, en esta muestra, son muy elevados.
Los factores que más influyen para que las empresas implementen acciones en beneficio de la naturaleza son la sensibilización de los empresarios 70 por ciento, la legislación 52 por ciento y 27 por ciento el grado de contaminación que la empresa genera.
El 61 por ciento de los encuestados dijo conocer e implementar sistemas de producción favorables con el ambiente, el 22 por ciento conocen pero no se implementan y no los conocen el 17 por ciento. Además del desconocimiento referido se mostró desinterés al respecto.
En relación a los beneficios que pueden obtener las empresas al implementar estrategias proambientales son: la optimización de recursos, disminución de costos, mejorar la imagen, estimular la innovación, generar valor agregado para los productos y facilitar el acceso al financiamiento. Asimismo, el 91 por ciento considera que cumplir las normas ambientales favorece a la competitividad.
Al respecto de la proactividad, el 70 por ciento de las empresas dicen cumplir todas las normas ambientales; los asuntos medioambientales tienen una gran importancia en la política de la compañía en el 71 por ciento de los casos, el 79 por ciento cuenta con objetivos y metas de mejoramiento ambiental, es un área que en el 78 por ciento de los casos interactúa con toda la empresa y la asignación de recursos económicos es la que se necesite en 74 por ciento; sin embargo, la responsabilidad de la gestión medioambiental es de la dirección donde se deja de lado las contribuciones de los empleados.
Un dato importante es que más de la mitad de las empresas manifiestan que sólo atienden los asuntos del ambiente, bajo ciertas circunstancias, por ejemplo, en las inspecciones externas.
Las acciones que realizan las compañías en los procesos productivos están enfocadas, básicamente en revisar que se efectúe un adecuado funcionamiento en relación a la verificación de equipos y procesos; uso de equipo seguro, cumplimiento de las normas de higiene y seguridad en el trabajo; eficientar tiempos y movimientos; mantenimientos preventivos; revisión del cumplimento de normas de calidad, entre otros.
La mayoría de las empresas solamente implementa medidas necesarias para que el proceso de producción funcione, dejando de lado la incorporación de prácticas más proactivas. Se adoptan acciones de final del tubo encaminadas a remediar los problemas cuando ya se presentaron, empresas reactivas, que no incorporan prácticas que vayan más allá de lo exigido, mucho menos realizan innovación, no obstante, manifiestan la disposición de contratar a especialistas en el caso de incorporar alguna mejora.
El 75 por ciento manifestó que la principal barrera que se tiene para adoptar medidas medioambientales es la falta de recursos económicos, de asesoría, de financiamiento para la compra de maquinaria limpia y la falta de incentivos gubernamentales.
Las prácticas medioambientales entre las empresas encuestadas están dirigidas a la planificación y organización, y a la operación. Y se encuentran en diferente etapa relacionada en gran parte con el tamaño de la misma, las empresas grandes en la muestra, sobresalen en todos los aspectos.
Específicamente se encontró en cuanto al camino hacia una cultura ambiental, que todas las pequeñas empresas y la mitad de las medianas se encuentran apenas en la fase de resistencia o negación de las demandas ambientales, la otra mitad y algunas grandes se ubican en la etapa de dudas y desconfianza de los procesos vigentes y apenas en dos grandes se comprende la importancia de la relación negocio-ambiente y se avanza a la consolidación de principios y prácticas ambientales.
Que los empresarios perciban la importancia de reducir la degradación que sus actividades provocan no ha sido suficiente para la implementación de acciones, dado que existen obstáculos importantes, como los recursos económicos y de asesoría entre otros.
La empresa tiene incertidumbre sobre los beneficios que se pueden obtener de cuidar el ambiente, asociado a que éstos se disfrutan en el largo plazo; y, aunque el mercado cada vez aumenta la exigencia de protegerlo, en las compañías persiste la falta de conocimiento sobre sistemas de producción limpia, de asesoría técnica especializada y de incentivos oficiales.
Por todo eso las empresas de la ZIG están todavía lejos de una plena gestión sustentable, aunque los avances se aprecian en distintos frentes dependiendo de las presiones percibidas, de las barreras encontradas y del compromiso ético de los empresarios.
Si bien se ha avanzado en el entendimiento del problema, el reto es identificar cómo hacer para que se pase a las acciones que lo resuelvan y que al mismo tiempo se tengan ventajas competitivas que contribuyan al éxito de las empresas de esta zona.

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