Espulgar el estigma

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Cuando la maestra vio que Nachito se rascaba mucho la cabeza y tenía irritación en el cuero cabelludo, lo primero que hizo fue apartarlo de sus compañeros y llamar a su mamá. Le informó que el niño tenía piojos. La señora reaccionó incrédula. Pero luego de meditarlo, agradeció a la docente su discreción.

Esta es la manera en que se procede en los colegios de la región de los Altos cuando un alumno tiene piojos, particularmente en los de Tepatitlán, una ciudad donde la apariencia física es importante para la población y donde la aparición de estos bichos no sólo es un golpe a  la vanidad de las familias, sino motivo para discriminar a los demás infantes, señala el investigador del Centro Universitario de los Altos (CUAltos), Agustín Hernández Anaya.

La región no ha estado exenta de la proliferación de piojos en el estado. En Jalisco surgieron de enero a agosto, 43 brotes que afectaron a mil 735 personas, según lo detalló el coordinador estatal de Escuela y Salud, de la Secretaría de Salud Jalisco (SJJ), José Ignacio Rosas Medina, en una rueda de prensa el 17 de agosto.

“Acá se han presentado brotes, pero las personas de la región son muy escrupulosas y las escuelas buscan guardar las apariencias. Si en un colegio se sabe de brotes, la reacción es: ¡Qué van a pensar los demás! Se dan en todas partes, pero nadie lo da a conocer oficialmente. Pregunte en Secretaria de Salud y es probable que le dirán que no hay reportes oficialmente presentados. Pero sí se presentan. La mamá le compra al niño un repelente, le hace su tratamiento, lo espulga y nadie se enteró de nada”, afirma Hernández Anaya.

Agrega: “Hay un estigma social muy fuerte en la región, sobre todo en Tepatitlán. Piojos lo relacionan con falta de higiene o con clases sociales marginadas. ¿Cómo mi niño va a tener piojos? Ese estigma hace que esto sea delicado en la región”.

Explica que en las escuelas públicas no se tiene la misma conducta que con los padres de colegios. El grupo más vulnerable es de 5 a 11 años, aunque también los jóvenes de preparatoria o secundaria no están exentos.

“Es difícil tener cifras. La maestra lo comunica al padre muy en cortito, muy en confianza. Tampoco la maestra quiere que se sepa, porque las demás mamás se alteran o el colegio pierde prestigio. En los pueblos hay más confianza, pero hay más estigmas. Y en los Altos la apariencia es importante. Ves a las muchachas muy arregladas y maquilladas o de tacones. En la zona metropolitana no pesa tanto esa parte social”.

En los brotes registrados por la Secretaría de Salud se detectó infestación parasitaria de la piel del cuero cabelludo, el tronco o el área púbica. Estos bichos son complicados de erradicar, ya que el piojo puede vivir hasta 30 días y poner hasta 10 huevos. Se alimentan de sangre y por eso causan irritaciones e infecciones.

“Y ahí viene otro problema, porque en el afán de que la gente no quiere que se sepa, utilizan remedios caseros. Les da vergüenza ir a la farmacia y hay remedios que tienen ingredientes que pueden causar daños a las mujeres embarazadas. Hay técnicas extrañas que las abuelas recomiendan. Muchos recordamos a quienes llegaron rapados a la escuela o que les pusieron el DDT en una bolsa amarrada a la cabeza. Hay muchas enfermedades que debilitan el sistema inmunológico y una rascada puede convertirse en un problema serio. La automedicación es contraproducente”.

Hernández Anaya ha publicado artículos en los diarios locales y otros en libros con el fin de concientizar a la población de que este problema no es de clases sociales ni tampoco de edades, sino un problema de salud como cualquier otro.

“Por eso hay que acudir con el médico. Hay centros de salud donde se pueden atender estos casos. El doctor después de revisar a cada paciente en lo particular le recomienda un producto comercial. Ese producto hay que apegarse a lo que marcan las características de uso adecuado y debe ser un ataque integral. No sólo poner el champú, bañarse, sino también espulgarlo, porque las liendres se quedan aferradas al cabello y hay que atender las lesiones al cuero cabelludo y esterilizar lo utilizado para evitar contagio de nuevo. Si se omite alguna de las fases del tratamiento integral, como no lavar la cama, se vuelven a infectar. Se trata de cerrar el círculo completo y no usar esas recetas caseras en las que les ponen alcohol o petróleo o limón o hasta criolina, lo cual puede traer problemas serios por el mal tratamiento”.

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