Medimos un milímetro cuadrado.
En la punta de un lápiz
cabemos mientras quepa nuestra piel,
mientras haya lugar para las uñas.
Cabemos en moléculas plateadas:
oscuros hueso adentro,
descalzos absolutamente.
Cabemos con los ojos
de los primeros que nos vieron,
con el color ausente de la ropa,
con los nombres ocultos
del odio y la vergüenza,
con la rueda del sexo
y con los animales que vemos en las nubes.
En los compactos minerales
de la punta de un lápiz
cabemos de dos modos:
con el ruido y los nombres,
con la espalda y el pecho al mismo tiempo,
el sueño y la memoria,
tu cara en el registro de mis ojos.