Exiliados de la memoria

Aficionados de las tradiciones locales, conformaron un consejo en el norte de jalisco y sur de zacatecas, para recuperar y narrar la historia de sus pueblos

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No mucha gente sabe que Victoriano Huerta nació en un pequeño rancho de Colotlán, en el Norte de Jalisco, donde a varia gente aún en la actualidad no le gusta que le digan “usurpador”; o que Jesús González Ortega, el general que ganó la Batalla de Calpulalpan —con la que se terminó la Guerra de Reforma— creció cerca de allí, pero en Zacatecas, en El Teúl, donde desde joven organizó círculos de lectura liberales y vendía libros para mantenerse. Y si poco se sabe de esto, que tiene que ver con la llamada historia oficial, menos se conoce la de esos pueblos de los que mucha gente en Guadalajara, incluso, desconoce la existencia. Olvidados, como los personajes susodichos, desconocidos y exiliados del país y de la memoria.

“No se trata sólo de recuperar la historia como un cuento bonito, sino la historia que le sigue hablando al presente, por eso nos gusta rescatarla”, dice Hugo Ávila, quien es el presidente del Consejo de Historia del Norte de Jalisco y Sur de Zacatecas, un proyecto para reunir personas de la región interesadas por revivir y escribir de tradiciones, personajes y sucesos de sus pueblos.

La iniciativa nació a raíz de que en el Encuentro de Especialistas de la zona Norte de Jalisco y Sur de Zacatecas, organizado por el Centro Universitario del Norte en Colotlán, desde la segunda edición se acogiera a los cronistas de la región para hablar respecto a su labor.

Allí surgió la idea, según cuenta Javier Ramírez Romo, profesor del CUNorte y vocal de la zona Norte para el Consejo, de reunirse en una asociación formal para apoyarse y dar seguimiento a esa tradición, con la consigna de recuperar y escribir sobre los hechos acaecidos en ese sitio aparentemente dejado un lado por la Historia; si bien, como explica Ramírez Romo, “estamos hablando de una zona histórica, ahí se inició la gesta cristera, en Huejuquilla el Alto, en Colotlán nació Victoriano Huerta, en Tepetongo tenemos la hacienda del general Anacleto López, el que apaciguó a los cristeros en esta región en sus últimos brotes. Hay zonas arqueológicas muy importantes y vestigios poco conocidos y de los que nadie habla”.

El propósito del Consejo es cobijar a todos los que se dediquen a contar lo que leyendas locales y anécdotas aunque no sean cronistas oficiales: “La gente que menos te imaginas sabe contar historias, nosotros hemos incluido niños y jóvenes cuentistas, biólogos, poetas, etc.”.

En la zona han existido proyectos de este tipo, como Mi pueblo, una publicación periódica que incluía desde crónicas hasta breves noticias sobre Huejuquilla el Alto; o más actuales, como Niuki, editada en CUNorte bajo la dirección de Francisco Vázquez Mendoza; y los mismos retablos de Temastián, que recientemente fueron rescatados y estudiados en un libro por Jorge Durán y Patricia Arias, investigadores de la UdeG.

Además, se han realizado por lo menos siete publicaciones, hechas concursando para fondos gubernamentales y otras con los recursos de los propios cronistas: “Libros de cuentos para niños, mitos, fábulas, poesías, leyendas y crónicas son parte de los productos ya publicados antes de la formación del Consejo”, dice Ramírez Romo.

Sin embargo, comercializar los libros no es el objetivo central de esta iniciativa: “Es difícil vender un libro allá. Un lector conmovido o un niño que se identifique con lo que está leyendo: esas son nuestras recompensas, estos libros nosotros los hacemos y si a alguien del pueblo le interesa quiere decir que ya la hicimos”, agrega.

En Villa Guerrero, por ejemplo, en un pueblo de pocos miles de habitantes, conviven por lo menos seis cronistas y dos talleres permanentes le escritura para niños. Y en El Teúl de González Ortega, recientemente nombrado Pueblo Mágico, Hugo Ávila y otros compañeros están continuando “con la labor que iniciaron en la década de los 50 unos muchachos que salieron de la secundaria del Teúl y se fueron a la Ciudad de México. Allá ellos por la nostalgia del pueblo fundaron El teulense, para hablar de cosas del pueblo”.

Agrega que aprendieron de diferentes maestros, personas mayores que contaban historia y tenían la afición por las tradiciones locales: “En nuestro caso hemos bebido de dos fuentes: leer a Luis Sandoval Godoy y conocer a don Javier Chávez, el que hizo El teulense, ellos nos contagian un gusto por las cosas de nuestro pueblo, que nos dice: es necesario acordarse de la historia, de la tradición, de las cosas de antes para que un pueblo tenga futuro”.

Por ello, el Consejo, lejos ce los círculos de los cronistas oficiales, quiere abrirse a todo tipo de aportaciones de quienes, como Hugo Ávila que es profesor de preparatoria, hecen de la historia una afición: “Decidimos no llamarnos cronistas ni historiadores, sino historia en sentido amplio para que quepan todas las personas que les interesa la historia de sus pueblos, que realizan entrevistas, buscan en los libros viejos, en los archivos amarillentos por puro gusto para la tradición de sus pueblos”.

En la reunión en el pasado Encuentro de Especialistas, donde se conformó el Consejo, participaron 25 personas. Ahora, volverán a juntarse en Tlaltenango, Zacatecas, este 25 de julio.

“Queremos hablar de los sucesos de antes, con la idea de que no se olvide, y que nos sirva también para el presente. Rescatar la tradición, el patrimonio cultural que nos da identidad como comunidad”.

Pese a que, como dice Ávila, en la mayoría de los pueblos hay gente que está leyendo y escribiendo sobre historia local, se enfrentan con diferentes problemas. “Cada persona que trabaja en su pueblo lo hace sólo, con sus recursos, consiguiendo un libro o buscando en los archivos, y es necesario articularnos. Por eso nació el Consejo”.

De los ocho del Sur de Zacatecas sólo la mitad tiene cronistas, explica, “y necesitamos unir esfuerzos para que tenga más repercusión nuestro trabajo, y compartir materiales”.

Aunado a todo esto, se suma que esta zona tradicionalmente ha padecido el desinterés por parte de los gobiernos. “Nos identificamos con el Norte de Jalisco, porque geográficamente e históricamente y culturalmente somos la misma región. Y como el Norte de Jalisco ha estado abandonado, el Sur de Zacatecas es lo mismo. Nos duele, en asuntos de historia, que poco se hable de nuestros pueblos, aun cuando aquí hubo personajes y hechos que contribuyeron a hacer la historia mayor de la patria”. Porque, recuerda, “hay cosas locales que influyeron en la historia nacional”.

“Lo que hacemos es intentar cubrir ese vacío. A lo mejor no son tantas nuestras pretensiones de cubrir vacíos de la historia nacional, pero por lo menos nosotros escribimos, purgamos y leemos acerca de lo que necesitamos saber, porque nadie más lo hace: ¿quién se va a interesar de la historia local?, solamente la gente que vive en cada pueblo. A nadie más le importan los viejitos o los hechos pasados, que tienen que ver con nuestros parientes y antepasados, lo sentimos en carne propia”.

Y todo esto, es lo que constituye la principal materia prima de sus escritos: “Lo que tenemos más a la mano, es la gente de nuestros pueblos, el material vivo. En los archivos hay una vastísima cantidad de información, el problema es que como historiadores aficionados no tenemos ni el tiempo ni el conocimiento para hacer investigaciones”.

TEXTO: ALBERTO SPILLER / ALEJANDRA CARRILLO

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